Detalle de Celebración de la Paz de Münster, de Bartholomeus Van der Helst (1648)

Detalle de Celebración de la Paz de Münster, de Bartholomeus Van der Helst (1648)

Letras

La Guerra de los Treinta Años 1618–1648. Europa ante el abismo

13 febrero, 2019 12:32

La Esfera. Madrid, 2018. 720 páginas. 34,90 €. Ebook: 12,99 €

En 2018 se cumplieron tres siglos del comienzo de la Guerra de los Treinta Años. Al calor de la conmemoración aparece este libro de Cristina Borreguero, reconocida especialista en la historia militar, que aborda la difícil tarea de explicar una contienda larga y compleja. Lo que en origen fue un conflicto en el seno del Sacro Imperio Germánico, se extendió pronto a toda Europa, se conectó con otras guerras en curso y, por fin, dada la condición de imperios ultramarinos de algunos de los países involucrados, puede decirse que alcanzó escala planetaria. Este desbordamiento transcontinental nos permite hablar de una primera guerra global, precedente del mundo en guerra vivido en el siglo XX. Se ha precisado que, además del número de contendientes y de su duración, la Guerra de los Treinta Años fue la primera guerra total, en el sentido de que la acción bélica no implicó solo a los ejércitos, sino que se orientó contra la población civil con objeto de minar la resistencia del enemigo, golpeando con dureza sus recursos y librando las batallas en el campo de la opinión y la propaganda. Junto con el panorama de destrucción que ocasionó, esta guerra se ha ganado un sitio específico en la historia de las maneras de luchar, como fase culminante de la denominada revolución militar. Fue el punto álgido del proceso de transformación de las batallas que arrancó en el Renacimiento, caracterizado por el predominio de las armas de fuego, el crecimiento del tamaño de los ejércitos, la sofisticación de la ingeniería militar y la influencia de la logística en la manera de concebir estrategias y tácticas.

Borreguero revisa muchos tópicos y aborda cuestiones polémicas sobre la guerra de los 30 años, como la implicación de España en el conflicto

Todas estas dimensiones de la gran conflagración de la Edad Moderna han sido ponderadas por Borreguero, buena conocedora de la bibliografía sobre este tema. Gracias a su esfuerzo, el lector dispone de una síntesis, rigurosa y fácil de seguir, de las múltiples vertientes e implicaciones de la guerra. Pero no se conforma con ello, sino que somete a crítica muchos tópicos y aborda cuestiones polémicas. Es el caso de la supuesta influencia determinante del factor confesional tanto en el origen de la pugna como en el alineamiento de los implicados; lo que se dirime es el puro poder, y prueba de ello son los cambios de bando y los alineamientos de potencias católicas con protestantes, o los antagonismos entre Estados protestantes. La autora matiza, además, el impacto económico de la contienda, que se ha considerado la causa de la crisis del siglo XVII. Es evidente que un estado de guerra sostenido durante décadas impactó negativamente en las actividades productivas, pero no fue el principal motivo de una depresión que tuvo ritmos distintos. 

Un valor añadido del libro reside en reubicar a España en el conflicto, porque la historiografía tradicional internacional ha minimizado su participación, tanto por considerar la guerra un asunto centroeuropeo, como por separar de la contienda general la segunda fase de la guerra de Flandes (1621-1648), y sobre todo el enfrentamiento hispano-francés (1635-1659). Ya se había advertido este error de perspectiva (Fernando Negredo, 2016), y ahora insiste en ello Borreguero, contextualizando la posición española en el tablero continental, en particular las conexiones entre las zonas de tensión del Imperio con las áreas neurálgicas para España en el norte de Italia que se desestabilizan desde la segunda década del XVII. Es imposible desligar a la primera potencia política del gran desafío que iba a dirimir la hegemonía y reordenar el mapa continental, más aún si se tiene en cuenta que la eterna batalla de los Países Bajos se desarrolló en paralelo y, claro está, en 1635 se abrió la guerra entre la potencia que reclamaba el liderazgo, Francia, y la que lo ostentaba, España. Por ello y tras la lectura del libro cabe preguntarse si la Guerra de los Treinta Años finalizó en 1648 (Westfalia), como comúnmente se acepta, o si se alargó hasta la Paz de los Pirineos, en 1659.