Julio Cortázar con Carol Dunlop

Julio Cortázar con Carol Dunlop

Letras

Las tres vidas de Julio Cortázar

25 agosto, 2014 02:00

La literatura y la vida, para los escritores de verdad, se mezclan hasta convertirse en la misma cosa. Cortázar no fue una excepción a esta regla: sus sentimientos y sus amores influyeron en su literatura y su literatura influyó en sus sentimientos y amores. Además de los amoríos de chiste, Cortázar tuvo tres mujeres, tres parejas conocidas porque también tenían que ver con la literatura.

La primera de ellas, Aurora Bernárdez, fue la que más influyó en Cortázar. Hay que decir que esa influencia fue siempre benéfica para su vida y, por tanto, para su literatura. El resultado literario de aquella temporada de gloria entre Aurora y Julio Cortázar viene a explicarnos las razones de una literatura excepcional en tantas colecciones de relatos, los mismos que dejan al lector siempre asombrado después de la lectura. Pero, a mi entender, el mejor libro de Cortázar en ese parte gloriosa de su vida fue Rayuela, que se publica en Sudamericana en 1963, novela enorme y fantástica, realista y surrealista, musical y etérea, profunda y sólida, que todavía seguimos leyendo. He oído a Aurora Bernárdez personalmente negar que ella es La Maga (y ya sabemos que no lo es), pero sí es la Otra Maga, la verdadera, la que impulsó a Cortázar a escribir esa novela que es un icono literario del llamado boom de la novela latinoamericana de los 60 del siglo pasado. Baste recordar, entre otras anécdotas de esta época, la renuncia de la pareja, Julio y Aurora, a las plazas de traductores en la UNESCO que habían ganado en oposición y para toda la vida. La razón estuvo en la literatura, los dos querían escribir literatura y no atarse a trabajos cotidianos que restaran libertad a su vida precisamente literaria.

Aunque a la lituana Ugné Karvelis la había visto Julio Cortázar en las oficinas de Galllimard, en París, alguna que otra vez, su verdadero encuentro tuvo lugar en La Habana, Cuba. Ahí empezó la relación de la pareja, con una influencia en la literatura de Cortázar que se nota sobre todo en la excesiva politización de su escritura. El mayor ejemplo de esta temporada de amor ideológico, en donde Cortázar descubre del todo la Revolución Cubana y se vuelca en apoyarla, es El Libro de Manuel, un texto que quiere ser un catecismo ideológico, pero que representa un fracaso literario. Las buenas intenciones casi nunca dan buena literatura, y en esta temporada de solidaridad con los pobres del mundo y en defensa de causas perdidas pero que él cree justas, su literatura, sus resultados literarios, su escritura antes tan sólida y tan exquisita, decae en función de la influencia de sus amores con Ugné Karvelis. Nefasta influencia, en mi opinión, que se rompe justo cuando Julio Cortázar, en la tercera y última etapa de su vida, conoce a Carol Dunlop, una mujer muy joven y, por tanto, mucho más joven que él.

Dunlop consigue algo que es evidente: Cortázar, en su compañía, logra rejuvenecer su vida. Ese rejuvenecimiento se ve también en su literatura: sus relatos y cuentos de ese momentos son una vuelta a la juventud y la literatura en los textos de Cortázar en estos momentos es de exaltación de la vida, de la magia de vivir, del regreso de la gloria en las flores, como quería el poeta romántico. Exultando juventud, las obras que acomete y publica Cortázar en esta parte de su vida no abandonan la política, sino que encuentran un nuevo territorio en Nicaragua y la revolución sandinista. Pero también en la hedonista de la vida y en la imaginación de quien es ya un escritor convertido en historia de bronce y en recuerdo imperecedero para sus lectores y la Historia Universal de la Literatura.

Al final de su vida, ya enfermo, a Julio Cortázar le inventaron mil muertes mentirosas. Al final de su vida, para cerrar el círculo, volvió a sus cercanías con Aurora Bernárdez, que lo cuidó hasta el final, cuando apenas podía moverse y el silencio definitivo lo acechaba en su cama de hospital.

No estoy queriendo decir que Cortázar se dejara llevar por las mujeres de su vida, sino que esas tuvieron una influencia primordial en la ejecución de su literatura. Hay coincidencias aparentes coincidencias que no fallan en la vida de los escritores y que, como todo en el firmamento y el universo, resultan, al final matemáticamente. La vida de Cortázar y sus mujeres alumbran espejos encendidos que delatan algunos secretos aún no desvelados en la vida del gigantesco escritor. Generoso y exigente a la vez, el amor fue para Cortázar un elemento esencial en su vida. Y, por tanto, para cerrar el círculo de este comentario que celebra su memoria de cien años de recuerdos, también lo fue en su literatura. Era matemático que así ocurriera. Matemático y circular, así a ritmo de jazz, era y es Julio Cortázar y su literatura. Y su vida, pues.