Letras

Opium Poppy

Hubert Haddad

8 febrero, 2013 01:00

Traducción de P. Meseguer. Demipage. Madrid, 2013. 189 páginas, 18 euros


Hubert Haddad y la escritura como arma de denuncia. De padre tunecino de origen judeobereber y madre argelina, Haddad llegó con sus padres a París en 1950, cuando tenía 4 años. Ha publicado desde libros de poesías hasta relatos, obras de teatro, una veintena de novelas y ensayos, y ha fundado revistas como "Le Horla". Su novela Palestina ganó el premio de los Cinco Continentes de la francofonía 2008 y el Renaudot de Bolsillo en 2009.

En su última novela, Opium Poppy, Haddad se acerca a los niños soldados. El título hace referencia a la planta de esta droga que permite subsistir a los campesinos en Afganistán. En un pueblo cerca de Kabul nace ese chiquillo al que llaman Alam o el Desvanecido y que, como los demás, intentará sobrevivir. De Kabul llega a París con un grupo de emigrantes, donde se cruzará con los dos circuitos, el de la emigración y el de la droga.

La estructura entremezcla dos historias. Los recuerdos de Alam antes del bombardeo de su pueblo, que lo convertirá en niño-errante y luego en niño-soldado, por un lado, y la de su periplo para sobrevivir en esta sociedad en la que solo se le permite luchar como un adulto. En Francia, tendrá que implicarse dentro de los grupos marginales. Para terminar, se enfrentará a interminables interrogatorios con psicólogos, educadores, manipuladores en toda regla que le piden que dibuje su vida antes, durante y después de la guerra.

La historia del Desvanecido se basa en un hecho real. Haddad conoció al muchacho una noche bajo un puente en París. Pero Alam no es solo ese chico, representa a cualquiera de los niños perdidos, por eso Opium Poppy es una obra escalofriante. Hubert Haddad transmite los horrores de la guerra, la situación dramática que viven 300.000 niños en todo el mundo, con un estilo poético de una belleza rara vez encontrada en la novela. "El corazón (que) latía con apenas más viveza que el párpado que tiembla bajo una caricia" (pág. 21), o la imagen de una mujer dando el pecho en el metro de París y en cuyo regazo Alam se cobija una noche, son ejemplos de los mágicos momentos que Haddad consigue crear con sus palabras.