Pablo Maurette. Foto: Archivo del autor

Pablo Maurette. Foto: Archivo del autor

Letras

'La Niña de Oro', de Pablo Maurette: el aliento de la vida corriente encumbra una gran novela policiaca

El lector se interesará más por los personajes implicados que por los horrendos crímenes de esta novela, en la que no faltan altas dosis de intriga.

17 febrero, 2024 02:16

A simple vista, parece que Pablo Maurette (Buenos Aires, 1979) se limita a rendir tributo al gran gusto, o moda, actual de la novela policiaca en La Niña de Oro. Su obra se atiene al marco general que define este subgénero dentro del que monta una historia con tanto peso de lo policial como de lo judicial. No escasean en el libro crímenes horrendos ni falta una intriga sostenida hasta las últimas páginas y, por tanto, satisface el horizonte de expectativas del lector. Sin embargo, no es una novela criminal corriente y desde luego tiene una marca muy personal que después diré.

La Niña de Oro

Pablo Maurette

Anagrama, 2024. 259 páginas. 18,90 €

El argumento de la obra arranca con el asesinato de un profesor de biología en su casa de Buenos Aires. La acción, contemporánea, juega con los temores que el último cambio de centuria y de milenio suscitó. De la investigación se encarga la secretaria de la Fiscalía, Silvia Rey, quien suspende varias veces sus vacaciones por culpa del crimen.

La historia, en la que cuenta como principal sospechoso un prostituto albino apodado Copito, no está nada clara y la puntillosa Silvia no se rinde a la intención policial de cerrar el caso. El asunto se enreda con un complot de brujería africana. El desenlace, que no debo exponer, apunta a la denuncia de la impunidad policial y añade una coda en la que la compasiva Silvia cambia las vacaciones por un largo viaje para informar a la familia de una víctima.

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Maurette reviste la trama con datos personales de los implicados: el carácter inquieto de Silvia, el peso de algunos factores de su biografía, el machismo de media intensidad del subinspector que la ayuda, la obsesión profesional por el albinismo del profesor, el desvalimiento de Copito o la crueldad de los sicarios. Además añade una anécdota importante, la relación de Silvia con su padre, con quien desayuna a diario en un bar. Padre e hija son aficionados a un juego que establece relaciones entre los objetos y busca que inesperadas coincidencias o revelaciones iluminen la realidad.

Este pasatiempo se proyecta sobre la investigación los crímenes. El análisis racional, la argumentación deductiva, las falsas apariencias y el puro azar se entrelazan también en el trabajo detectivesco.

Los crímenes y las investigaciones se inscriben en lo cotidiano. Esto es lo fascinante de la novela de Maurette

El aliciente inexcusable de la intriga aviva estos elementos, pero todo ello queda como en un segundo plano por la aportación original de Maurette. Esta se evidencia al observar el título de la novela, curioso y sorprendente. ¿Por qué se le pone el de un lugar, el café “La Niña de Oro”, sin trascendencia? Allí solo tienen lugar los rutinarios desayunos de padre e hija y los comentarios sobre las coincidencias que se dan en el mundo. Pero estos no parecen justificar la elección.

Sí la explica, en cambio, lo que tengo como valiosa singularidad de Maurette. Se trata de cómo impregna la obra con el aliento de la vida corriente. Los crímenes y las investigaciones se inscriben en lo cotidiano. La vida normal –las pequeñas preocupaciones y sucesos del día a día– discurre alrededor de unos crímenes y de quienes se aplican a esclarecerlos.

Esta cotidianeidad es lo fascinante de la novela. Al fin uno posterga lo policiaco y se interesa más por lo que sienten y por cómo se comportan quienes andan en los afanes de investigar. Maurette hace una pequeña pero relevante aportación al género con este acierto de sumergir la trama delictiva en el flujo de la existencia corriente.

Una prosa de oraciones cortas y de léxico coloquial, con abundantes argentinismos; un relato vivaz con precisos detalles descriptivos aseguran una lectura gratificante y placentera.