La filósofa Martha Nussbaum. Foto: Robin Holland. Al fondo, imagen de una ballena azul que aparece en la portada de 'Justicia para los animales'.

La filósofa Martha Nussbaum. Foto: Robin Holland. Al fondo, imagen de una ballena azul que aparece en la portada de 'Justicia para los animales'.

Letras

¿Es el ser humano superior al resto de especies? Martha Nussbaum reclama 'Justicia para los animales'

La filósofa considera que el derecho interespecies es el gran paso jurídico y cultural pendiente tras las conquistas frente al racismo y al machismo.

27 enero, 2024 02:00

La filósofa norteamericana Martha Nussbaum (1947) comenzó su larga y celebrada andadura con una traducción, comentario y exégesis de uno de los tratados biológicos de Aristóteles, El movimiento de los animales. Hoy, en su último ensayo, Justicia para los animales. Una responsabilidad colectiva, podemos advertir hasta qué punto fueron determinantes en su formación aquellas liminares inquisiciones greco-zoológicas: hasta el punto de que, en este libro, donde se postula un “enfoque de las capacidades” (EC), Aristóteles está, directa o indirectamente, por doquier. No obstante, los muchos retos y dilemas del animalismo contemporáneo son extraños al pensamiento del Estagirita.

La Premio Príncipe de Asturias 2012 considera que en ningún caso el ser humano es superior al resto de las especies animales. Los humanos destacan por determinado tipo de inteligencia, eso es todo... Razón, ética, emoción, cultura y amor se encuentran también, en grados y modulaciones diversas, en la naturaleza.

Justicia para los animales. Una responsabilidad colectiva

Martha Nussbaum

Traducción de Albino Santos
Paidós, 2023
448 páginas. 26 €

Independientemente de si la inteligencia de determinados animales está más cerca de la nuestra o no, deberíamos luchar por la supervivencia de todos los seres sintientes. Nussbaum considera que el conjunto de las vidas susceptibles de una cierta conciencia debe ser respetado, y que su truncamiento deliberado (por muerte o cautividad) ha de estar bien justificado para no incurrir en injusticia. Cada ser vivo encarna un “conato” que anhela un bien específico, evita un mal y es un “fin en sí”. Nussbaum emplea un léxico moral: aquí tenemos humildad, compasión, indignación y amistad; allí, avaricia, crueldad, sadismo, posesión y esclavismo, cuyos frutos conculcan un derecho global interespecies aún no positivamente codificado. Nussbaum cree que se trata del gran paso jurídico y cultural pendiente, tras las conquistas frente al racismo y al machismo.

Entre los seres sintientes, la humanidad sí que posee algo de una manera específica: la malevolencia y la deuda. Comienza diciendo: “Así que no solo tenemos ya el saldo deudor que acumulábamos del pasado, sino que hemos contraído una nueva deuda moral que lo ha multiplicado por mil… y no deja de aumentar” (p. 10). Por un lado, el hombre es un sintiente más que exige privilegios sin merecerlos; por otro, sobre sus hombros recae la responsabilidad de la “mayordomía” del reino animal.

Para Nussbaum, los animales de compañía deberían ser considerados ciudadanos con derechos y deplora que alguien pueda disfrutar contemplando a una leona cazar

Justicia para los animales aspira a suministrar una doctrina a un ciclópeo proyecto legislativo de cooperación. Se afirmó que la filósofa considera al humano un ser más entre los otros, aunque les concede una evidente prioridad, creo, en la medida en que tolera la explotación ganadera y los laboratorios experimentales, si bien con graves restricciones. Para Nussbaum, los animales de compañía deberían ser considerados ciudadanos con derechos. A propósito de este derecho, asimétrico (sin deberes adosados) y sin voz que lo reclame, se alude al caso analógico de los niños y los discapacitados.

La verdad es que hasta el capítulo 10 no he alcanzado a reparar en la enormidad de la tarea del homo maiordomus. El EC considera que nosotros, deudores, deberíamos asumir un control sobre la naturaleza con vistas a ocuparnos de nuestros iguales sintientes. Aquí, Nussbaum afronta el “problema” (p. 290) de la depredación trófica. Deplora que alguien pueda disfrutar contemplando a una leona cazar en el Serengueti. Leemos: “Decir que el destino de los antílopes es morir despedazados por sus depredadores es como afirmar que el destino de las mujeres es que las violen” (p. 288).