Image: Andrea Bajani: Cada línea que escribo cuestiona todas las anteriores

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Letras

Andrea Bajani: "Cada línea que escribo cuestiona todas las anteriores"

6 julio, 2017 02:00

Andrea Bajani

Siruela publica en España Mapa de una ausencia, la novela del escritor italiano Andrea Bajani, ganadora de los premios Mondello, Brancati y Recanati, en la que explora el abandono infantil con la visión de una Europa voraz e insensible como telón de fondo.

Acaba de publicar en Italia la novela Un bene al mondo, "una suerte de fábula acerca de un niño que tiene un dolor como amigo", que está cosechando un éxito ya habitual para Andrea Bajani (Roma, 1975), uno de los escritores más aclamados de la nueva narrativa italiana, que aúna un gran reconocimiento de la crítica con el cariño y el respaldo masivo del público. Avalado por escritores contrastados como Vila-Matas, Carrére o Tabucchi, su máximo defensor en su país, Bajani aterrizó en España hace un par de años con Saludos cordiales, una disección de la miseria moral de las empresas occidentales. Ahora, Siruela publica en nuestro país la obra que supuso su consagración, Mapa de una ausencia, novela de 2007 ganadora de los premios Mondello, Brancati y Recanati, en la que Bajani explora el abandono infantil con la visión de una Europa voraz e insensible como telón de fondo. Lorenzo viaja a Rumanía tras los pasos de una madre, Lula, siempre en fuga que huyó de su lado cuando era niño en pos de un malogrado sueño empresarial. Allí trata de comprender quién era esa mujer que recuerda a la par que se enfrenta con la miseria moral de unos pioneros italianos dispuestos a traficar con los dramas de un país que trata de salir de las ruinas del comunismo.

Pregunta.- El abandono es el protagonista central de la novela, ¿por qué decide abordar una historia con esta temática?
Respuesta.- El abandono tal vez sea el primer sentimiento que vivimos. Nacemos con una separación, con el final de una comunidad simbiótica formada por una madre y un hijo. Toda nuestra vida posterior no deja de ser un intento por evitar nuevos abandonos, tanto en el ámbito personal como en el público. La construcción de la sociedad, si lo pensamos bien, es la historia de los intentos del hombre para evitar el abandono. De forma más concreta, el abandono me parece el sentimiento predominante de esta época. Las personas sienten que las han dejado solas, social y políticamente. Hay quienes reaccionan congregándose en pequeñas comunidades, hay quienes sucumben y hay quienes optan por la violencia para expresar toda la ira y la desesperación que sienten.

P.- ¿Cuáles son las motivaciones de Lula para dejar todo atrás de forma tan egoísta? R.- Lula es una madre que abandona a su hijo, podría decirse. Pero Lula es también una mujer que busca la redención de su vida: tiene un pasado, una historia familiar, que la ha aplastado, y por eso aspira a que su futuro sea más ligero. Lula nos plantea una pregunta radical: ¿cómo podemos ser felices junto a otro, si las dos formas de felicidad son diferentes? ¿Tiene derecho una madre a ser feliz, si su felicidad conlleva la infelicidad de su hijo? Son grandes preguntas, a las que nadie, en el fondo, es capaz de responder. Ni siquiera la propia Lula, que busca la felicidad, pero después se castiga por haberla alcanzado.

La construcción de la sociedad es la historia de los intentos del hombre para evitar el abandono"

P.- En Rumanía, Lorenzo no reconoce a su madre y la busca en su infancia, ni la juzga ni la justifica, solo recuerda.
R.- Lorenzo emprende un viaje, porque es lo único que puede hacer para tratar de comprender algo de su madre, y por lo tanto de sí mismo. Tiene en sus manos las dos mitades de una mujer, que sin embargo no parecen la misma persona: una madre que lo amaba inmensamente en la infancia, y una mujer que, sin embargo, lo dejó solo más tarde para intentar ser feliz. Tratar de que encajen esas dos partes antitéticas es su acto de amor. Que, en el fondo, es también el acto mismo de la literatura, el de tratar, aun a riesgo de caer en el fracaso, de contar el mundo en el que vivimos, de amarlo, incluso con desesperación.

P.- Fuera del recuerdo, él vive el duelo sin apenas emoción, ¿se da un caso de abandono inverso, primero su madre lo abandona y después es él quien la abandona a ella?
R.- No me atrevería a decir que el protagonista vive el duelo con escasa emoción. Lorenzo habla poco, sus palabras están encerradas dentro de él, como si no se atrevieran a salir. Su emoción es fundamentalmente sensorial, antes incluso que verbal. Viaja a un lugar remoto, y se da cuenta de que lo único que puede hacer para conocer su madre es llenarse de ella, de los lugares en los que desapareció. Pide ayuda a los ojos, a la nariz, al tacto. Sólo después de haber oído y percibido todo lo que tiene a su alrededor, pueda tal vez hablar. Esta novela es mi Corazón de las tinieblas: el descenso de un hombre que quiere ir a ver a dónde otro ser humano -una madre en este caso- ha ido a parar.

P.- Un caso análogo al de Lorenzo es el de Christian, cuya madre también ha emigrado, aunque por motivos diferentes, ¿somos más parecidos de lo que pensamos?
R.- Sí, los seres humanos somos todos iguales. La literatura, en el fondo, nos enseña eso: sea cual sea el mundo del que provenimos, o nuestro idioma, sabemos vivir en profundidad toda buena historia escrita en un libro. Christian y Lorenzo son hermanos, no de sangre, sino de destino. Son hijos de dos mujeres que se marcharon con la esperanza de una vida mejor. Son hijos de la contradicción entre la búsqueda de la felicidad y la infelicidad que de ello se deriva. Europa, en estos momentos, está siendo recorrida por flujos como esos, en los que sin embargo la parte del león se la lleva siempre el capital. Las trayectorias son similares, pero los impulsos iniciales son muy diferentes. Quien parte del oeste y va hacia el este, lo hace por razones de lucro, para invertir; es, por lo tanto, una elección muy precisa. Quien parte del este y se dirige hacia el oeste, lo hace porque no le queda otro remedio,bajo pena de sucumbir.

Durante décadas Europa del Este fue el enemigo, el mundo que nos amenazaba por el simple hecho de que representaba una alternativa"

P.- Muestra a los rumanos mitad orgullosos mitad avergonzados de sí mismos, de su pasado y de su país, banalizado por los turistas con unas cuantas fotos en el Palacio de Ceaucescu, ¿somos los europeos unos desconocidos entre nosotros mismos?
R.- Cuando lo que está en medio es el temor, el otro se convierte en un desconocido. La Europa del Este ha sido el gran desconocido que teníamos en nuestra propia casa. Durante décadas fue el enemigo, es decir, el mundo que nos amenazaba por el simple hecho de que representaba una alternativa. Y una alternativa es una negación. La única modalidad de guerra que el Occidente capitalista ha llevado a cabo siempre ha sido la guerra comercial. Transformando al enemigo en un producto, empaquetándolo y lanzándolo al mercado. Una vez conseguido eso, la suerte está echada y la victoria queda asegurada. Transformar el palacio de Ceausescu en un souvenir que merece una fotografia es como poner la bandera en la Luna: hemos ganado, somos los mejores.

P.- Plantea la metáfora de una Europa Occidental voraz e insensible, ¿hemos profundizado en esa vía? ¿Hacia dónde va Europa?
R.- Lo que ocurres es que el hombre en general es un ser codicioso e insensible. Está en su misma naturaleza, especialmente cuando las cosas se ponen difíciles. Ante la amenaza, los animales atacan. Nos hallamos en un momento de acusada desintegración colectiva: la política se ha vuelto sierva de los poderes financieros, que son como aves de presa, que se mueven en un sistema violento basado en la deuda. Como resultado, la política -que cuenta muy poco- se limita únicamente a generar bonitos discursos, convertida en una máquina de palabras desconectadas de la acción. Europa se encuentra inmersa en esta contradicción: trata de construir una identidad de paz, de propagar una idea de armonía, a la vez que conduce una auténtica guerra diaria. No sólo hacia el exterior, sino también, y sobre todo, hacia el interior. Grecia, asfixiada por las deudas, está de rodillas: es uno de los posibles ejemplos de una guerra civil que está teniendo lugar dentro de nuestro continente.

P.- Destaca en su escritura un lirismo poco habitual y unas temáticas intimistas, ¿cómo se hace compatible este estilo tan literario con el éxito masivo entre el gran público?
R.- No creo que haya habido nunca tanta necesidad de poesía como en este momento histórico. Hay un deseo de belleza, y de complejidad y de sentido, que sólo la poesía nos puede dar. La poesía no pretende convencer a nadie, y en cambio, la época en la que vivimos aspira a convencer a todo el mundo de que es la mejor, por más que sea evidente que eso no es cierto, que hay una enorme infelicidad generalizada. Se dice que la gente quiere libros que no le hagan pensar. Pero eso tampoco es cierto, la superficialidad es un sistema que hace tiempo que entró en crisis: las personas quieren pensar, y por encima de todo lo que quieren es imaginar. La poesía es una gran máquina de la imaginación, por eso se enfrenta a todo discurso emanado del poder. Esta es la gran lección de Roberto Bolaño, por otro lado.

La superficialidad es un sistema que hace tiempo que entró en crisis: las personas quieren pensar "

P.- El libro se publicó hace casi una década, ¿qué ha cambiado? ¿Se reconoce en él, podría volver a escribirlo?
R.- Esta es la novela que cambió mi vida. Y no sólo por el éxito y los premios que ha obtenido, sino por una razón más significativa: fue en estas páginas donde encontré por primera vez mi propio estilo, es decir, la forma con la que quiero cruzar el mundo a través de las palabras. Íntima y política al mismo tiempo, con lirismo y ternura, cinismo e ironía, todo a la vez, y no puede ser de otra manera. Es un libro que me emociona cada vez que lo abro, porque se inscribe en el presente y, al mismo tiempo, habla de sentimientos originarios, fundacionales. En el curso de los años me he aprendido de memoria distintas páginas que me gusta recitarme en silencio.

P.- Desde entonces ha escrito poesía, teatro, ha seguido ejerciendo el periodismo, ¿cuál es su visión actual de la literatura? ¿Ha ido modificándose o mantiene la misma idea que cuando empezó a escribir?
R.- Mi idea, se me ocurre responder, cambia a cada línea. Cada línea que escribo cuestiona todo lo que he escrito hasta entonces. Salgo de cada libro profundamente cambiado, y nunca sé qué dirección tomaré hasta que no me pongo en camino. Aguardo a que se manifiesten las palabras. Soy un novelista que emplea el modelo compositivo de un poeta, pues sólo soy capaz de escribir lo que puedo escribir, lo que exige ser escrito. No lo que quiero escribir. Por lo tanto, la mía es una condición de espera, pero al final siempre aparece la palabra y llama a mi puerta. Confiemos en que no deje de encontrar el camino que la lleva hasta mí.