Henrik Nordbrandt: la mejor poesía del norte de Europa
La antología 'Llueve en la taza' revela la fuerza poética del danés, que reside en una posición moral nada complaciente con el poder
29 diciembre, 2022 04:00Quien ya conozca la poesía de Henrik Nordbrandt (Frederiksberg, Dinamarca, 1945) sabe que va a encontrar en este libro poesía de la más alta calidad y quien no lo haya leído sepa que así será; le bastará la lectura del primero de los poemas de esta antología. “China contemplada a través de un aguacero griego en un café turco” le hará saber la potencia poética de Nordbrandt. Como en un acto de magia, llueve en una taza de café y acaba apareciendo en ella la imagen de un chino en China bajo la lluvia, ¿otra?, ¿la misma?; cae una hoja de vid y el chino “ve aparecer el sol a través de una hoja verde / que ha caído en la taza”. Una escena atrae otra, y de esta se regresa a la primera. ¿Inverosímil? A eso responde la fuerza de la palabra que todo lo puede, pues por ella lo distante es ya no próximo, sino coexistente.
Nordbrandt vivió un tiempo en Grecia, otro en Turquía, otro más en España, inmerso en la vida de otros países. Tanto que entre sus publicaciones consta un libro sobre cocina turca. De esas estancias da cuenta en “Hacia el sur” y en otro poema dirá “Viajar es sufrir”. De la obra poética –también ha escrito novela y ensayo– de Nordbrandt, considerado el poeta nacional de Dinamarca, iniciada en 1966, se recogen aquí treinta y un poemas de libros publicados entre 1969 y 2007, traducidos por Francisco J. Uriz, y con ilustraciones de Kike de la Rubia, que hacen del libro un gozo a la vista.
Uno de sus temas recurrentes es el amor, representado aquí, entre otros, por “Nuestro amor es como Bizancio”, ciudad que se nombra con imágenes de fuego, y “cuando me vuelvo hacia ti / en la cama, tengo la sensación / de entrar en una iglesia / que fue quemada”, donde de nuevo la cercanía da paso a otro tiempo, un tiempo lejano que revive en el ahora, otra muestra del poder evocador de la palabra, que, fugaz, atraviesa tiempos y espacios.
Nordbrandt escribe con una lengua nada artificiosa, “yo no aguanto la rima”, una lengua que no excluye las llamadas palabras malsonantes
Un amor que se expresa de manera sorprendente en “Te amo tan apasionadamente en este instante / porque me he enamorado de otra” y en ese mismo poema aún esperan otras sorpresas, inesperadamente se lee “Una vez fui sultán” y teniendo un harén con “mujeres / cuyo número no conocía. Pero yo amaba solo a la más fea”. O, en “Maletas”, tras diversas disquisiciones sobre no haber deshecho la maleta acaba en “Mi maleta está lista y preparada para viajar / así que todo indica que me quedaré aquí”.
Nordbrandt escribe con una lengua nada artificiosa, “yo no aguanto la rima”, una lengua que no excluye las llamadas palabras malsonantes, tan alejada de la supuesta lengua poética, esa que renuncia al habla, que llega a escribir en el cierre de uno de los textos: “Es un poema, porque yo digo que lo es” y lo relevante es que no resulta arbitraria esa afirmación sino coherente, convincente.
La fuerza poética reside aquí en esas sorpresas ya señaladas; en la aparente deriva que a veces toma el discurso, que pasa de una cosa a otra hasta que al final todas quedan integradas; en la paradoja que rompe las expectativas del lector, a lo que ha de añadirse una posición moral nada complaciente con el poder, la violencia, lo inaceptable y aceptado como natural. Todo hace de Nordbrandt uno de los grandes poetas europeos.
Odio a noviembre
En los sótanos hay niños sumergidos en barro hasta el cuello
como alimento para un eclipse de sol.
Estoy colgado en la torre, en el lugar de la campana
y tengo que imitar su sonido cada hora
si quiero tener alguna esperanza de sobrevivir.
Tal vez me construya un arca
exclusivamente para plantas, un invernadero flotante
y navegue hasta el Ararat a través de la creciente oscuridad
que pronto será tan densa que podrá sostener un barco de piedra.