Luis Méndez de Haro y Guzmán, VI marqués del Carpio, grabado de Joannes Meyssens

Luis Méndez de Haro y Guzmán, VI marqués del Carpio, grabado de Joannes Meyssens

Letras

Luis de Haro, el valido discreto de Felipe IV

En 'El valimiento y el gobierno de la Monarquía Hispánica' el historiador Alistair Malcolm reivindica, a través de la figura de su valido Luis de Haro, la importancia de los turbulentos años finales del reinado de Felipe IV

19 mayo, 2020 07:28

El valimiento y el gobierno de la Monarquía Hispánica (1640-1665)Alistair malcolm

Traducción de Jesús Cuéllar. Marcial Pons. Madrid, 2019. 416 páginas. 28 €

El gobierno de la Monarquía de España en tiempos recios y la figura del segundo valido de Felipe IV, Luis Méndez de Haro (1603-1661), son los asuntos que centran este libro. El tema es apasionante, y sin embargo estos decisivos años centrales del siglo XVII han merecido menos atención que la época anterior, las dos décadas dominadas por el avasallador gobierno de Olivares. Despachar el resto del reinado del Rey Planeta con la etiqueta de la decadencia ha sido con frecuencia un modo de simplificar las cosas y servirse de cómodos clichés. Analizar las complejidades de estos años turbulentos, dentro y fuera de las fronteras de la Monarquía y, sobre todo, el particular modo de ejercer el poder del sobrino de Olivares, son los objetivos de este estudio firmado por el hispanista Alistair Malcolm, discípulo de John Elliott.

Si Olivares siempre fue visible y notorio, por su personalidad y por su manera de entender el gobierno, Luis de Haro ejerció el valimiento de un modo muy distinto. Tan discreto fue al ascender al puesto, que los especialistas no pueden precisar exactamente cuándo empezó de verdad su privanza. Algunos opinan que fue poco después de que en enero de 1643 el conde-duque fuese despedido de la corte, y otros, como el autor de este estudio, consideran que el momento en que propiamente podemos considerarlo el nuevo privado no se produjo hasta la firma de la Paz de Westfalia (1648), cuando heredó además el título de marqués del Carpio.

Hasta entonces y sin estridencias fue acostumbrando a todos, al rey y a sus posibles rivales políticos, a una creciente intervención en los asuntos mientras trataba de generarse el menor número de enemigos. Experto cortesano por su prolongada presencia en el laberinto palaciego, Haro también aprovechó sus oportunidades para demostrar solvencia en la gestión de los encargos administrativos y de logística militar. Aprendió de los tiempos de Olivares y de su caída cómo no había que comportarse si se quería sobrevivir en el centro de la escena pública.

A través de la figura de su valido Luis de Haro, el hispanista Alistair Malcolm reivindica la importancia de los turbulentos años finales del reinado de Felipe IV

De hecho, una de las impresiones que se obtienen tras leer este libro es que el gobierno de Haro fue una reacción a la experiencia del gobierno anterior, y de ahí que parezca que el comportamiento del sobrino consistió en alejarse del modo de conducirse de su tío. Ahora bien, ello no quiere decir que ambos no compartiesen objetivos, ambiciones y necesidades al ocupar la cúspide del más poderoso Estado de su tiempo. Es lo que Alistair Malcolm denomina el problema del valimiento, la anomalía de que en una monarquía absoluta hubiera una persona que compartiese el ejercicio de la autoridad con el rey, único a quien correspondía legítimamente ese derecho y ese deber. No obstante, el fenómeno afectó a otras monarquías europeas y muy en particular a Francia, porque si Olivares tuvo como antagonista a Richelieu, Mazarino fue la contrafigura de Haro. Cierto es que el privado se situaba en medio del organigrama político-administrativo, pero no lo es menos que pese a una precariedad constante, Haro, como sus antecesores, disfrutó del poder en virtud de la confianza que le renovaba constantemente su rey.

Luis de Haro tuvo la inteligencia de configurar un tipo de valimiento mesurado e integrador que, según el punto de vista del autor, casi sería un gobierno colectivo. Pero parece que sus criterios personales se impusieron en la toma de decisiones, como se evidencia en la política exterior. Malcolm señala que, si en apariencia el discurso de Haro fue menos agresivo que el anterior reputacionismo, sin embargo dilató todo lo que pudo el fin de la guerra con Francia, hasta que la intervención inglesa la hizo insostenible, o priorizó la restauración de Cataluña y Portugal sobre otros frentes.

Corolario de su gestión fue la negociación de la Paz de los Pirineos en 1659, que para el autor fue un verdadero éxito diplomático a pesar de tener todo en contra. Quizá estas interpretaciones debieran matizarse, pero este ensayo es una interesante aproximación a la época y al personaje, que se suma a las de historiadores españoles de prestigio reunidas en El mundo de un valido. Don Luis de Haro y su entorno (Marcial Pons, 2016), coordinado por Rafael Valladares.