Image: Jean Baptiste del Amo: Escribo mis libros dejándome guiar por mis obsesiones

Image: Jean Baptiste del Amo: "Escribo mis libros dejándome guiar por mis obsesiones"

Letras

Jean Baptiste del Amo: "Escribo mis libros dejándome guiar por mis obsesiones"

El escritor publica nuevo libro, La Sal, inspirado en la violencia masculina de su propia familia.

4 octubre, 2013 02:00

Jean Baptiste del Amo.

De origen español, el escritor Jean Baptiste del Amo (Toulouse, 1981), Premio Goncourt 2009 por La educación libertina, quiere visitar Madrid, horas antes de presentar su última novela La Sal (Cabaret Voltaire) en la Central de Callao. Honesto desde el principio, su éxito no le impide declarar "no he seguido estudios literarios para nada. Primero, porque durante mucho tiempo he tenido fracaso escolar y, segundo, porque nunca me he sentido 'cómodo' en el colegio".

El estilo literario de Jean Baptiste del Amo es, simplemente, brillante. Con apenas 31 años, se ha trabajado su carrera como escritor lejos de los liceos y las academias. "He aprendido a leer muy tarde, mucho más tarde que mis demás compañeros. No he tenido una relación evidente ni con la lectura, ni con la escritura. En mi casa no había libros. Rápidamente me orienté hacia una carrera de trabajador social".

La historia de La sal, la vida de una familia proletaria, de pescadores, a lo largo de un día, no tiene nada que ver con La educación libertina que se ambientaba en pleno Siglo de las Luces. Pero el tono personal, virtuoso y clásico de este autor, es su huella inconfundible. Una obra que se construye a partir de los elementos del mar o la mar, en todas sus formas. Acuáticas y corpóreas.

Pregunta.- La novela se desarrolla en un solo día pero los recuerdos de cada uno de los personajes hacen viajar al lector a través del tiempo.
Respuesta.- En efecto. La novela es una sucesión de imágenes mentales, recuerdos que llegan de forma distorsionada. Para ello, me he servido mucho de la fotografía. Cuando trabajo, me rodeo de fotografías sobre el tema que quiero desarrollar. Para La sal, me inspiraron mucho las fotografías de Sète, del holandés Anders Peterson, en las que retrató familias proletarias.

P.- ¿El discurrir de la memoria casi de forma ininterrumpida de principio a fin, tiene que ver con Joyce, con Virginia Woolf?
R.- Considero que aún me queda mucho camino por recorrer antes de acercarme a voces tan construidas como las de Joyce y Woolf. Pero si que es cierto que en Las Olas, están presente en mi escritura. Lo que sí me inspiró es la película Las horas, de la novela de Michael Cunningham. Esos retratos de mujeres me impactaron. Como el paso del tiempo y la manera en la que se podía mostrar a través de la literatura. También la serie Six feet under me ayudó en mi construcción como escritor. La serie acaba con una proyección en el futuro de los personajes y nos adelanta cómo van a morir. La misma proyección está al final de La sal, en la que cada uno de mis personajes cuenta con qué momento se quedaría de sus vidas. Para mí era la imagen del tiempo que pasa y que se lleva esas vidas. Ese fue el objetivo de La sal. Si el lector consigue sentirlo y encontrar momentos de su propia existencia en la novela, he conseguido alcanzar mi propósito.

P.- Los temas que atraviesan sus novelas son la muerte, el cuerpo, la identidad social, con los que el autor se ha enfrentado a lo largo de sus diferentes trabajos sociales que realiza desde que tiene 19 años.
R.- Tengo claro que no quiero depender financieramente de mis libros. Al principio, cuando vi que podía vivir de lo que había ganado con Una educación libertina, pensé que representaría para mí una gran libertad, estaba feliz, podía salir del sistema laboral y consagrarme a la escritura. Pero pronto me di cuenta de que tenía un efecto pernicioso. La escritura es una actividad tan introspectiva y solitaria que finalmente me alejó de la inspiración. Cuando uno depende financieramente de sus libros, acaba necesitando producir de forma incesante. ¿Si no publico nuevo libro, cómo pago el alquiler de mi casa? Y eso es una trampa.

P.- ¿Cuál sería la génesis de La sal?
R.- La novela nace a partir de dos momentos. El primero, yo tenía 19 años y me fui unos meses a trabajar a África, a una asociación de lucha contra el SIDA. Fue una experiencia dura y a la vez enriquecedora para mí. Al volver, unos meses más tarde, escribí un relato que contaba un día en la vida de una familia africana que está a punto de perder a un hijo. Ante la muerte inminente de este niño, cada uno de los personajes se enfrenta a su conciencia, y empieza a reflexionar sobre su condición de hombre, de padre, de madre, etc. Este texto, que no vale gran cosa desde un punto de vista literario, siguió en mi mente durante muchos años. ¿Cómo reagrupar la vida entera de una familia durante un solo día? Años más tarde, y mientras vivía en Montpelier, descubrí la ciudad de Sète. Las ciudades con puerto son bastante desagradables, sucias, violentas, proletarias. Me generan siempre sentimientos de ambigüedad, entre la repulsión y la atracción. Al final, acabé amando esta ciudad y me pareció el marco ideal para La sal. Sète era también la ciudad a la que habían acudido muchas familias italianas y yo tenía en mi familia la misma historia de exiliados españoles.

P.- En sus libros los sentimientos, la sexualidad, el cuerpo, aparecen de forma recurrentes. ¿Podríamos hablar de una trilogía junto con Pornographia que se acaba de editar en Francia?
R.- No creo que sea una trilogía ya que los textos son diferentes los unos de los otros, pero sí que los atraviesan temas comunes. Además de los que ha resaltado, añadiría el exilio. Siempre escribo mis libros dejándome guiar por mis obsesiones. Es donde la literatura es pertinente. Me interesa mucho la manera en la que se construye nuestro cuerpo, se crea una identidad corporal y sexual. El solo hecho de escribir, de crear, tiene que ver con la libido. La literatura que más me conmueve es la que habla de temas tabús. De los no-dichos. De la sexualidad. De la muerte. Todo lo que se refiere al ser humano de un punto de vista universal.

P.- En La sal, la mayoría de los hombres son violentos y maltratan a sus mujeres. Ellas son amas de casa y desgraciadas. ¿Esa es su visión familiar?
R.- Desgraciadamente está inspirado en mi propia historia familiar. En mi genealogía, las mujeres eran amas de casa. Los hombres, unos patriarcas imponentes que usaban la violencia. Lo que me interesaba era mostrar de qué manera esta violencia se transmite de una generación a otra. Como el exilio del abuelo de Armand, desde Italia, puede tener repercusiones sobre varias generaciones sin que haya habido necesariamente un relato detallado, una transmisión oral de esta experiencia. Y estas mujeres que podrían parecer arquetipos de la condición femenina, son también mujeres fuertes que acaban emancipándose de estos hombres. Lo que más les preocupa es su relación con los hijos y el llegar a ser una buena madre.

P.- La figura del padre, fallecido, es, sin embargo la pieza central de la novela.
R.- Me interesaba mucho este proceso de recomposición. Cuando alguien muere, las personas son incapaces de encontrar su esencia. Se la imaginan, pero todo es incierto. Cada miembro de la familia puede recordar una escena de forma diferente, opuesta. Armand, es esquivo, nadie logra acercarse a una imagen nítida de lo que fue en vida. ¿Quién tiene razón? ¿O es en el cruce de todos los recuerdos en los que se descubre la esencia del personaje? Armand es violento y desagradable pero sobre todo una víctima de alguien mucho peor, su padre.