Jon Josse. Foto: Agnete Brun

Jon Josse. Foto: Agnete Brun

Letras

'Blancura': la novela de Jon Fosse, Nobel de Literatura, o San Juan de la Cruz en un coche atrapado en la nieve

El escritor noruego relata la experiencia mística de un hombre solitario cuya peripecia, aparentemente banal, se revela como algo mucho más profundo.

24 diciembre, 2023 21:06

Jon Fosse (Haugesund, Noruega, 1959) es un escritor católico en un país luterano. No se puede pasar por alto ese dato, pues su literatura solo resulta inteligible desde una perspectiva religiosa. Afortunadamente, su sabiduría narrativa le ha alejado de las apologías, canalizando la expresión de su fe hacia lo lírico y simbólico.

Blancura

Jon Fosse

Traducción de Cristina Gómez-Baggethun y Kirsti Baggethun. Random House, 2023. 96 páginas, 17,90 €

Su conversión al catolicismo fue un proceso lento que comenzó a mediados de los ochenta, cuando asistió a misa en una iglesia de Bjørgvin, pero esa experiencia no constituyó algo completamente nuevo. A los siete años ya había pasado por una vivencia mística. Tras sufrir un grave accidente, bordeó la muerte y, en esos momentos, se vio a sí mismo desde fuera, sumido en una luz resplandeciente. Más adelante, identificado con las tesis del marxismo, intentó explicar lo que le había sucedido como algo puramente biológico, pero su labor creativa siempre le hizo pensar que en su interior actuaba una fuerza desconocida.

Al escribir sentía la proximidad de una presencia que acabó identificando con Dios y que percibía como una luz interior. En 2012, devastado por un alcoholismo cada vez más implacable, esa luz le ayudó a dejar de beber. Ya no tenía dudas. Esa luz era Dios. Solo gracias a su intervención había logrado neutralizar las tendencias autodestructivas y resolver sus paradojas y contradicciones. La escritura era un instrumento de la providencia para impregnar de sentido, finalidad y consistencia a su espíritu, proclive a la dispersión y la angustia.

Blancura es una brevísima novela sin ningún punto y aparte. La trama es muy leve. Un hombre solitario conduce hasta un bosque y su coche se queda atrapado en la nieve. Sus intentos de liberar las ruedas solo consiguen agotar la batería. Preocupado por la inminente caída de la noche, se adentra en el bosque para pedir ayuda, pero únicamente encuentra casas deshabitadas.

Al poco tiempo, no le quedará otra compañía que el silencio y la oscuridad. Aparentemente, se trata de una peripecia banal, pero si escarbamos un poco, descubrimos algo mucho más profundo. Fosse nos sitúa en la noche de un bosque noruego para narrar una experiencia mística, semejante a las de San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús.

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El protagonista, cuyo nombre ignoramos, no sabe por qué se ha dirigido hasta allí. Vive solo y no parece tener amigos ni familia. No recuerda la última vez que comió algo caliente y no parece albergar ningún proyecto, ilusión o meta. Solo experimenta vacío y miedo. Se pregunta si el azar le ha llevado al bosque, pero no sabe si existe lo meramente casual o si hay un designio oculto detrás de cada acontecimiento.

Las casas ruinosas con las que se cruza parecen metáforas de vidas malogradas. Vidas como la suya, hueras y sin propósito. La belleza del bosque, con sus árboles cubiertos de nieve, su cielo blanquísimo y su suelo lechoso, le insinúan que no se encuentra allí por fatalidad. Aunque cada vez está más desorientado, no se siente perdido. Podría refugiarse en el coche y esperar, pero algo –o tal vez alguien– le obliga a caminar.

'Blancura' es una bella anomalía, un libro que nada contra la corriente, un triunfo del espíritu en una época que rinde culto al materialismo

Al cabo de unas horas, piensa que va a morir de frío y no está seguro de no estar buscando la muerte. Cuando su esperanza de sobrevivir empieza a flaquear, aparece una extraña criatura. No es hombre ni mujer. Despide una luz intensa y parece inmaterial. Su presencia le infunde calor y serenidad. Su blancura no parece de este mundo y cuando posa una mano en su hombro, nota una sorprendente ligereza. Piensa que la criatura es “un ángel de Dios”, pero al pedirle que revele su identidad, contesta: “soy la que soy”.

Caminan juntos durante un rato y le pregunta por qué le sigue. “No te sigo”, responde. “Te acompaño”. El protagonista no sabe si ha sido bendecido con una revelación o, simplemente, ha sido víctima de una alucinación. Sin embargo, sus dudas se disipan al escuchar “una voz cálida y profunda”, y, al mismo tiempo, “débil y quebradiza”. Y en esa voz detecta “algo que podría llamarse amor”.

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Poco después, aparecen los padres del protagonista, presumiblemente muertos desde hace tiempo y un misterioso hombre vestido de negro y con los pies descalzos. Es inevitable identificar a los padres con el origen y al hombre enlutado con la muerte. El protagonista se encamina hacia su fin, pero en el camino ha ascendido hasta lo más alto. En el silencio total del bosque, ha escuchado la voz de Dios y ha comprendido que la muerte no es viajar hacia la nada, sino hacia una desconocida plenitud.

Fosse explota la imagen de la luz como símbolo de trascendencia. La luz revela a su personaje que “todo es sentido”, que Dios abraza a sus criaturas y que el ser humano solo supera el miedo y el vacío cuando escucha y advierte la presencia de lo sobrenatural. “Seguidme”, dice la criatura luminosa que se ha definido como “yo soy la que soy”. Con esas dos fórmulas, Fosse reúne el Nuevo Testamento, donde Jesús repite una y otra vez “sígueme”, con la fórmula del Éxodo, que describe a Dios como el único ser donde coinciden esencia y existencia.

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No hace falta ser creyente para leer a Jon Fosse, como no hace falta ser católico para disfrutar de san Juan de la Cruz, Thomas Merton o Graham Greene. Su prosa es tan precisa y elemental como la de Samuel Beckett o Robert Walser. Blancura es una bella anomalía, un libro que nada contra la corriente, un triunfo del espíritu en una época que rinde culto al materialismo. Complacerá a todos los que identifican la literatura con una búsqueda incansable. Su objetivo no es entretener, sino abordar cuestiones como la verdad, la esperanza, el bien, la belleza o la compleja dialéctica entre la vida y la muerte.

Fosse es un autor con la misma fibra moral que Dostoievski, Camus o Ibsen. Siempre será un escritor de minorías. Cuando pase el bullicio del Nobel, solo unos pocos buscarán sus libros, pero serán esos lectores esenciales que no conciben el libro como un pasatiempo, sino como una experiencia con el poder de transformar vidas.

Las obras de Fosse corroboran una olvidada sentencia del gran teólogo Karl Rahner: “El cristianismo del siglo XXI será místico o no será”. Y ese misticismo no será un estado alucinatorio, sino una profunda forma de comprensión, gracias a la cual la conciencia recobrará la conexión con el mundo como totalidad viva y provista de sentido. El Espíritu sopla donde quiere y esta vez lo ha hecho desde la penumbra de un bosque noruego.