Berta Vias Mahou: "Los fotógrafos y los escritores somos monstruos de la mirada"
En Una vida prestada la escritora imagina la vida de Vivian Maier, la desconocida fotógrafa que cuidaba niños y atesoraba más de 100.000 negativos en un armario
15 febrero, 2018 01:00Berta Vias Mahou. Foto: ZAS
A lo largo de su vida, Vivian Maier acumuló en un armario 2000 rollos de película, 3000 fotografías impresas y más de 100.000 negativos, además de zapatos, ropa vieja, horquillas o papeles de banco. No tenía casa propia. Su historia se hizo conocida hace casi diez años, cuando John Maloof adquirió aquel mueble en una puja de una casa de subastas. Niñera de profesión, fotógrafa por vocación, su vida se convirtió en un documental nominado al Oscar, Buscando a Vivian Maier, y su obra llegó a España en varias exposiciones."Vivian Maier pasó años y años haciendo fotografías sabiendo que eran buenas pero sin compartirlas - explica hoy Berta Vias Mahou (Madrid, 1961)-. No las compartió, no las vendió y no las exhibió, pero las guardaba. Año tras años, cuidadosamente ordenadas. Ella estaba creando ahí ya un personaje". "¿Para nada?", se pregunta. "No creo, no creo que simplemente fuera que tuviera síndrome de Diógenes. Es su vida y de alguna manera nos la ha regalado. Nos la ha guardado y se la ha puesto en bandeja a John Maloof para que nos la presentara".
En Una vida prestada (Lumen), su última novela, la autora intenta llenar los huecos de esta historia con una voz en segunda persona que permita a Maier "establecer un diálogo consigo misma, con el lector" y con la propia Vias Mahou, algo que define como "una mezcla de intimidad y de distancia". Cuenta que el personaje se lo ofreció Silvia Querini, editora de Lumen, y confiesa que "la novela es más ficticia que otra cosa. Es una recreación y de hecho el título va en esa línea. Es básicamente invención".
Pregunta.- En este sentido, ¿cuánto hay de ficción y cuánto de realidad? ¿Cuáles son los hechos reales?Me interesaba volver a tratar los mismos temas pero desde otro ángulo. Una mujer. Y mucho más sabia que el torero."
Respuesta.- He estudiado todo lo que estaba en mi mano para conocerla bien, pero evidentemente un novelista lo que hace es meterse en el pellejo del protagonista y de los diferentes personajes. La magia de la novela está más en la ficción que en la documentación. Algunos hechos son perfectamente verosímiles, no obstante. Por ejemplo en el pasaje del Moma durante la exposición de La familia del hombre se sabe que Vivian Maier estaba en Nueva York en ese momento y es muy factible que fuera. De hecho, hay fotos suyas del patio del museo con esculturas y algunas que le hizo a Dalí en la entrada. Es más que probable que todo el mundo del momento que estaba metido en el mundo de la fotografía la haya visto pero no sabían quién era.
P.- ¿Y cómo se documentó?
R.- Primero en internet. Por suerte, se publicaron muchas cosas sobre ella. Luego, por supuesto, por las fotografías. Las imágenes dicen mucho. Muchos de los personajes, como Cara Quemada, Corazón Picado o Cuerpo Torcido, están creados a partir de ellas. Cotejé los datos con una biografía de una profesora de Chicago que salió publicada unas semanas antes de que entregara mi libro. Pero también con otros libros que no tienen nada que ver con el tema. Muchas veces lo importante está en otros autores, no tanto en la vida del personaje que estas novelando. Y eso es lo que a lo mejor hace que el libro sea distinto a muchas de las cosas que se escriben sobre él. En el caso de Yo soy El Otro, por ejemplo, Diderot y su obra Jacques el Fatalista me ayudaron muchísimo para escribir la novela. Para Una vida prestada siempre pensé en un personaje de Kafka, de El Castillo, una mujer que se llama Amalia que a diferencia de todas las mujeres de la novela es orgullosa y no hace lo que hace la mayoría que es intentar entrar en el castillo. Esta Amalia es un personaje muy orgulloso, como puede ser Vivian Maier, como un bloque, no hace concesiones. Y de alguna manera la fotógrafa tiene algo de ella, esa fuerza de decir que no es no.
P.- Ahora que lo menciona, en su anterior novela, Yo soy El Otro, indagaba en la identidad, el triunfo y el fracaso. En este sentido, encuentro cierto paralelismo con Una vida prestada, ¿se puede decir que investiga en ella también los mismos temas?
R.- En todas mis novelas, cuando sé de qué voy a hablar, me preocupo en averiguar qué es lo que voy a escribir realmente. Cuando me planteé escribir en el libro del torero sobre la identidad, el éxito y el fracaso, me relajé. Pensé, "ya no es simplemente un torero", y empecé a escribir lo que en verdad quería. Con Vivian Maier me pasó un poco lo mismo. Yo no soy una experta en fotografía. Y pronto me di cuenta de que, en efecto, ella era como una contrafigura del torero. El protagonista de Yo soy el otro estaba obsesionado desde muy joven con triunfar. Él hace todo lo posible por conseguirlo pero, sin embargo, acaba en un callejón sin salida y fracasa. Es entonces cuando aprende lo que algunas personas como Vivian Maier, o Kafka en la literatura, parece que nacen sabiendo. Que en el éxito no hay nada maravilloso. Por eso me interesaba. Volver a tratar los mismos temas pero desde otro ángulo. Una mujer. Y una mujer mucho más sabia que el torero.
R.- Y, sin embargo, puede sorprender un poco que alguien que se dedica a la fotografía, al arte, no quiera exhibir sus obras, ¿no?
P.- Me sorprende que a la gente le cueste entender eso. Yo me identifico totalmente con ella. Llevo muchísimos años escribiendo y evidentemente caigo en la tentación de publicar pero una vez que está publicado me gustaría de alguna manera perderlo de vista. Cuando publiqué en Espasa mi primera novela y tuve que presentarla a la prensa, me dio un dolor de cabeza que se me instaló en el lado izquierdo. Eran los nervios. Entiendo a una persona que por carácter no se siente cómoda en el mundo del arte. Además, para las personas que son reservadas, tímidas, un poco particulares, ese mundo puede resultar como una selva. Vivian Maier lo veía todo desde fuera. Como sus fotografías. Tenía una mirada muy compasiva, muy tierna, pero a la vez con distancia. Consigo misma era igual. Sus autorretratos también lo son. Ella se mira desde fuera. Es una mirada casi de vivisección. No posa, no se maquilla, no hace gestos para parecer más atractiva.
P.- ¿Reivindica el papel de la mujer, de las fotógrafas, en su novela?
R.- No. Estoy reivindicando la figura de Vivian Maier y tratando de entender su vida. En esa época había otras mujeres fotógrafas, y mucho antes también, que, sobre todo en Estados Unidos pero también en Europa, en Alemania o Francia, eran muy capaces y hacían un poco lo que querían. Mujeres con arrojo y con las ideas muy claras. En esos años tienes a Dorotea Lange o Helen Levitt. La única galería de arte la dirige Helen Gee. Hay muchas mujeres en ese momento consideradas. Otra cosa es que en 1959 cuando la revista Popular Photography publica la lista de los diez mejores fotógrafos del mundo no haya ni una sola mujer en ella. A muchos de esos hombres hoy en día nadie los conoce y, sin embargo, sí se acuerdan de ellas. Yo en la novela precisamente critico ese tipo de listas que son como concursos de belleza chapuceros.
Muchas profesiones son corruptas, no solo la política. Todas las que dependen de la opinión pública lo son."
R.- Ella no cree en el matrimonio porque ha visto muchos matrimonios rotos a su alrededor. Sus padres, por ejemplo, que se separaban y se volvían a juntar continuamente. La relación era mala con su madre pero también con su hermano, que tenía un trastorno fuerte por el que le ingresaron varias veces. Vivian Maier es una mujer con las ideas muy claras. Muy reservada. Hace lo que quiere y como quiere. Aunque tenía un carácter muy particular que le llevó a estar sola. Alguna vez lo he dicho, muchos de mis protagonistas, de mis narradores, son personas que están amenazadas o que no pueden hablar, no pueden hacer lo que quieren hacer. Ella, de alguna manera, no es tanto que estuviera amenazada desde fuera, aunque también, porque seguramente no se sentía cómoda con los círculos fotográficos y del arte, sino que lo estaba por su propio interior, su carácter no le permitía estar ahí. Un poco como Kafka, que no quiso publicar mucho.
P.- ¿Es más importante lo que se ve o la mirada de quien mira?
R.- La fotografía habla más del que observa. También habla del observado pero no cabe duda de que cuando encuentras 100.000 negativos de una persona de alguna manera forma parte de su biografía.
P.- En Una vida prestada, escribe que "un artista es un bicho, una alimaña, gigante (...). Un monstruo", ¿es así como los ve?
R.- Tanto los fotógrafos como los escritores somos monstruos de la mirada. Estamos espiando siempre a los demás. Igual que un fotógrafo toma fotos sin permiso, el escritor se fija en las personas que le rodean para crear sus personajes. De alguna manera la gente a tu alrededor a veces te tiene miedo. Sí, creo que somos un poco bichos. Tengo varias cuñados que son escritores que a veces te los encuentras tomando notas. Somos indiscretos. Además las manías de una persona que se dedica a esto te convierten en un poco bicho. Te metes hasta tal punto en lo que haces que te olvidas de todo lo demás.
P.- También escribe que "el mundo del arte no es más que una charca pútrida" que "con demasiada frecuencia funciona tal y como lo hace el del crimen organizado", ¿es el arte, como piensa su protagonista, "una mafia"?
R.- El mundo del arte y de la literatura muchas veces me parece eso. Se critica mucho la política y entonces nos parece que efectivamente los políticos son unos corruptos. Yo pienso que muchas profesiones son corruptas, no solo la política. Todas estas que dependen de la opinión pública en ese sentido lo son. Pero no necesariamente tiene que ser así, o no solo. Vivian Maier lo dice, tiene una mirada muy bestia pero al mismo tiempo comprende que se puede equivocar.
P.- Otra cosa que llamaba la atención de ella, además de su personalidad, es que solo tomaba una única fotografía por imagen, ¿escribe usted así?
R.- Lo mío es una mezcla entre el inconsciente y mucho de trabajo intelectual. Escribo muy despacio. Me salen cosas un poco en torrente. Pocas. Pero mucho de mi trabajo es estar leyendo. Tiene mucho de reflexión y mucho de inconsciencia.
@mailouti