Image: Oh, Jim. Oh, Caroline

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Letras

Oh, Jim. Oh, Caroline

Javier Pérez Andújar, Alfred Crespo, Cristina Fallarás, Josele Santiago, Sabino Méndez, Carlos Zanón... reconstruyen el legendario Berlin de Lou Reed en el libro Berlín capital Alaska

19 diciembre, 2012 01:00

Editada por 66 rpm, la antología de relatos se presenta este miércoles en Barcelona

Antes de que Lou Reed echara panza de tanto citarse a almorzar con su propio personaje, antes de enrolarse en la fotografía de domingueros, como acabamos de comprobar en Madrid, el cantante neoyorquino vivía cómodamente en el malditismo, un país en el que se había instalado en 1973, cuando convirtió la decadencia y la oscuridad en 10 canciones que conformaban una novela musical llamada Berlin. Aquellos 50 minutos de lamento y dolor fueron definidos como el disco más deprimente de la historia, un álbum compuesto literalmente desde el lodo. Un verdadero canto a la inmundicia a través de la historia de dos yonquis que pocos críticos, aún atolondrados por la sofisticada avant-garde de la Velvet, supieron apreciar en su día. Tenía el disco aquello que luego perdió buena parte del arte en todas sus facetas, la capacidad de epatar, de conmover y de no ser complaciente con quien escucha.

En el subconsciente de la cultura pop, Berlin ha quedado registrado como un mal sueño al que, sin embargo, muchos quieren volver, como se vuelve a la estancia de un recuerdo doloroso, como se disfruta y se sufre al contemplar la fotografía de alguien que ya no nos ama. Ahora, al cumplirse cuatro décadas de la historia de los pobres Jim y Caroline, sus protagonistas, la editorial 66 rpm les rinde homenaje con el libro Berlín capital Alaska, en el que 10 autores (músicos, escritores, compositores...) salen a revolcarse en las nieves del pasado escribiendo un relato inspirado en cada una de las canciones. A tema por fan de Berlin. Roger Wolfe, Javier Pérez Andújar, Alfred Crespo, David Castillo, Cristina Fallarás, Dogo, Josele Santiago, Sabino Méndez, Oriol Llopis y Carlos Zanón recomponen las sensaciones del álbum en palabras, guarecidos bajo el paraguas que otorga el prólogo de Ignacio Juliá, máxima autoridad en Lou Reed, y con ilustraciones de Rai Escalé. ¿Qué significó este disco para ellos? ¿Por qué han accedido a regresar a sus oscuros pasillos?

Para la escritora Cristina Fallarás Berlin fue "una especie de madurez musical, un paso adelante". Cuenta la también editora que su escucha significó el descubrimiento de la música como narración, una forma de contar con la que conectó plenamente, que hablaba de que aquello que la identifica. Para el libro ha elegido la canción How Do You Think It Feels porque, sostiene, es suya: "Lo es desde hace mucho tiempo. Cualquiera que haya vivido un episodio circular sin salida, sea éste derivado de los estupefacientes o no, sabe verse en esa canción. Por eso construí un relato (voz en femenino) con cierto ritornello, de la mujer encerrada en una habitación de hotel, cuando ya no le queda nada de lo que la llevó allí (hombre, drogas, amor...) y debe agarrarse a la memoria y al diálogo con el desaparecido".

El también escritor Carlos Zanón, que recuerda su primer contacto con Berlin como "una revelación", va más allá que su colega Fallarás: "Creo que decidí ser escritor por culpa de Lou Reed y de ese disco. Lo tenía todo. Misterio, dolor, amor sin freno, culpa, y un corazón que latía a ritmo de valium. Yo no había oído nada así antes. Era una obra visual, literaria además de musical. Decadente y con rabia al mismo tiempo que adulta. En algún lugar de tu ciudad la gente amaba y se hería de ese modo. No todo era broma". Zanón ha escogido Sad Song, una de sus favoritas (y una de las que nadie quería, "todo hay que decirlo", reconoce). ¿Por qué? "Porque hay algo en ese final de obra que me atrapa. Ese intento del perdedor de levantarse del suelo y seguir luchando cuando ya es inútil, cuando ya no hay pelea, que me entusiasma. Traté de que se fuera construyendo sola, como si estirase de un lío y en ocasiones mediante imágenes y fantasmas de Lou de otras canciones. Una especie de escritura automática a medias entre el poema y la prosa".

Sobre el volumen que hoy se presenta en Barcelona Zanón añade que los autores convocados tenían que ser personas para las que Berlin hubiera significado mucho, ese era el trato. Era exactamente su caso: "He tratado de hacer algo que no desmereciera la supernova de donde venía, aunque fuera a millones de años luz".

El escritor y periodista Alfred Crespo, encargado de la edición, lo considera su disco de cabecera, su favorito de todos los de Lou Reed y uno de los que más le han marcado: "Me gustan sus canciones, el riesgo que corrió grabándolo tras el gran éxito de Transformer, la complejidad de su historia y ese sonido hipnótico. Es un fetiche que guardo desde hace 35 años, y que conseguí que el mismo Lou me firmara". Ventajas de ser el editor, Crespo pudo reservarse Men of Good Fortune, su preferida, para construir su cuento. "Cuando me hice con ella, estructuré un relato que son dos, como un estéreo mal mezclado, inspirándome en la canción The Murder Mystery, en la que cada altavoz cuenta una historia...".

El cantante y compositor Josele Santiago cogió el vuelo a Berlin animado por la ausencia de instrucciones para componer el texto. Considera el ex Enemigos que nunca un disco había reflejado de forma tan precisa la capacidad de generar y soportar dolor que tiene un ser humano. "Es cruel e inocente al mismo tiempo. Sincero y brutal. El planteamiento es de un ambicioso que asustaría a cualquiera. Se barajan emociones extremas. Lou Reed las resuelve con aparente imperturbabilidad y acaba implicándote hasta la extenuación. Con la eficacia de una tragedia griega. Es muy duro escucharlo. Llevaba años sin hacerlo". A pesar de la dificultad que entraña volver a Berlin, Santiago se divirtió al escribir su cuento, en el que plantea "una relación enfermiza como la que mantienen los personajes principales del disco, pero diametralmente alejada de su espíritu. Quise quitarle hierro al asunto dándole un punto de coña satánico-rural. Creo que funciona bastante bien como punto de inflexión. Sospecho que Alfred ya se olía algo así y por eso me ofreció Oh, Jim, que está justo a la mitad del disco.

Al compositor Sabino Méndez el disco le pilló en plena adolescencia. "A nosotros, los de la generación del punk, nos hizo ver que la depresión y la cara más oscura de los conflictos humanos también podía ser tema de canciones. Entonces estábamos rodeados de canciones cursis de falsa jovialidad que negaban en general el panorama triste y ominoso que rodeaba a nuestra generación", comenta Méndez, que se refiere con ese escenario a la crisis del petróleo del 73 y guerra fría sin desarme nuclear, que llegó después. "Como me gustan todas las canciones del disco les dije a los editores que escogieran ellos cuál querían que hiciera. Esos días estaba grabando el nuevo disco de Loquillo y escribí el relato deprisa y corriendo, sin pensármelo mucho, más que nada por fidelidad a la tarea de Ruta 66 durante años en defensa del rock, por fidelidad a la obra de Lou Reed y porque el elenco de los que colaboraban en el libro me parecía de ensueño".

En general, Berlín capital Alaska se presenta, remata Crespo, como una buena excusa para lograr que todos los seguidores del disco se sientan acompañados. Si es que la compañía puede casar con este árido paisaje musical.