Relato inédito de Sara Mesa
Sara Mesa
Sara Mesa es una de los doce narradores menores de 40 que El Cultural ha elegido.
Lamento ser tan explícito, pero no hay mejor manera de explicarlo. Eludir las palabras no hace que la realidad se borre, ni siquiera que la realidad se difumine. La realidad sigue estando ahí, incluso aunque no sobreviva nadie a ella.
Levanto la cabeza, pestañeo varias veces, releo lo escrito.
La realidad sigue estando ahí, incluso aunque no sobreviva nadie a ella. No. Estoy mintiendo. Las historias mueren cuando desaparecen sus protagonistas. De ahí esta necesidad de escribir. De recoger todo lo vivido y lo observado y lo deducido y lo recreado.
Somos voraces.
[Amanece. La tenue luz del día comienza a filtrarse por la persiana medio echada; circulitos de luz bailan ahora sobre la mesa, en filas ordenadas, sobre mis manos agarrotadas y dispuestas rígidamente en el tablero. ¿Por qué yo? ¿Qué me obliga, qué me impele a mí... ? ¿Quizá me siento en deuda con esta historia? Suena descabellado, lo sé. Suena grandilocuente. Me otorgo a mí mismo el papel de albacea, de escriba y de notario. Yo me arrodillo, yo me corono y yo me aplaudo al concluir el acto. Qué pretensión absurda, qué cansancio.]
Sara Mesa, personajes poco heroicos
Madrileña de nacimiento, pero sevillana de adopción, Sara Mesa (1976) ha publicado dos libros de relatos, La sobriedad de los galápagos (2008) y No es fácil ser verde (2009) además de las novelas El trepanador de cerebros (2010) y Un incendio invisible (2011), premio Málaga de Novela, y Cuatro por cuatro, finalista del premio Herralde de Novela (2013), obras en las que ha intentado poner negro sobre blanco su necesidad, de indagar en "las posibilidades narrativas de elementos en principio secundarios... Me atraen los narradores testigos, los enfoques parciales, las estructuras anómalas y esos personajes con vidas poco heroicas pero que, puestos bajo la lupa, resultan extremadamente sugestivos".
Hija de mil tradiciones y estilos, de influencias que superan lo literario y se empapan de cine, televisión e internet, es tan prometedora como desigual pero, como subraya Eduardo Vilas (Hotel Kafka), "siempre he considerado que un autor, o una obra, es tan mala como los errores que comete y tan buena como los errores que pueda soportar. En este sentido sospecho que Sara Mesa, por mucho que se equivoque, por muchos errores que se le puedan confirmar, creo que se equivoca en la dirección correcta".