In Memoriam: José Hierro, el menos social de los poetas sociales
Escondía siempre su intimidad y sus cuitas en una muy continuada y cordial actitud de broma. Parecía difícil hablar en serio con él.
Conocí a José (Pepe) Hierro siendo yo muy joven, por dos grandes amigos comunes, Brines y José Olivio Jiménez. En esa época Hierro llevaba mucho tiempo sin publicar y para muchos –para mí muy al principio– era un “poeta social” que trabajaba en RNE. Lo vi allí muchas veces e incluso me hizo una larga entrevista para su galería de poetas. En su vida había trabajado en muchas cosas para sacar a su familia adelante, y nada le molestaba su aire de ser un trabajador más. Pero recuerdo que, en su mesa, siempre había un tomo de poesías de Lope de Vega.
Hierro era madrileño de 1922 pero vivió de joven en Santander y esa era su palabra. Sufrió represalias en la posguerra por haber colaborado con la UGT. Nunca hablaba de eso, que debió ser un gran dolor, y escondía siempre su intimidad y sus cuitas en una muy continuada y cordial actitud de broma. Parecía difícil (salvo en especiales momentos) hablar en serio con él. Era un escudo.
También ocurría en las cenas en su piso, tan joviales. Allí se bebía el vino que él mismo hacía en el terreno que había comprado en Titulcia que llamó Nayagua. Ahí comprendías las manos anchas y el aspecto algo rudo en su enorme sensibilidad que Pepe mostraba. Hierro no era vanidoso pero sí orgulloso, porque conocía el valor del poeta, aunque callara…
[José Hierro, el esteta camuflado]
Pepe empezó a sonar de nuevo, cuando en 1981 le otorgaron el Premio Príncipe de Asturias de las Letras. Su discurso de recepción lo dirigió, como suave lección, al entonces joven Felipe. Pero no sería hasta 1991, con el libro Agenda, cuando publicó nueva poesía, bien que su lírica completa, Cuanto sé de mí (originalmente de 1957) se había reeditado dos veces.
Hierro fue muy fumador y buen bebedor, aunque lo llevó con discreción y naturalidad plena. En 1985 –en un congreso de escritores– pasé buenos ratos con Pepe en Lisboa. Era primavera y una mañana recorrimos a pie el Chiado. Diría yo que en cada taberna o bar que aparecía, entraba Hierro a tomarse rápido un vino verde. En un momento dado se sintió llamado a darme una explicación que, lógico, jamás pedí: “Sabes –estaba serio– tengo que tomar una copa porque tengo la tensión baja”.
El gran inicio de Hierro fue en 1947 cuando publica su primer libro, Tierra sin nosotros, y gana el entonces muy renombrado Adonáis con Alegría. Nunca abundante (citemos Quinta del 42 y el espléndido Libro de las alucinaciones), la obra lírica de Hierro lo vuelve ya un poeta capital del momento, aunque no publica luego de 1964.
Si uno repasa su obra completa y sabe que entre sus poetas más queridos estaban Rubén Darío y Juan Ramón Jiménez, será raro entender la reiterada etiqueta de “poeta social” para él. Porque sí hay muy cuidados poemas testimoniales (“El pasaporte”) o comprometidos, estos apenas llegan a ser el 25% de su labor, en tanto que los de viso esteticista son muchos más. Ningún “poeta social” hubiese tenido correspondencia con JRJ ni hubiese puesto a su primer hijo, por el poeta mágico y doliente, Juan Ramón. Por cierto, que el de Moguer envió un regalo al niño.
'Cuaderno de Nueva York' (1998) es la gran obra final de Pepe Hierro, llena de despedidas
La final madurez de Pepe Hierro tuvo algún amor que sus amigos conocían y muchos reconocimientos, aunque Pepe era el de siempre, haciéndote felices dibujos en las dedicatorias y no entrando en la Academia, que lo había elegido. Cuaderno de Nueva York (1998) es su grande obra final llena de despedidas. Hierro, por solidaridad diría con los poetas sociales de su quinta, jamás se quejó del remoquete “social” que poco le correspondía. Su rostro de Gengis Khan (le decía yo) era su marca de bien quemada vida.
Nos dejaron
Gloria Fuertes (1917-1998); Joan Brossa (1919-1998); Rafael Alberti (1902-1999); José Agustín Goytisolo (1928-1999); Claudio Rodríguez (1934-1999); José Ángel Valente (1929-2000); Leopoldo María Panero (1948-2014); Ángel González (1925-2008); Joan Margarit (1938-2021); Francisco Brines (1932-2021); José Manuel Caballero Bonald (1926-2021)...