Carolina Sanín: "Los libros viven, perduran y se agrandan unos dentro de otros"
Carolina Sanín
La escritora colombiana publica Los niños, una fábula inquietante sobre la relación de una mujer peculiar y un niño que aparece repentinamente en su vida.
- ¿Cuál fue el germen de esta historia?
- Habría que hablar de varios gérmenes. Por una parte me interesaba la relación entre una mujer mayor y un niño que no es su hijo. Me preguntaba qué era lo que había en esa historia. El cine la ha explotado varias veces. Está en Gloria de John Cassavetes, que es la película clásica que retrata este tema y de la que además extraigo el epígrafe para el libro, pero también está en Pixote, la ley del más débil de Héctor Babenco o en Estación central de Brasil de Walter Salles. En algún momento pensé que escribiría un ensayo sobre este tema pero al final volví a escribir esa historia que tanto me interesaba. Es una relación asimétrica porque no es de maternidad, ni sexual, ni siquiera de amistad... No hay un territorio que puedan realmente compartir una mujer mayor y un niño que no es su hijo. Es como una compañía desnuda, radical. Simplemente son personas que se acompañan pero tal vez por ese motivo se acompañan con mayor intensidad que cualquier otra pareja de personas.
- ¿Qué más hay detrás de Los niños?
- Desde hace tiempo me interesaba también el hecho de que los niños funcionen en nuestra tradición cultural como representación del terror. En muchas películas y novelas aparece el niño poseído o el asustado. Además un niño muerto de miedo asusta porque da otra vuelta de tuerca a las cosas.
- ¿Dónde cree que está la clave para que a veces los niños nos parezcan terroríficos, quizás en que nosotros ya hemos perdido esa sensibilidad infantil?
- Es algo así. Un niño es una incógnita. No pueden decir cual es su experiencia. La vida de los niños es un misterio. No podemos saber nunca como piensan, como viven, como están interpretando la realidad. No lo pueden decir en un lenguaje que entendamos. Cuando al fin adoptamos ese lenguaje ya no conocemos que fue lo que nos pasó cuando niños. Esa es la clave de nuestra incomprensión con respecto a nosotros mismos. Ese primer encuentro con la realidad es irrecuperable y eso hace que cada uno de nosotros sea un desconocido para sí mismo. Eso es la definición del terror, tener a otro dentro de ti que no sabes quién es pero que es tu raíz misma.
- Laura es un personaje muy peculiar...
- Ella es también como una niña. Por eso la novela se llama Los niños porque ambos lo son. Laura es igual de intraducible que un niño. Su vida se limita al plano doméstico: ella, su casa y su perro y unos poquitos recuerdos insustanciales. Su relación con el mundo material es muy austera.
- Todo cambia cuando aparece el niño...
- Con el niño entran en su vida distintos tipos de terror. Por una parte ese terror del que ya hemos hablado, el terror a la incógnita que es uno mismo... Por otro lado, aparece el terror a la realidad. Laura entra en contacto con discursos burocráticos y con la pobreza. Se expone a la violencia y ya no solo existe en el espacio doméstico sino que entra en contacto con el espacio público y a la vez con versiones de otros mundos, pues el niño a partir de cierto momento comienza a vivir en una especie de sonambulismo o posesión que no sabemos bien qué es.
- En el libro aparece una crítica hacía la desprotección de los menos favorecidos en Colombia, ¿no?
- Sí y no. No es algo particular de Colombia. El terror y la violencia en todas partes procede de la desigualdad. Es una crítica en el sentido de que es una constatación y una mirada hacia ese problema pero en ningún caso es una novela de denuncia de unas condiciones sociales. Y si lo fuera, hablaría de la condición de todos. Esta novela trata sobre la condición humana. Los niños son necesariamente victimas de violencia porque son unos incomprendidos, la educación en sí misma es una forma de violencia. Es mas una crítica de eso... Ni siquiera una crítica, una observación.
- Laura trata de buscar significados a todo... ¿A qué cree que se debe?
- Ella quiere definir las cosas pero la mayoría de las veces se equivoca y encuentra un significado contrario. Es observadora y a la vez un poco paranoica, y suspicaz. Yo también soy suspicaz y me asustan los muchos significados de cada cosa, casi infinitos. Conocer o vivir es buscar o tratar de leer esos significados en las experiencias y en las cosas.
- El libro comienza con una cita de Gloria de Cassavettes y por el deambulan una copia de Moby Dick, se relata la historia de Grandes esperanzas... ¿Qué le permitía la introducción de estas referencias?
- Los libros viven y perduran unos dentro de otros. También así es como se agrandan. Esto no es nuevo, toda la literatura nos llega así, por referencias de unos libros en otros libros o por inclusiones de unos libros en otros libros. Ese es el origen de la narrativa occidental pero no solo de esta manera explícita, también a través de la influencia de unos libros en otros o de la relación de todos los libros con la tradición a la que pertenecen. Y en esta novela se cuentan otros libros.
- En la novela no discrimina ningún material y por ella podemos ver lo esotérico, lo literario, el humor, el terror...
- Creo que tiene razón. Todo queda en un mismo nivel, nada está discriminado. El terror y el humor están juntos porque no creo que uno sea más importante o más serio que el otro. Por eso el terror termina siendo un poco ridículo y el humor algo seco o frío. También es inquietante y fantástico pero creo que el disparate, lo absurdo, es lo que une a todos esos elementos. La insignificancia y el absurdo es lo que tienen en común todos esos tonos, que son simultáneos.
- ¿Diría que la fábula es el modelo de esta obra?
- Quisiera verlo así. Al contrario de lo que se cree, las fábulas no trasmiten una enseñanza, un mensaje o una moraleja. Son versiones de la vida práctica, unas lecturas de lo que pasa durante la existencia... En las fabulas hay pocos personajes, casi siempre dos, son lineales... Veo este libro como una fábula y así quise escribirlo.