'Los muebles del mundo', los eclécticos y últimos relatos de Ricardo Menéndez Salmón
El escritor, que ha anunciado que abandona este género, junta veintiún relatos, conocidos e inéditos, en los que aparecen los asuntos medulares de su obra, como la inquisición del mal y el enigma de la identidad.
29 diciembre, 2023 02:27Ricardo Menéndez Salmón (Gijón, 1971) junta en Los muebles del mundo veintiún relatos, conocidos e inéditos, datados entre 1999 y 2022. En el prólogo que abre el libro habla de los poderes y misterios del relato y se refiere a los suyos como “narraciones ante la hoguera”.
Con esta fórmula alude a la literatura del “filandón”, el relato oral ante un auditorio colectivo que han rescatado con éxito Juan Pedro Aparicio, Luis Mateo Díez y José María Merino, los discípulos de Sabino Ordás.
Importa destacar este criterio narrativo porque implica la voluntad comunicativa de un escritor que no suele ser ni claro ni directo, más bien proclive a lo alusivo y abstracto. Se corresponde con ello la elocuente frecuencia con que aparece, en los relatos ahora reunidos, un narrador que cuenta a alguien una historia.
Bajo dicho criterio se cobija una llamativa variedad, rasgo capital del libro. Lo es en lo referido a la temática. Cierto que en ella aparecen los asuntos medulares del autor, de toda su narrativa, novelas y formas breves.
Están la inquisición del mal, el enigma de la identidad con jugosa y extrema exploración del doble, la seducción de la pintura o la aventura del viaje. Pero a ellos añade otros asuntos más esporádicos: el amor, la culpa, el fanatismo ideológico, lo enigmático, la locura, el poder, la clase social o el engaño.
La variedad también afecta a la forma. En los personajes, junto a abundantes artistas figuran ejecutivos, profesores, una embarazada, un conde ruso reaccionario, o, con guiño bromista, un tal Salmones de Gijón. Los espacios son tan distintos que se dilatan por toda la superficie terrestre: sin detallar, de Moscú a Montevideo pasando por Madrid o Florencia. Y el tiempo tiene tanta flexibilidad que se codean épocas distantes, del Renacimiento a nuestros días.
Tal versatilidad sirve de marco a sucesos que lo mismo ocurren en la Rusia revolucionaria que en el holocausto nazi. En cuanto a las perspectivas, el enfoque denso, serio y moral coexiste con frecuentes momentos en que se mira desde un prisma irónico o humorístico.
Seguramente por poner un mínimo orden en una materia tan dispersa, Ricardo Menéndez Salmón la agrupa en tres bloques bajo sugeridoras etiquetas cuyas claves él mismo ha desvelado. En “Lamentos”, prevalecen el dolor y el drama y se muestra el miedo y el sinsentido de la vida.
En el libro están los asuntos medulares del autor, como la inquisición del mal y el enigma de la identidad
Por contraste, en “Aleluyas” se asoma un tono positivo, aunque consista en algo tan paradójico como el éxtasis del grito. En el culturalista “Iluminaciones” prevalece la creencia de que el arte tiene la capacidad de iluminar la realidad, oscura, extraña, esquiva y con visos amenazantes.
El dique que estos bloques ponen a la apariencia de caos no llega a impedir la sensación de movernos en un orbe literario en exceso desperdigado. La refuerza la convivencia de formas antitéticas: la narración histórica, la fanta ficción, la alegoría o el relato de personaje.
Estas formas no son, sin embargo, simples caprichos sino que la intencionada multiplicidad sirve para que abarque una compleja interrogación sobre la existencia y el modo de manifestarse.
La vida es plural, enigmática y azarosa. Además de bastante ininteligible. Así se dice en varias ocasiones: “La realidad no existe, es una construcción de la conciencia”, “Existe un mundo dentro del mundo”.
Anuncia Menéndez Salmón en el prólogo que con Los muebles del mundo abandona el relato para dedicarse al “continente” largo. Haría mal en cumplirlo este excelente cuentista que en el presente muestrario nos regala una pieza tan emocionante –de andadura psicologista tradicional– como la magistral “A nuestros amores”.