Image: Tzvetan Todorov: Nuestra democracia está en peligro

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Tzvetan Todorov: "Nuestra democracia está en peligro"

El pensador de origen búlgaro advierte de los peligros de "la doctrina neoliberal", que, según él, "protege el poder de unas élites y debilita a la sociedad"

11 diciembre, 2014 01:00

Tzvetan Todorov

Sostiene Tzvetan Todorov (Bulgaria, 1939) que la democracia está en peligro. Que "los valores europeos ya no existen". Que tras la caída del muro de Berlín emergieron nuevas ideologías -el "neoconservadurismo", el "neoliberalismo"- que rigen Europa, y el mundo, y "debilitan las bases de la democracia"; esto es, "la igualdad, la fraternidad, la libertad". En el marco de un ciclo de conferencias organizado por el grupo Bertelsmann -La España posible-, el intelectual de origen búlgaro dio un diagnóstico demoledor sobre Europa, continente, dijo, que es hoy "un protectorado de los Estados Unidos".

"La democracia se basa en la soberanía del pueblo y en la libertad individual. En los totalitarismos existía la hipertrofia de lo colectivo que sometía al individuo; hoy en Europa asistimos a una expansión desaforada de lo colectivo fruto del imperio de lo económico. La doctrina neoliberal que nos gobierna está hoy por encima de los poderes políticos, protege el poder de unas élites y, de este modo, debilita a la sociedad. La globalización, otro atributo de este sistema, hace que las economías no estén ya sometidas al poder de los estados; muy al contrario: el dinero no tiene fronteras ni control".

En un encuentro con la prensa, el intelectual aseguró que, aunque posee el diagnóstico de la enfermedad primera de Occidente, desconoce dónde están las soluciones. Aunque lo cierto es que dio unas cuantas: Europa, según él, ha de recuperar su soberanía con una mejora de las estructuras comunes. Y ha de "independizarse de EE. UU". "Tras la Segunda Guerra Mundial los países europeos adoptaron la cómoda posición de protegerse tras el ejército de EE. UU., pero al delegar su defensa, Europa renunció al control sobre las actividades que su protector ejerce. El precio de su seguridad es su independencia". La solución, según Todorov, pasa por que "Europa se convierta en una potencia militar tranquila con capacidad para intervenir", pero sin hacer la guerra. Porque la guerra, dijo, está hoy orientada, tan solo, a exportar una ideología -el neoliberalismo- que "va en contra los principios del liberalismo clásico, uno de cuyos objetivos era la moderación". "Condenamos a regímenes políticos como las teocracias o los totalitarismos, pero no vemos ningún inconveniente en que el mercado, amparado en la ausencia de reglas y leyes, imponga su único fin y vulnere los principios de la democracia".

Todorov reivindica los valores europeos de "moderación y pluralismo", este último, afirma, "un rasgo constituyente de la realidad europea". La Europa plural está formada por distintas identidades y gobiernos, lo que posibilita la moderación, ya que "unos principios anulan a otros y trazan fronteras entre ellos "haciendo frente a la ideología única". La ideología única es lo que impera en Estados Unidos. "Exportemos la moderación", sentencia Todorov. Preguntado por los nacionalismos que surgen al amparo de estas identidades, el autor de El miedo a los bárbaros aseguró que, aunque éste sea uno de los peligros, no es ni mucho menos el peor: "Hay otros como la perversión del papel de Estado".

El análisis histórico de Todorov concluye en una Europa adormilada. Una Europa en la que la paz ya no seduce, pues ya no es un ideal para las generaciones que no han vivido la guerra. "El fin de la URSS y de las dictaduras comunistas del Este significó la derrota de las doctrinas rivales a la democracia, pero al mismo tiempo hizo anacrónica su reivindicación". Sin rivales, Europa y Occidente habrían perdido parte de su identidad. "La extrema izquierda, desorientada tras la caída del muro, reorientó sus energías hacia el activismo social y, más tarde, hacia la lucha por los derechos humanos y la democracia en todo el mundo. Ya no se trataba de ayudar, sino de corregir modos de vida", dice el filósofo; y añade que esta actitud es inútil y contraproducente, pues cada pueblo ha de tener su propia evolución y el cambio y el progreso han de surgir de su mismo seno. "Ha quedado claro que la adopción de la guerra como medio para implantar la democracia es un error. La guerra anula cualquier motivo nobles y hace que cunda en los países invadidos la violencia y que se multipliquen las razones para atacar a Occidente".