'Tiempos nihilistas': Wendy Brown abraza a Max Weber para alertar del "populismo apocalíptico"
La filósofa estadounidense regresa a las conferencias de 1918-19 del pensador alemán, impresionada por sus resonancias con el momento actual.
6 enero, 2024 02:34El momento histórico ha sido muy glosado: en el curso 1918-19, con la Primera Guerra Mundial modificando la fisonomía del Zeitgeist, un grupo de estudiantes de la Universidad de Múnich invita a Max Weber a impartir una conferencia sobre “La ciencia como vocación”. Preocupados por la situación académica en una época de creciente especialización y sujeta a influencias partidistas, los jóvenes buscaban orientación, no un ideólogo más.
Y Weber cumplió las expectativas. Puesto que no estaban cercanos “a la llegada de una primavera florida, sino ante una noche de impenetrable oscuridad -recordaba Karl Löwith-, resultaba ya vano confiar en este desencantado mundo en profetas que dijeran lo que debíamos hacer.”
Cabría afirmar que, en el panorama contemporáneo, el pensamiento y la intervención pública de la norteamericana Wendy Brown (1955) cobran sentido concreto en un terreno que, si bien parte del ámbito de la teoría política académica, no deja de estar asediado por las contingencias de la coyuntura histórica.
Y desde una pulsión teórica que bien podría definirse en estos términos: la urgencia por comprender el ciclo histórico que, atravesando la hegemonía del neoliberalismo a finales de los setenta, arranca con la entrada en escena de los debates posmodernos de las políticas de la identidad en la modernidad tardía, de finales del siglo XX, y acaba, por decirlo con sus propias palabras, en el “populismo apocalíptico” de la amenaza Trump, esa “pesadilla norteamericana”.
La reconocida obra de Brown se nutre así de las tensiones de este paisaje político, “monstruoso” y ambivalente, donde, a la luz de los síntomas mórbidos del presente, resulta complicado aplicar las lógicas clásicas de desciframiento de los hechos. Es aquí donde se entiende su interés por la consigna foucaultiana de “pensar de modo diferente” la actualidad.
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Por todo ello, no es extraño que Brown haya sentido la necesidad de alzarse a lomos de un gigante teórico que también advirtió a las generaciones posteriores de la necesidad de afrontar otra “noche polar”. En Tiempos nihilistas Brown regresa a las conferencias de 1918-19, impresionada por las profundas resonancias entre nuestro momento actual y la también angustiada situación del público de Weber. Las universidades se ven amenazadas por fuerzas políticas y económicas, a medida que demagogos corruptos pero carismáticos remodelan la esfera social.
¿Podemos quizá aprender algo de la inspiración de Weber? Brown responde afirmativamente, pero no evita la mirada crítica: “Weber vio la oscuridad que se avecinaba, pero su camino hacia la contención de las destrucciones nihilistas del conocimiento y la verdad nos llevó directamente hacia ella”. En el plano político mostró un camino fecundo.
Brown, menos escéptica que Weber, defiende el papel de la universidad para una educación democrática
Para empezar, la política no puede limitarse a trabajar sobre nuestras creencias; debe remodelar los deseos. Esto plantea la necesidad de liderazgos carismáticos. Brown parece sostener que hoy nuestra esperanza pasa por confiar en los políticos que no tienen tantas “convicciones” inflexibles como para ser débiles, pero tampoco son tan cínicos como para ser “irresponsables”.
Brown lee aquí a Weber desde el diagnóstico del nihilismo nietzscheano, pero también desde lo que Marcuse llamaba el problema de la “desublimación represiva”. A medida que las relajaciones culturales del capitalismo tardío y sus medios ya no obligan tanto a la represión de los instintos y a que el sujeto asuma el gobierno de sus impulsos, las exigencias tradicionales orientadas al conocimiento y al trabajo intelectual también se relajan.
De ahí que la distensión hoy solo sea una “liberación” reaccionaria. En este contexto se entiende que Brown, menos escéptica que Weber, defienda el papel de la universidad para una exigente educación democrática.