Letras

Inéditos, consagrados y emergentes

Cosmopoética, 10 años en verso

20 septiembre, 2013 02:00

Nueve de los poetas que participan este año en Cosmopoética, desde consagrados como José Luis Rey a emergentes, como Guillermo Morales, nos brindan sus últimos versos inéditos.



No nos pesan las chicharras

Dormitas mientras la radio suena a siglo veinte
cuando nadie hubiera dicho
«las estaciones no están garantizadas».

El aire tiene tacto de gamuza,
la falsa avena nos flanquea.

Buscamos epifanía
cuando se cisma el higo.

Buscamos un sermón de calidad,
tres palabras sin glosa,
el cántico del sol.

Todo lo que no soy es cerro, junco de rambla,
pero en la fuente saco pecho.
Pedir es repetir palabras
que habitan en alforjas tejidas para ti.

Dicen que el tiempo es negro puro
y el hombre va a menguar.

Arrimo a tus aguas mi corazón de alberca,
mi vocación de leño con achaques,
favorable al pino.

Antonio, escucha tú
que predicaste a los peces
estando enamorado de los hombres.

Pido un rincón para hilvanar el aire.

Pido alma de tahona,
la tierra harina,
gotas en el empeine.

Enséñame el sosiego.

Danos,
danos hoy tu paz y tu verdín.

Guillermo Morales Sillas


Sonido: Su nido

La nieve en el alba,
el alba en el filo,
en el filo el ave,
el ave en su trino.

Juan Antonio Bernier


Todo me desasiste

Todo me desasiste.
Hay nubes. Llueve barro.
La tierra cae del cielo
con un suspiro blanco.
El trueno se desliza
como un escarabajo
que va escalando piedras.

Se genera un atasco
en la avenida triste
que añora ser un páramo.
Una avioneta lenta
sobrevuela mis labios.

El aviador la mira,
desde el parque, nostálgico.
"Yo era el aviador"
piensa. Canta algún pájaro.

Se deshace este mundo
asido por las manos
del temporal eterno.

Lo reconstruye un claxon.
Todo me desasiste.
Hay nubes. Llueve barro.

Raúl Alonso
(Del poemario inédito Temporal de lo eterno)


Los albinos

Blancos y silenciosos,
oscuros blancos de la gran visión.
Vosotros que tan cerca habéis estado,
¿por qué volvéis así?
Así, tan taciturnos
como quien anda a ciegas, tropezando,
y es todo resplandor.
Tan callados vivís
que vuestros trajes flotan sin vosotros,
vuestra ropa de cuáqueros, manchada
por harina de estrellas.
Tan callados vivís
que una campana quiebra el iceberg
y el paciente ratón roe montañas
y tose Santorini.
Un tiempo quise estar
con vosotros y vine
con mi hatillo a llamar a vuestra puerta.
Escondido en mi gorra yo traía
el libro que los pájaros no acaban de escribir
sobre vuestra odisea
en las salinas de San Juan el solo.
Oh sí, yo quise ser el de benditas canas,
el amigo corriente
en el pueblo de todos los que al fin despertaron,
en estas casas de madera iguales, cercadas por espías:
un girasol por cada ojo abierto.
Pero nada habéis dicho desde entonces.
Y el invierno que vive en vuestra espalda
ha creado Siberia
cuando vais y venís a la cocina.
Mis reyes esquimales que con cada pregunta
solo fruncís el ceño
y por eso sale la luna
enfadada y violenta.
Pero si estornudáis
es verano un instante
y entonces os reís y entonces sí es hermoso
el pediros un poco de pan o algún cepillo
para cuidar las crines del caballo que corre
en la tundra de vuestras cejas.
Oh niños tenebrosos.
Sois tantos y tan blancos que no sé
sentarme en los pupitres tan pequeños de Islandia,
daros clase ni hablaros de aquel trópico
donde fuisteis mulatos,
donde nunca dejabais de cantar.

José Luis Rey


El entrenador Gordon Bombay nos habla de hielo y de metal

Bendíceme mamá di mejilla fría que besaré
sana sana di catarro desterrado
procúrame mamá tu pecho rigurosamente
tú pecho que es mi pecho y quiero estar tan cerca
cuando estemos lejos
y sepa
que ataste mis cordones blancos tú
que conoces la talla del calzado
disponme, tiende tus dos brazos da la señal
avísame
anduve yo detrás de ti hasta este día,
patine hoy con él y tú lo entiendas.

Compréndeme mamá
comprende el metal enlazado
aprecia el titanio que apenas pesa y supón
una alianza con el hielo
admite su territorio seguro para las aves
admira las proporciones del pabellón y ten fe
pues andamos bajo banderas suaves con palabras
parecidas a lóbulos abrigados a costuras de unción
mamá
el hielo tiene propiedades poderosas
deja
que me deslice junto a los demás deja que piense círculos
que deshaga círculos él dijo patos torpes deslizándose
él nos vio allí junto al lago helado y señalándonos
pensó cosas y estableció y dijo ved
el cielo abierto para componer lo perdurable y decir plumón y retazo
de chandal turquesa y más o menos comprendíamos
aunque era un cosquilleo,
nos llamaba con construcciones diminutas que casi
no podíamos discernir, hablaba vagamente.

Entonces fuimos a él y le respondimos guirnalda y reunión y bandada y contradanza.

Y quisimos ser patos
poderosos patos poderosos
porque sentíamos la llamada del juego.

Unai Velasco

(Fragmento del poemario inédito El silencio de las bestias)


(...)

No es un calambre ni un escalofrío

No es como masticar
una yema de nieve
o como hundir los dedos en agua helada
y entrechocar las uñas

No es como un latigazo mientras nadamos

Amasijo que nervios estremecen...

No queda una palabra que lo describa

José Daniel García


quién os hizo creer que la hacienda era vuestra
que era vuestro el jornal que el regadío era vuestro
miedo verde la ley la pericia no es vuestra
la finura el arreo ni la soga ya es vuestra
ni tampoco el domingo la ternura no es vuestra
y los hijos también morirán sin ser vuestros
ni esperanza tendréis ni locura ni esperma
vuestro páncreas también vuestra migraña es nuestra
sacaréis el sofá la madera a la calle
cobertura la red el titular es nuestro
ni vecinos ni amigos vuestra familia es nuestra
vuestras uñas la fe ni la alegría es la vuestra
la negrura el mutismo la sumisión es vuestra
cabellos dientes pies y vuestras manos nuestras
cualquier ideología vuestro contrato es nuestro
sólo la enfermedad que pagaréis es vuestra
y nunca fue más nuestra cualquier poesía política

Joaquín Pérez Azaustre
(Fragmento 10 de Vida y leyenda del jinete eléctrico, reciente premio Jaime Gil de Biedma)


[O, en todo caso, dos naranjas...]

o, en todo caso, dos naranjas completas

Yo era ella, tú eras él y, en ellos, ambos éramos
contrarios.
Acordarse a destiempo de quien no se fue es como
tirar monedas a un estanque vacío.
¿Sabes cuál es exactamente el sonido que provoca?
¿No?

Pues te voy a decir que es algo así
como una boca repleta de cansancio
donde posases la tuya para advertir
la muerte;
Para escucharla, como a mí o a la moneda,
llorar en el intento de completarse en parte;
un cierto sucumbir, sí, a eso que el creyente espera cada día:
rezar, hacer sin miedo a fin de contemplar algún milagro
en carne propia.

[Yo era ella, tú eras él y, en ellos, ambos éramos
contrarios:
dos, tu boca y yo, lanzándonos en cruz a la Fontana].

María Alcantarilla


Arco iris

Ocupan desde hace años la misma mesa. Tienen ideas y gustos diferentes: vodka con lima, aguardiente de mora, café con dos azucarillos. Discuten, eso sí, discuten todo el tiempo. Azul no puede aceptar el férreo control que exige Rojo. Se acusan de no tener principios democráticos. Violeta protesta por todo, hasta que pide un gintonic de cereza. Entonces cuenta chistes de cama. Verde habla de un mundo que no existe, y rechaza las nécoras y la espuma de foie. Adora las nuevas tecnologías. Naranja controla encuestas electorales, y mantiene un par de puestos en el Banco. Amarillo tiene información privilegiada, y dice que podrá el país patas arriba. Al menos los próximos quince días. Y Añil guarda un arma en su chaqueta, y habla a menudo del Apocalipsis. Pero es un hombre pacífico, y gestiona las facturas. No hay lugar para el blanco y el negro, tampoco para la gris ciudadanía.

La luz se descompone en esta mesa. Se vuelve dúctil, putrefacta.

Pablo García Casado