Musolini contra Lenin
Emilio Gentile
Traducción de Carlo A. Caranci. Alianza. Madrid, 2019. 311 páginas. 22 €. Ebook: 9,99 €
Ginebra, comienzos de 1904. En la ciudad suiza se cobijan, entre otros muchos revolucionarios europeos, un ruso que asaltará con éxito el Estado en la década siguiente y será universalmente conocido como Lenin, y un periodista y agitador italiano, bastante más joven (21 años, trece menos que el bolchevique), que también se hará con el poder en su país algunos años después, Benito Mussolini. Es tentador imaginar un encuentro entre ambos: ¿en la Brasserie Handwerk, por ejemplo, celebrando el aniversario de la Comuna de París?
La hipótesis tiene menos significado del que le podemos atribuir desde nuestra actual perspectiva porque entonces ni uno ni otro eran nada y un posible encuentro casual no hubiera dejado huella en ninguno de ellos. Pero indudablemente la coincidencia resulta sugestiva como punto de partida para un ensayo que comienza como una especie de vidas paralelas pero luego se decanta por una abierta contraposición entre dos personalidades políticas y, sobre todo, dos formas disímiles de entender el poder.
El autor de este estudio es una de las grandes figuras de la intelectualidad italiana, el historiador Emilio Gentile (1946). Discípulo de Renzo de Felice, el profesor Gentile es una de las mayores autoridades vivas sobre el fascismo, y es bien conocido por el público español porque se han traducido algunas de sus obras más representativas, como Fascismo. Historia e interpretación (Alianza, 2904), La vía italiana al totalitarismo (Siglo XXI, 2005) y El fascismo y la marcha sobre Roma (Edhasa, 2015).
Deslumbrante por su profundidad analítica y claridad expositiva, este es un estudio de la forja de Musolini contra la sombra de lenin, pero no al revés
En esta ocasión Gentile, sin perder el rigor que le caracteriza, parece que quiere llegar a un público todavía más amplio, pues ha concebido su obra como si se tratara de la comparación de dos singulares trayectorias biográficas y, además, desde el punto de vista formal, ha distribuido su estudio en dieciséis capítulos relativamente breves, muy ágiles y con epígrafes muy atractivos. Independientemente de que el especialista pueda diferir en algunos de sus matices o interpretaciones, el resultado final es una obra deslumbrante por su profundidad analítica y claridad expositiva.
Ahora bien, tanto el título –en este caso, fiel al original– como la portada de la edición española pueden alentar un cierto equívoco en el sentido de que nos hallamos ante una biografía completa de los dos líderes. No hay tal, por tres razones: primero, porque el autor no aspira a escribir una (doble) biografía convencional, ni se plantea el conjunto de la trayectoria de ambos estadistas; segundo, porque este es –conviene no olvidarlo– más bien un ensayo político, en el que las peripecias vitales no dejan de ser una percha para el estudio de ideas y doctrinas; y tercero y quizá lo más importante, porque el tratamiento de los protagonistas presenta una notable asimetría: este es un estudio de la forja del dirigente italiano contra la sombra del bolchevique, pero no al revés.
El punto de partida es doble, el magma revolucionario (nietzscheano) de la época y, en términos estrictamente políticos, la insatisfacción de los radicales del momento con el sistema parlamentario, acusado de servir a los intereses de las oligarquías y de condenar así a la miseria a la mayor parte de la población, en especial, las clases trabajadoras. En esas coordenadas, el estallido de la I Guerra Mundial constituirá el gran acontecimiento –la sacudida brutal– que unos y otros tratarán de aprovechar o instrumentalizar para sus causas respectivas.
Marx es la referencia común, sin duda alguna, pero ya desde el comienzo Gentile enfatiza las diferencias entre sus dos protagonistas, empezando por “dos adolescencias poco paralelas”, siguiendo luego con sus diferentes actitudes ante la Gran Guerra y culminando en el desconocimiento y la incomprensión que manifiestan Mussolini y los suyos por el rumbo de los sucesos en Rusia durante las fases revolucionarias de 1917. De hecho podría decirse que, desde ese momento, no solo no hay ya paralelismo alguno sino disparidad absoluta. Frente a la tesis de que el modelo leninista estaba de algún modo presente en la construcción fascista del Estado, Gentile defiende una interpretación radicalmente distinta: “el duce nada había aprendido del líder bolchevique. Ni para conquistar el poder ni para construir su propio régimen totalitario”.