Manuel Montero: "El vasco es muy fiel a sus odios"
El historiador presenta su ensayo El sueño de la libertad, Premio Internacional de Ensayo Jovellanos 2018, en el que indaga sobre los efectos de la violencia de ETA
21 septiembre, 2018 02:00Manuel Montero
Premio Internacional de Ensayo Jovellanos en 2018 con El sueño de la libertad. Mosaico vasco de los años del terror (Ediciones Nobel), el historiador vasco Manuel Montero (Bilbao, 1955) indaga en este ensayo sobre los efectos sociales que causó el terrorismo de ETA. Unos efectos que el propio catedrático, forzado a vivir con escolta desde el año 2000, experimentó muy de cerca. Cuenta que si pudiera, volvería a hacer lo mismo aún sin saber si mereció la pena. "Me falta llegar a esa conclusión vital -reconoce-. Sé perfectamente que no se puede volver a 1999. Desde entonces mi familia y yo hemos vivido una vida que no nos tocaba vivir y además en función de unas circunstancias que no se tenían que haber producido".Ferviente defensor de la democracia como única respuesta y como la única responsable de vencer al terrorismo -subraya que "eso sí que merece la pena"-, en su ensayo Montero desgrana los años del terror en el País Vasco desde sus orígenes hasta la actualidad con un tono que opina que no puede ser neutral. "La neutralidad no consiste en repartir culpas y razones. ETA es un grupo terrorista que arremetió contra la sociedad vasca y la democracia". De hecho, ironiza, "a fuerza de no hablar el País Vasco se ha convertido en el parque temático de la felicidad, como si no hubiera pasado nada". Es por eso que se ha propuesto abarcar uno de los periodos más siniestros que, no obstante, "conviene recordar para no repetir".
Para ello en El sueño de la libertad. Mosaico vasco de los años del terror utiliza un estilo narrativo peculiar, donde intercala la historia con relatos más narrativos que recogen su propia experiencia personal y de la gente que ha conocido. En él esboza una especie de mosaico donde los textos a veces se complementan y otras se yuxtaponen, analiza. Una versión que, en sus palabras, solo puede ser desde su lado más democrático "o habremos contado mal esa parte de la historia". Y es que, apunta, la construcción de este relato, que no puede ser compartido ni diluir responsabilidades, "queda pendiente. Todavía hay espacios donde siguen existiendo la apología al terrorismo". En este sentido, añade que tampoco puede quedar la idea de que el terrorismo responde a la violencia. "En los 45 años en los que actuó ETA casi todos los atentados ocurrieron en un periodo democrático", incide. En su conjunto, "asombra la facilidad con que se aceptó la violencia" y "sigue siendo llamativa la omnipresencia del terror, la amenaza y los silencios sociales".
Autor de varios libros de historia, entre los que se encuentran Las guerras de Cuba y Filipinas contadas por soldados del pueblo. Cartas de Baracaldo, Algo habré hecho. País Vasco: del terrorismo a la paz ritualizada o En el nombre de Bilbao. Los imaginarios urbanos, los modos de vida y el desarrollo de la villa, recuerda Montero que cuando decidió presentar El sueño de la libertad. Mosaico vasco de los años del terror al Premio Internacional de Ensayo Jovellanos lo envió con pocas expectativas. Su estilo arriesgado y la falta de optimismo que se desprende del texto le generaron ciertas dudas, a pesar de lo cual fue elegido entre las 209 que se presentaron en la edición de este año.
De la reflexión sobre estos efectos del terrorismo que refleja en su obra, Manuel Montero sostiene que lo peor de todo es, sin duda, el deterioro ético. Cuando todo, cualquier cosa, comienza a parecer válido. "De pronto se dio por bueno que existiesen muertes de primera y de segunda y la víctima, cuanto menos, se merece nuestra solidaridad". A su entender, el discurso formaba parte importante de esta especie de quebranto ético. Como el concepto de impuesto revolucionario, que no era más que una extorsión "nombrada de una forma que ennoblece". El mensaje que tendría que haber destacado era otro y era claro: "No se puede matar, no se puede concebir el asesinato como una acción política".
Otro de los efectos fue el odio. Para explicarlo el historiador ha recurrido a una cita de su propio libro: "El vasco es muy fiel a sus odios". El problema de este sentimiento, analiza, "es que tiene una enorme capacidad de reproducirse en sí mismo. Es insaciable. Siempre encontrará algún motivo para perpetuarse", concluye.
@mailouti