Fernando Vallejo. Foto: Randy Ayazo

Fernando Vallejo. Foto: Randy Ayazo

Letras

Fernando Vallejo: "La literatura, como la humanidad, no va para ningún lado"

El escritor colombiano traza en su nueva novela, 'La conjura contra Porky', un demoledor retrato de la sociedad política y literaria de su país

13 agosto, 2023 01:28

"Cuando me maté, de la iglesia me llevaron a la inspección de policía, de la inspección a la morgue y de la morgue al crematorio, donde me echaron encima el chorro de fuego". Así, ardiendo, comienza La conjura contra Porky (Alfaguara), la última novela del narrador colombiano Fernando Vallejo (Medellín, 1942), tan identificado con el protagonista del relato que asegura que "si digo que me maté es porque estoy muerto".

Después de poner fin hace cinco años a un exilio en México que se prolongó casi medio siglo (de 1972 a 2018), el autor de La Virgen de los sicarios se muestra ahora más misántropo y provocador que nunca, más desesperado también ("trato de ser auténtica y verdaderamente malo. Odio el bien y me gusta la maldad"). Porque no, nada se salva en el demoledor retrato que traza Vallejo de la sociedad política y literaria de su país, mientras lanza imprecaciones desesperadas contra la Iglesia, la pobreza, la superpoblación del mundo, la mujer, el cambio climático, el maltrato de los animales, la crueldad y la incultura.

Pregunta. ¿Cuánto hay de broma, cuánto de ajuste de cuentas, cuánto de provocación y cuánto de desesperación en La conjura contra Porky?

Respuesta. Digamos que el libro es una broma desesperada. No he pretendido provocar ni ajustarle cuentas a nadie.

P. ¿Cuál es, a su juicio, el mayor escándalo de su novela: el retrato de la clase política colombiana, el de la sociedad, el machismo, la superpoblación, la violencia contra los más indefensos, sean niños o animales, la pobreza, la corrupción…?

R. Por lo visto mi libro no dio para escándalo. Podría haber sido uno literario por mis burlas a la novela, el gran género desde hace siglos por sobre los restantes de la literatura: la biografía, la autobiografía, las memorias, la historia, el ensayo y finalmente por sobre la que llamaban "poesía" y que en resumidas cuentas no fue sino continuo atropello al idioma para acomodarlo a unos ritmos fijos y a unas rimas. Toda ella. La de los que han considerado grandes poetas y los malos.

»En cuanto a la novela, casi toda ha sido omnisciencia de tercera persona, la de un narrador que se cree Dios y lo sabe todo de lo que cuenta: las vidas de sus personajes, las conversaciones, los mínimos detalles de lo que escenifica... Y mucho más. La novela de primera persona en cambio ha sido siempre la cenicienta de la fiesta y una plagiaria de la otra pues ha adoptado muchos de sus procedimientos, como las escenas dialogadas. ¿O es que el novelista que dice "yo" anda suelto con una grabadora grabando al prójimo? ¿Como un espía del envenenador Putin? Resumen: la literatura, como la humanidad, no va para ningún lado.

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Un cuento imbécil

P. ¿Y tiene solución esta Era de los Porkys y los Corruptos? ¿Es posible quizás empezar de cero, reinventar el país (o América Latina)?

R. La vida toda, la del hombre y la de los animales y las plantas es un inmensísimo desastre que solo va hacia la muerte. Eso del "plan creador" de Dios es un cuento imbécil. Dios no existe y quienes lo invocan son unos retardados del cerebro, o unos hipócritas muy listos: curas católicos, pastores protestantes, popes ortodoxos, rabinos judíos, ayatolás mahometanos, congresistas del puerco Partido Republicano de Estados Unidos...

Portada de 'La conjura contra Porky'.

Portada de 'La conjura contra Porky'.

P. Al retratar a la clase política colombiana habla de zanganocracia y de cleptocracia: ¿cree que cuando los más jóvenes lleguen al poder cambiará algo o volverán a repetir los usos malvados y corruptos de sus predecesores?

R. Vamos hacia el final del planeta, hacia la guerra nuclear, y el gran problema es la superpoblación humana, la paridera desenfrenada de las mujeres malas, que son la mayoría: muy dañinas todas ellas, pero dándoselas de santas.

La encarnación de la mentira

P. Hablando de jóvenes, parece que tampoco le resulta muy simpática Greta Thunberg: ¿por qué? ¿Qué le molesta más de la niña y de los jóvenes ecologistas?

R. Esa niña que se cree la vocera de los niños, como si los del planeta la hubieran elegido en elecciones libres y democráticas, es una solemne sinvergüenza y un invento de la prensa mundial para llenar su incolmable espacio vacío. La veo y me da vómito. La siento como la encarnación de la mentira. Quiero decir de la humana, porque los animales no mienten.

"Dios no existe y quienes lo invocan son unos retardados del cerebro, o unos hipócritas muy listos"

P. ¿Se arrepiente, como el protagonista del libro, de haber dejado México para regresar a Colombia? ¿Por qué?

R. Nunca me he arrepentido de nada. Soy un clérigo del mal, relapso y contumaz, un irredento.

P. ¿Qué le ha prestado de sí mismo, de sus propias vivencias y sentimientos, a su protagonista suicida y sacrílego?

R. Todo. Él soy yo. Y nunca miento. Si digo que me maté es porque estoy muerto.

"Odio el Quijote"

P. ¿Y cree, como él, que los escritores colombianos "somos muy malos", pues escriben "en una prosa cocinera, como Santa Teresa? ¿Por qué, qué les falta, y qué les sobra?

R. Les falta y les sobra todo. Y no solo a los colombianos: a los de todo este sufrido y despedazado idioma: veintitrés paisuchos tercermundistas encabezados por la eternamente fallida España.

P. ¿Realmente le molestan tanto como a su protagonista los diálogos?

R. No se imagina usted cuánto. Odio el Quijote, que introdujo esa basura teatral en la novela mundial con su interminable diálogo a caballo entre dos engendros aburridos que hablan y hablan y hablan. Se detienen unos instantes para atacar a unos molinos de viento o a unos clérigos de la Santa Hermandad, cosa que sí me gusta porque detesto a la Iglesia: a la católica nuestra, a la protestante, a la ortodoxa y a las que haya hoy y pueda haber en los pocos años que le quedan al planeta.

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P. ¿Cuáles son las trampas literarias que más detesta? ¿y que le resulta más odioso de la vida literaria colombiana?

R. Lo que más detesto de la literatura es el diálogo, y no solo el de las novelas sino los del teatro. Odio el teatro y muy en especial el de Lope de Vega y el de Calderón de la Barca, clérigos ambos. "El mejor alcalde el rey": hay que ser uno muy arrodillado y despreciable para salir con eso, con semejante abyección.

P. ¿Cómo debería ser su novela ideal, parecida quizá a La conjura de Porky?

R. Exacto: parecida pero distintísima. Cada nueva novela debe reinaugurar el género y cerrarlo: que nadie más pueda seguir por el camino que uno abrió. Con la omnisciencia nos fue muy mal. Todos los omniscientes son iguales: engañatontos, mentirosos, infames. Que nadie siga fórmulas. Que cree desde cero como Dios.

Los amores más grandes y puros

P. ¿De cuántos de sus perros es recuerdo, o a cuántos rinde homenaje, en "Brusca", la perrilla mexicana que acompaña al protagonista?

R. Mis perros, que fueron todos perras, han sido los más grandes y puros y verdaderos amores de mi vida.

P. ¿Por qué le gustan tanto los animales y tan poco las personas? ¿En qué mejoraría el mundo si los perros mandaran? (O si la especie humana desapareciera)

R. La que debe desaparecer, por dolorosa y destinada siempre a la muerte, es la vida. La vida es una pesadilla de la materia y el planeta Tierra (el planetoidito este) lo más desventurado que pueda haber. No me cabe nada peor en la cabeza, no lo logro concebir. ¡Benditos sean los agujeros negros del cosmos!

P. ¿Cómo vivió la pandemia, echó de menos poder relacionarse más con la gente o agradeció esa soledad impuesta?

R. Agradecí en especial la disminución del ruido. El ruido humano es el infierno. En cuanto a la pandemia, no hubo tal: murieron muy pocos por el viruchito ese.

"Greta Thunberg es una solemne sinvergüenza. La veo y me da vómito"

P. Cuando pedimos la entrevista, se nos subrayó que no podíamos censurar sus respuestas, algo que jamás hemos hecho: ¿le ha pasado a menudo, se ha sentido perseguido alguna vez por sus provocaciones?

R. Nunca. A mí mi prójimo bípedo me quiere. Y ni se diga los periodistas. Resulté muy bueno para llenar espacios vacíos.

P. Pero ¿no es ahora quizá peor la autocensura que muchos se imponen, ahora que parece imponerse lo políticamente correcto y el falso buenismo?

R. Me encanta su expresión "el falso buenismo", es un hallazgo, ¡congratulaciones! La humanidad es hipócrita, yo no: trato de ser auténtica y verdaderamente malo. Odio el bien y me gusta la maldad. Gracias por la entrevista.