Los premiados españoles emocionan (y sorprenden) en la ceremonia de los Princesa de Asturias
Juan Mayorga, galardonado en Letras, dramatiza un discurso conmovedor. La cantaora Carmen Linares y la bailaora María Pagés, distinguidas en Artes, interpretan contra pronóstico unos versos de Juan Ramón Jiménez
28 octubre, 2022 20:07Solo había tres premiados españoles en esta edición de los Princesa de Asturias. Tres artistas y creadores en dos categorías: Letras y Artes. Han sido ellos quienes han conmovido al respetable del Teatro Campoamor, en Oviedo, que desde 2019 no disfrutaba de una ceremonia con absoluta normalidad. Juan Mayorga, distinguido en Letras, dramatizó su discurso, como era de esperar, y sugirió su compromiso para que el texto se convirtiera en una obra de teatro. Carmen Linares y María Pagés, premiadas en Artes, han sorprendido con la interpretación espontánea de unos versos de Juan Ramón Jiménez a golpe de cante y baile.
El sonido habitual de las gaitas custodiando la entrada de los premiados anticipaba una gran noche. Por fin, después de tres años, asistentes y autoridades se presentaban en la icónica gala de los premios asturianos sin mascarillas ni distancia de seguridad a la que atenerse. El himno de España al son gaitero servía como antesala de la ceremonia. Luis Fernández-Vega Sanz, todavía presidente de la Fundación Princesa de Asturias, fue el primero en tomar la palabra. Tras cuatro años al frente, se despedía deseando el mayor de los éxitos a su sucesora, Ana Isabel Fernández Álvarez, recién nombrada presidenta.
Era el momento de los discursos. El primero en subir al estrado sería el dramaturgo reconocido con el Princesa de Asturias de las Letras. Mayorga, como había insinuado en entrevistas recientes, confeccionó su texto como si de una pieza teatral breve se tratara. Incluso hacia el final de su intervención dejó entrever que, igual que hiciera con el discurso de ingreso en la RAE trasnmutado en Silencio, este podría convertirse también en una obra teatral. Pero antes hubo enjundia, mucha enjundia.
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Mayorga regurgitó de memoria un testimonio emocionado hacia los espectadores y los niños del mundo —personificados en las figuras de sus hijos— que empezaban a descubrir el teatro. Doña Rosita, la soltera, de Lorca, y La vida es sueño, de Calderón de la Barca, fueron las obras que le revelaron un mundo nuevo, según confesó en un discurso donde no faltaron evocaciones a su infancia, una casa donde "se leía en voz alta".
Tampoco se olvidó de "las actrices, los directores, los escenógrafos, las figurinistas, los iluminadores, los músicos, las tramoyistas, los maquilladores, las productoras, las traductoras..." Por supuesto, los "compañeros y compañeras" que "han dado vida" a sus letras en un escenario.
En la historia del Premio Princesa (antes Príncipe) de Asturias de las Letras, instituido en 1981, solo constaban dos dramaturgos, Francisco Nieva y Arthur Miller, que fueron ungidos con él en 1992 y 2002. Mayorga es el tercero y, con la humildad que lo ha caracterizado siempre, podría perfectamente presumir de no haberse arredrado ante la dimensión de sus predecesores. Su discurso será, sin duda, recordado. La cerrada ovación a su término lo augura.
Admirador de Walter Benjamin y Harold Pinter, el autor de obras tan transcentales para el teatro español contemporáneo como Reikiavik fue distinguido “por la enorme calidad, hondura crítica y compromiso intelectual de su obra: acción, emoción, poesía y pensamiento”. Hoy, cuando acaba la Semana de los Premios, el filósofo y el matemático se disputa con las otras dos premiadas españolas el momento más emocionante de la ceremonia.
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No estaba en el guion que la cantaora Carmen Linares y la bailaora María Pagés ejecutaran en el Campoamor las disciplinas por las que han sido premiadas. Lo habían hecho, con éxito, un día antes en el Auditorio de Oviedo. Pero tras recibir los pergaminos, enfilaron hacia el público. La primera en intervenir fue Linares, que anunció la sorpresa: "De Juan Ramón Jiménez, con tu voz”, dijo apuntando al cielo con la palma de su mano. Su voz rasgada y llena de verdad se perdió a capella entre los versos del poeta: "Clavo débil, clavo fuerte... / Alma mía, ¡que más da! / Fuera cual fuera la suerte, / el cuadro se caerá".
E irrumpió el baile libre y desbocado de Pagés, arrolladora mezcla de talento y equilibro, de pasión y de compás. Ataviada con un mantón de tonos rojos, voló sobre el poema del Nobel andaluz, que en la garganta rota de Linares sonaba así: "Cuando esté con las raíces / llámame tú con tu voz / Me parecerá que entra / temblando la luz del sol".
Por enfrentarse al arte desde “la conciencia de una verdad ineludible”. Era uno de los motivos que José María Velázquez-Gaztelu arguyó en la páginas de El Cultural para explicar el reconocimiento a estas dos grandes figuras. “Por ensanchar el cante y el baile flamenco desde el respeto por la tradición, apostando por ampliar sus cauces expresivos”, rezaba el acta del jurado. Los aplausos encendidos del Teatro abrocharon ambas causas. Emoción a raudales en los galardonados patrios.
Los premiados fueron desfilando por delante de sus majestades los Reyes de España, de la princesa Leonor y de la infanta Sofía. Cada uno mostrando su premio al respetable. Ellen MacArthur en Cooperación Internacional, la Fundación y Equipo Olímpico de Refugiados en Deportes, Yann Lecun y Demis Hassabis en Investigación Científica y Técnica... Estos dos últimos recogían la distinción también en nombre de los ausentes Geoffrey Hinton y Yoshua Bengio, considerados los padres de una técnica esencial de la inteligencia artificial, el deep learning o aprendizaje profundo. No pudieron asistir por problemas de salud pero, como los asistentes, fueron ovacionados por sus contribuciones al avance de la IA y a su integración plena en la sociedad.
[Adam Michnik: “Putin es capaz de todo, no se puede ceder ante él”]
Quien sí pronunció discurso fue Adam Michnik, galardonado en la categoría de Comunicación y Humanidades “por su compromiso con el periodismo de calidad y por su influencia en la recuperación y en la defensa de la democracia en Polonia”. Así, "la experiencia española nos sirvió a los polacos a enfrentarnos a la dictadura", comenzó relatando el periodista e historiador, que demostró su modestia en declaraciones de esta naturaleza: "Este magnífico premio no es para mí, sino para Gazeta Wyborcza, el periódico que nació al mismo tiempo que la democracia polaca, en 1989".
La invasión de Ucrania centró el conjunto de su alegato pacífico. “Esta es una guerra malvada desencadenada por hombres malvados que, poseídos por la locura del imperialismo de la Gran Rusia, nos recuerdan hoy de lo que son capaces los hombres envenenados por la mezcla de nazismo y bolchevismo, y por su crueldad y anarquía”, aseveró.
“Putin no es Rusia”, matizó, y bajo esta consigna quiso "recordar a aquellos rusos que se oponen a esta barbarie bélica y manifiestan abiertamente su oposición. Son ellos los que defienden el honor de Rusia, como lo hicieron en su día Sájarov y Solzhenitsyn; como Thomas Mann defendió el honor de Alemania durante los años del apocalipsis nazi".
Por otro lado, alertó de una tendencia que "en la vida pública está ganando terreno". Se trata de la que "recurre al lenguaje y a la práctica del populismo agresivo, del nacionalismo y del autoritarismo". Es, según Michnik, que citó a Miguel de Unamuno para referirse a Cervantes, "la práctica del desprecio expresado en el lenguaje de la izquierda y de la derecha totalitarias. Una agita banderas negras y la otra, rojas”, concluyó.
[Eduardo Matos Moctezuma: tras las huellas del pasado prehispano]
También subió al estrado Eduardo Matos Moctezuma, Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales “por la excepcional contribución al conocimiento de las sociedades y culturas prehispánicas”. Con el recuerdo presente de sus maestros, ha reivindicado que “México y España están unidos por lazos indisolubles". Tanto que "lo que hoy son nuestros dos países venían, de siglos atrás, arropados en sus propias historias”.
Arqueólogo, profesor y divulgador, Moctezuma ha sido pertinaz en la tarea de perseguir las huellas del pasado prehispano a lo largo de su trayectoria. La conquista de América, por tanto, no podía faltar en su exposición. “En la primera parte de la conquista, el enemigo a vencer por las huestes de Hernán Cortés y miles y miles de aliados indígenas enemigos de Tenochtitlan, eran los mexicas o aztecas”, dijo el científico mexicano, responsable del proyecto Templo Mayor en la ciudad aludida, ubicada en el centro de Ciudad de México.
“La historia nos muestra, a lo largo de los siglos, que toda guerra conlleva muerte, destrucción, desolación, imposición, injusticia y violencia. España lo ha vivido en carne propia. México también. Esto no se olvida, pero tampoco podemos anclarnos en el pasado y guardar rencores, sino mirar hacia adelante”, concluyó Moctezuma, cuyos éxitos más destacados provienen de la dirección de excavaciones y la organización museística. Como Michnik, también citó a Unamuno, a propósito de su discurso antibélico en la Universidad de Salamanca ante los falangistas al inicio de la Guerra Civil Española.
El arquitecto Shigeru Ban no pronunció discurso, pero fue una de las grandes presencias de la ceremonia. “Considerado el gran activista de la arquitectura por la prensa especializada, Shigeru Ban ha alcanzado prestigio internacional por ser capaz de dar respuestas rápidas y eficaces en forma de refugios y viviendas temporales a situaciones extremas y devastadoras provocadas en su mayoría por catástrofes naturales”, decía el acta del jurado que reconoció su Princesa de Asturias de la Concordia.
[Shigeru Ban, de la arquitectura de urgencia a los encargos de las élites]
Galardonado por “su labor como arquitecto de urgencias”, tal y como explicaron los arquitectos Inmaculada Maluenda y Enrique Encabo en nuestras páginas, fue elogiado en la gala por la princesa de Asturias, Leonor de Borbón, que en su quinto discurso de la semana manifestó su admiración por el trabajo de Ban en defensa de los desamparados.
"En unos días cumplo 17 años", comenzaba Leonor. "Descubrir a los premiados me ayuda a entender el mundo", pues "me importa su causa", prosiguió la princesa que da nombre a los premios. Hacia el final de su discurso aseguraba que "nuestros premiados son el espíritu que nuestro tiempo necesita". Y así fue como su padre cogió el testigo para despedir la ceremonia.
Felipe VI puso en valor el proyecto de la Unión Europea, ahora que "la incertidumbre" asola nuestro territorio. "La guerra jamás va a destruir la cultura ni la libertad", afirmó el monarca. Y aunque "nada duradero se realiza de forma fácil, no podemos desfallecer". Hay que "perseverar en el proyecto de progreso y libertad" que es la Unión Europea, vino a decir el Rey. En esta línea, "debemos reconocer la transcendencia que tiene para España".
A los premiados se dirigió con estas palabras: "Sois una muestra de lo que se puede conseguir a través de la cooperación". Y despidió el acto interpelando a sus hijas: "Queridas Leonor y Sofía. Os animo a miraros en ellos (en los premiados) y en sus obras. Nos ayudarán a avanzar como sociedad" porque "representan los valores indispensables en este siglo". Por último, "Asturias es capaz de reconciliarnos con lo mejor del ser humano", dijo a propósito de los Premios. Y el himno de la región, de nuevo a cargo de los gaiteros, puso punto y final a una ceremonia por fin celebrada con normalidad. También fue ligera, afortunadamente. Y, por momentos, conmovedora.