Image: El futuro ya es un arma cargada de poesía

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Letras

El futuro ya es un arma cargada de poesía

Lo mejor 2012: Poesía

28 diciembre, 2012 01:00

Sumario: Lo mejor del año

Decía Cervantes que el año que es abundante en poesía suele serlo en hambre. Sin llegar a tanto, 2012 ha sido tan duro para las editoriales (DVD incluso ha desaparecido) como feliz para la creación, ya que se han confirmado valores jóvenes pero contrastados. Si en 2011 nuestros críticos eligieron, con una excepción, a poetas nacidos antes de los 50, este año sólo Gamoneda figura entre los cinco mejores. Sí, el futuro ya es un arma cargada de poesía. Para ver todas las votaciones, pinche aquí.


1. Canción en blanco

Álvaro García
XXIV Premio Loewe. Madrid, 2012. Visor. 61 páginas, 10 euros

Álvaro García (Málaga, 1965) "abre compuertas e inunda nuestra mente con un torrente de palabras cayendo a chorros por sesenta y una páginas y lo llama poema. Es uno, entero, sin cortes: impacto. Cada verso nos abre el apetito de otro verso, sin saciarnos nunca el hambre". Así explicaba Ainhoa Sáenz de Zaitegui el impacto que este libro provoca en el lector, pues en sus páginas conviven diversos ritmos, diversos tiempos y se aspira a la totalidad, "igual que el amor, que busca comprender la realidad en todos sus sentidos", tal y como explicaba el propio poeta, aunque al final acaben empatando tragedia y felicidad. No se trata ni de interesar, ni de entretener ni de enseñar nada. "Sólo le importa -insistía Zaitegui- ser poesía: ‘El amor y la música/ reordenan el mundo/ mientras parece que lo desordenan'. Y la canción desciende a los infiernos, y Orfeo retumba como un trueno, y la canción asciende más alta, más blanca que nunca. Tremenda poesía para quienes somos humanos pero nos sentimos dragones".

2. Las visiones

José Luis Rey
Visor. Madrid, 2012. 120 páginas. 10 euros

Hace dos años, Barroco, de José Luis Rey (Puente Genil, Córdoba. 1973), era elegido mejor libro de poesía del año por El Cultural. Ahora la apuesta se renueva porque en Las visiones, el poeta, que sigue bebiendo de lo mejor de la tradición universal, de Shakespeare a Rimbaud, pasando por Góngora y Cervantes, juega con espacios y tiempos. El resultado, según Túa Blesa, "es de una rara excelencia y lo que espera al lector es un verdadero rapto verbal, la caída en el hechizo de lo que la poesía puede, o debe, llegar a ser".

3. Canción errónea

Antonio Gamoneda
Tusquets, 2012. 153 páginas, 14 euros

Después de ocho años de silencio poético Antonio Gamoneda (Oviedo, 1931) ofrece en esta Canción errónea una lección de indiferencia que es, al tiempo, "un libro excelente, emocionante, como el conjunto de su obra", en palabras de Blesa. "La vida", ha dicho el poeta, "es un accidente. Un error", sobre todo ahora que "la muerte parece casi de la familia". A fin de cuentas, leemos, " Mi/ existencia o/ mi inexistencia./ Es /indiferente." Y, sin embargo, el libro es también un canto a la vida y una elegía esperanzada.

4. Antibiótico

Agustín Fernández Mallo
Visor. 101 páginas, 10 euros

Narrador, científico y poeta, fragmentario siempre, Fernández Mallo (La Coruña, 1967) se vacuna con este Antibiótico contra lo previsible, juega con los versos, cambia de asunto y lo retoma páginas después, a vueltas con lo culto, lo popular, la filosofía o la publicidad. Todo encuentra su lugar en estos postpoemas, que juegan con un elemento a menudo tan extraño para el lector de poesía como la ciencia, ya que incorpora su terminología, sus ecuaciones, en unos poemas que rinden tributo a Borges, Prigogine y San Juan de la Cruz.

5. Escribir la distancia

Kepa Murua
Luces de Gálibo. 232 páginas, 18 euros

Editor de la desaparecida Bassarai, y autor de libros tan especiales como No es nada o El gato negro del amor, Kepa Murua (Zarauz,1962) juega en Escribir la distancia con escritura y vida, amor y pensamiento, metáfora y realidad. El libro rezuma, primero, desolación y abandono, para descubrir luego la consolación del amor y la ternura, y pasar a ser, sobre todo, una reflexión sobre la creación, "porque escribir es seguir una distancia que pocos comprenden con el ruido de las cosas que se dicen".