Rafael Sánchez Ferlosio. Foto: Pedro Gutiérrez Cruz

Rafael Sánchez Ferlosio. Foto: Pedro Gutiérrez Cruz

25 años de El Cultural

In memoriam: Rafael Sánchez Ferlosio, vigencia intacta

Desde su muerte no han cesado de producirse acontecimientos, como ahora la guerra en Israel, para cuya comprensión la lectura de sus ensayos resulta iluminadora.

15 diciembre, 2023 02:15

Como ocurre con toda figura genuinamente singular e inasible, sobre Rafael Sánchez Ferlosio circulan toda suerte de tópicos y leyendas, casi todas carentes de fundamento. Entre ellas, la de la dificultad de su prosa, que tanto ha contribuido a su reputación de escritor intrincado, intimidante, que suscita respeto e incluso veneración, pero con el que, como lector, conviene guardar las distancias.

Que Ferlosio sea ampliamente conocido entre los españoles se debe a la fortuna de El Jarama, novela que desde su publicación, en 1956, ha sido lectura obligatoria en los programas de estudios. Por lo demás, a partir de los años 80 y hasta bien entrados los 2000, sus ocasionales pero siempre sonados artículos de prensa, le ganaron una imponente autoridad intelectual y también moral, no exenta de filos polémicos.

Ya se ocupara de asuntos de la actualidad nacional o internacional, ya de política o de cultura, Ferlosio, nunca previsible, siempre radicalmente independiente, tendía a cambiar el marco establecido de la discusión, el modo rutinario de encuadrarla, con lo que volcaba luces nuevas sobre las materias a menudo vitriólicas que abordaba. Lo hacía con obstinado rigor, con un uso responsable de las palabras, que se echa muy especialmente en falta en estos tiempos verborreicos y mendaces.

[Rafael Sánchez Ferlosio, en el candelero]

La dificultad que tantos le atribuyen no era sino la consecuencia inevitable de romper, mediante la precisión del lenguaje empleado, “los prejuicios e inercias de un oído anquilosado en los carriles de lo inmediatamente comprensible”. En este sentido, sus colaboraciones iban siempre a contracorriente de los automatismos y las inercias sentimentales e ideológicas que suelen nutrir la escritura periodística, forzando al lector a reconsiderar sus puntos de vista.

Apenas cabe establecer fronteras entre el Ferlosio articulista y el Ferlosio ensayista, pero sí cabe afirmar que sus ensayos más extensos constituyen la cima del género en la lengua española, no sólo por la calidad de su prosa sino por su forma de –por hacer uso de sus propios términos– “transmitir a los lectores la conciencia de su necesidad y propagar entre ellos el acicate de su búsqueda”.

Rafael Sánchez Ferlosio (Roma, 4 de diciembre de 1927 - Madrid, 1 de abril de 2019) fue novelista, ensayista y gramático. Fue reconocido con el Premio Cervantes en 2004 y el Premio Nacional de las Letras Españolas en 2009. El Jarama (1956), Sobre la guerra (2007) y La verdad de la patria (2020) son algunas de sus obras más destacadas.

Ferlosio se alinea como ensayista con los más grandes pensadores europeos de la modernidad tardía, y si la vigencia de su obra permanece intacta se debe, entre otras razones, a que los temas que le interesaron siguen contándose entre los que acaparan nuestra actualidad, muy en particular el de la guerra, a cuyos resortes dedicó análisis de una extraordinaria penetración, que los hace útiles en las más diversas coyunturas.

Pronto hará cinco años de su fallecimiento y desde entonces no han cesado de producirse acontecimientos –como ahora la guerra en Israel– para cuya comprensión la lectura de sus ensayos resulta iluminadora, lo que da cuenta de la profundidad de su perspectiva. De su vigencia es indicio inequívoco el que toda su obra permanezca accesible (en Debolsillo). Lo son sus novelas, sus relatos, sus “pecios” o apuntes –quizá la puerta de entrada más recomendable para los lectores amedrentados–, pero también sus artículos y ensayos.

La inteligencia implacable de Ferlosio trabajó siempre en estrecha alianza con su imaginación

Por si fuera poco, se prepara una edición póstuma de los materiales relativos a la casi legendaria Historia de las guerras barcialeas, ambiciosa saga narrativa de la que se segregó en su día El testimonio de Yarfoz (1986), y que demostrará que su inteligencia implacable trabajó siempre en estrecha alianza con su imaginación, las dos gobernadas por un insobornable principio de lealtad a la palabra. El mismo que le procuró el que bien pudo ser su lema: “Que no se hable en vano”.

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