Muros. La civilización a través de sus fronteras
El historiador David Frye repasa la historia humana a partir de la construcción de murallas defensivas en distintas épocas
5 junio, 2019 10:20David Frye
Traducción de Eduardo Jordá. Turner
Madrid, 2019. 304 páginas. 24,90 €
Alrededor del año 10.000 a.C. los habitantes de Jericó rodearon su ciudad, la primera de la historia, con una muralla. Desde entonces, en todas las épocas y latitudes, la construcción de muros se extendió allí donde hubo civilización. De Gran Bretaña a China, incluyendo África, Perú y las estepas de Asia Central, donde hubo ciudades e imperios hubo murallas. Una realidad que el historiador estadounidense David Frye lleva más allá en su libro Muros. La civilización a través de sus fronteras, donde plantea la revolucionaria tesis de que los muros no son ni han sido únicamente una condición previa e ineludible para la aparición de civilización, sino que dan forma profunda a la psique humana.
"La civilización y las murallas van siempre de la mano. No ha habido ningún otro invento en la historia de la humanidad que haya desempeñado un papel más importante en la creación y en la configuración de las civilizaciones", sostiene Frye, que afirma que, una vez guarecidos tras la seguridad de sus murallas, los habitantes de pueblos antiguos como el mesopotámico, el egipcio o el griego, pudieron soltar sus armas y dedicarse a desarrollar la artesanía, el comercio y la cultura.
Esta necesidad de protegerse intrínseca a la civilización, repetida paulatinamente de forma global, no ha dejado de suscitar contradicciones (famosa es, como ejemplo, la secular lucha ideológica entre Atenas y Esparta), generando la arraigada dicotomía entre civilización y barbarie, personificada, según la época en pueblos esteparios como hunos, escitas y mongoles, en los beduinos de Arabia o en los pueblos germánicos que barrieron del mapa el Imperio romano, que, orgullosos de su forma de vida, acuñaron dichos tan explícitos como “Si naces en una tienda mueres en combate” o “Los saqueos son nuestra agricultura”.
Pero más allá de los enérgicos y coloridos relatos de invasiones, imperios, reyes y kanes que recorren 5.000 años de historia desde el Muro de Adriano y la Gran Muralla China hasta la Línea Maginot y el Muro de Berlín, el amplio ensayo de Frye demuestra que lejos de considerarse algo anacrónico y pretérito la humanidad nunca ha construido tantos muros como en la actualidad. Aunque ahora nos sean hordas de ejércitos invasores, sino muchedumbres de inmigrantes del Tercer Mundo que pugnan por dar el salto de la barbarie a la civilización. "Por cada persona que ve en los muros una forma de opresión, hay otra que exige la construcción de una barrera más alta, más nueva y más larga", afirma.
"Desde la caída del Muro de Berlín ha pasado más de un cuarto de siglo, pero si entonces nos parecía que los muros eran cosa del pasado, todos estábamos equivocados. En el siglo XXI, los muros fronterizos han vivido un notable resurgimiento", constata Frye, antes de enumerar una lista de las nuevas barreras que dividen el mundo: la valla defensiva en el Eurotúnel, que cruza el Canal de la Mancha; la barrera levantada por Israel que rodea Gaza; las vallas de seguridad de alta tecnología que defienden las fronteras de Arabia Saudí; la valla de 700 kilómetros que separa Kenia de Somalia o el muro de 1.500 kilómetros que construye Ecuador para separarse de Perú.
Y es que al viajar a través de los siglos debemos recordar que estos constructores de murallas que depositan su seguridad en límites artificiales somos nosotros. Por eso, la historia de todos estos muros es más que una historia de ladrillos, piedras o barro, ahora plástico y metal. Es la historia de la civilización, nuestra civilización, de quiénes somos y de cómo llegamos a serlo.