El inquietante realismo de Jon Bilbao
Frente a la inanidad anecdótica hoy de moda, cada uno de los seis relatos de 'Basilisco' implica una celebración de la narratividad, del gusto por contar
15 junio, 2020 08:08Pocas obras hay en las que el verismo documental y la invención cercana a la pura fantasía convivan en un mismo texto narrativo con absoluta naturalidad. Esta peculiaridad marca Basilisco, de Jon Bilbao (Ribadesella, Asturias, 1972). Se podría argumentar que el reto lo facilita el que el libro esté compuesto por seis relatos. Sin embargo, no son piezas sueltas porque entre ellas se dan fuertes vínculos, así la reaparición de algunos personajes, del anónimo narrador y a veces protagonista y su mujer, Katharina o de un tipo raro, un tal Dunbar que vivió hace más de un siglo.
En cualquier caso, existe un abismo en la recreación del mundo entre los textos de esta peculiar novela fracturada. El primero tiene las trazas de una narración de campus costumbrista que, a su vez, encierra un cuento legendario de terror en el que aparece el mentado Dunbar. También el último se sostiene en un realismo emocional que da cuenta del regreso melancólico de alguien a los espacios infantiles en la vieja casona familiar (situada en el pueblo natal del autor, detalle no anodino, pues un subterráneo autobiografismo permea el libro). Por el contrario, la novela corta de aventuras del oeste que refiere la expedición del capitán Drummond a Utah contiene una fábula visionaria bajo un aquelarre de violencias y terrores múltiples.
Frente a la inanidad anecdótica hoy de moda, aquí cada relato implica una celebración de la narratividad, del gusto por contar
Semejantes rasgos marcan los otros tres textos y todo ello da lugar a un escrito, uno de cuyos elementos unificadores está en la aleación de lo cotidiano con algo extraño, perturbador. El otro factor que proporciona continuidad al conjunto es el análisis de la relación entre los seres humanos. En algún caso tiene caracteres de anormalidad, como en la faulkneriana historia en que los hermanos Dunbar exhuman a la madre para rescatar un anillo; o en el episodio donde el Dunbar apodado Basilisco descerraja un tiro a una prostituta. En el extremo opuesto, otras relaciones tienen aspecto común. En estos casos Bilbao hace que fracasen al minarlas con la carcoma de la susceptibilidad, la incomunicación, el engaño, la intransigencia o la agresividad.
Para presentar estos asuntos el autor despliega su condición de narrador nato que acompaña de un esmerado trabajo. Los relatos tienen una arquitectura bien calculada que evita la tentación del cierre argumental sorprendente y queda abierto como si solo se contara un trozo de vida. La prosa sencilla, perfecta en léxico y sintaxis, indica una expresiva tensión antirretórica. La ausencia de signos ortográficos en los diálogos añade un toque moderno a unos enfoques tradicionales.
Además, frente a la inanidad anecdótica hoy de moda, cada historia implica una celebración de la narratividad, del gusto por contar inexcusable en cualquier relato. Esta narraciones bien trabadas y bien escritas agarran al lector con una visión muy negativa de la vida, la cual se presenta como una experiencia signada por el desencanto, el dolor o la soledad. Basilisco se salda con el realismo inquietante de un duro y triste mensaje.