Yuval Noah Harari. Foto: Ilya Malnikov

Yuval Noah Harari. Foto: Ilya Malnikov

Letras El libro de la semana

Yuval Noah Harari cuestiona en 'Nexus' si el progreso nos ha hecho más sabios y felices

El historiador superventas no pretende impugnar en su nuevo libro el futuro de la inteligencia artificial, sino prevenirnos de los peores caminos posibles.

16 septiembre, 2024 02:18

La publicación del último libro del historiador israelí Yuval Noah Harari (Kiryat Atta, 1976) ha acaparado la atención esperada. Estamos ante un superventas, autor de ensayos tan leídos como Sapiens y Homo Deus, en los que intercalaba el repaso histórico con reflexiones sobre el presente y, sobre todo, un futuro cuyo aspecto, en general, no le gustaba.

Nexus

Yuval Noah Harari

Traducción de Joandomènec Ros. Debate, 2024. 608 páginas. 23 €

Sus libros no solo se venden bien, sino que parecen ser leídos genuinamente, vista la polémica que causan algunos de sus argumentos. Como es propio de quien vende muchos, algunos lo condenarán de antemano, aduciendo la endeblez de varios de sus fundamentos, aún sin haberlo leído. Otros, en cambio, correrán a reservar su ejemplar como si sus páginas fueran a revelar una verdad elusiva entre tanta confusión alrededor del cambio tecnológico en general, y, en este caso, de la Inteligencia Artificial (IA) en particular.

El justo medio de Harari es claro: se trata de un gran divulgador, al que hay que agradecer más su capacidad de generar debates (y lectores) con sus especulaciones fundamentadas en un conocimiento profundo de la historia que sus vaticinios sobre el porvenir. No hace falta estar de acuerdo con estos últimos para disfrutar de este ensayo que responde muy bien a la vieja pregunta de '¿cómo hemos llegado hasta aquí?' y está lleno de ideas sugerentes.

Seguramente, a Harari todo lo que digamos sobre lo equivocado de sus vaticinios sobre el futuro le dé igual, porque recorre el libro una clara intencionalidad inmunológica. No se trata tanto de denunciar a dónde vamos con el actual desarrollo de la IA, sino de prevenir los peores caminos posibles. Algunos podemos intuirlos ya, e incluso padecerlos, en forma de control masivo de la privacidad o en la sustitución de la mano de obra humana por otra robótica.

Y, ante esto, surge la pregunta clave, la que funciona de motor del libro: ¿qué hacer? Una pregunta presente de forma destacada en los ensayos anteriores de Harari. ¡Otro libro sobre la IA y sus peligros!, cabría temerse. Pero no, estamos ante un ensayo que aporta algo más: una mirada histórica (la especialidad de Harari) reposada y en la que el autor se detiene durante una extensa primera parte del libro, y una segunda en la que todos podemos participar como lectores, porque no trata de un tiempo remoto, sino del nuestro y del que vendrá.

La idea fuerza del ensayo es un cuestionamiento del concepto de progreso que hemos conocido y protagonizado hasta ahora. No es que Harari no reconozca los avances en medicina o en datos socioeconómicos. pero sí duda de que todo ese conocimiento acumulado que ha permitido avances parciales nos haya hecho más sabios y más felices. Y, respecto a ello, cómo no darle cierto crédito. El autor, en este caso, no necesita confrontar con Pinker, Norberg, Rosling o cualquier otro de los pensadores "optimistas".

En Harari hay un fatalismo de fondo que tiene que ver con algo que él mismo admite que nunca llegaremos a saber: ¿qué es todo esto?, ¿por qué existe algo en vez de nada? Su diagnóstico parte de ahí y le lleva a una conclusión que, de nuevo, es carne de controversia: "La humanidad consigue un poder enorme mediante la construcción de grandes redes de cooperación, pero la forma en que se construyen dichas redes las predispone a hacer un uso imprudente del poder", y concluye: "Nuestro problema, por tanto, tiene que ver con las redes".

Ese, el de las redes a lo largo de la historia y su posible camino futuro a través de la IA, es el eje de este libro. Harari pone múltiples ejemplos de redes exitosas para el mal, como las tejidas en su día por los nazis para atrapar a la sociedad más culta del momento. O las actuales de un Trump o un Bolsonaro (es sabido que Harari habla desde el progresismo, pero sus argumentos podrían reforzarse si incluyera ejemplos de aquellos que le son cercanos ideológicamente).

Y se extiende en lo que llama "la idea ingenua de la información", que define como aquella para la que "un racista es alguien mal informado que simplemente desconoce la realidad de la biología y de la historia". Una idea ingenua que "justifica la búsqueda de tecnologías de la información cada vez más potentes", y que "ha sido la ideología semioficial de la era de la informática y de internet". Un orteguiano "no es esto, no es esto".

El peligro que Harari ve en la IA es cómo contradecir lo que nos dice una máquina refinada frente a nuestro falible cuerpo humano

Si no es una enmienda a la totalidad de la idea de progreso o a la tesis del fin de la Historia, al menos suena como una colleja. Que sea un tortazo justificado lo deberá decidir cada lector.

No es que Harari no mencione los buenos usos de las redes. Y utiliza la primera persona y su caso para enmendar, de alguna forma, sus argumentos más pesimistas: "Al crecer en una pequeña ciudad homófoba de Israel [...] yo no conocía a un solo hombre abiertamente gay. Las redes sociales de finales de la década [...] ofrecieron posibilidades sin precedentes y casi mágicas para que los miembros de la dispersa comunidad LGTBIQ se encontraran entre sí y conectaran".

No es poca cosa, además de ser extrapolable a otros ámbitos. Uno de los aspectos más interesantes de Nexus tiene que ver con la exposición sobre cómo concedemos categoría de verdad revelada a determinados textos. Sea de carácter religioso, como la Biblia o el Corán, o político, como una Constitución, hay algunos capaces de generar redes cuya utilización sagaz concede un poder inmenso por la dificultad de ser rebatidos. Ese es el peligro que Harari ve en la IA: cómo contradecir lo que nos dice una máquina refinada frente a nuestro falible cuerpo humano, carne de achaques y debilidades.

Nexus tiene lo mejor de los dos ensayos importantes previos del autor: el fundamento histórico de Sapiens y cierta osadía para la prospectiva, que en el caso de Homo Deus pareció írsele algo de las manos en su visión pesimista de lo que podría estar por llegar. Y comienza con una pregunta inquietante, que no pocos cuestionarán: "¿Por qué somos tan buenos a la hora de acumular más información y poder pero tenemos mucho menos éxito a la hora de adquirir sabiduría?".

'Nexus' es un libro que hace reflexionar y que dará muchos argumentos para debatir. Harari siempre merece la pena

Una palabra esta última, por cierto, que remite a otro ensayo magnífico sobre la IA y sus potenciales peligros: Civilización artificial (Arpa, 2024), de José María Lassalle, cuyo subtítulo remite a la misma duda ante el cruce de caminos civilizatorio que supone el desarrollo tecnológico: "sabiduría o sustitución: el dilema humano ante la IA". Lassalle la utiliza para hablar del tipo de conocimiento que nos hará insustituibles frente a una máquina hipermusculada a través de la ingesta masiva de datos, y habla de esta sabiduría como el remedio para preservar nuestro papel en el nuevo mundo.

Harari lo hace en términos similares, pero parte de unos presupuestos y de unos vaticinios más oscuros. Un libro que hace reflexionar y que dará muchos argumentos para debatir sobre qué somos y hacia dónde vamos. Y que, al hacerlo, llegará a un gran público con su prosa didáctica y cercana. Harari es un autor al que siempre merece la pena leer.