Paul Auster. Foto: Edu Bayer

Paul Auster. Foto: Edu Bayer

Letras

Paul Auster frente a la muerte en 'Baumgartner', su nueva novela

La obra refleja el frenesí con que el protagonista, posible trasunto del autor, trata de encontrar sentido a lo que podría ser el ocaso de su vida.

26 febrero, 2024 02:10

Ya oigo las quejas: en esta novela no pasa nada. Es demasiado lenta, es aburrida, no tiene un concepto elevado ni un gran acontecimiento. Y en un guiño a lo condicionados que estamos –al menos yo– a esperar acontecimientos importantes, me pasé las primeras 25 páginas de Baumgartner esperando que su homónimo fuera secuestrado, mutilado o simplemente encerrado en un armario por el hombre del contador. Cuando quedó claro que no iba a ser ese tipo de novela, tuve que empezar de nuevo.

Baumgartner

Paul Auster

Traducción de Benito Gómez. Seix Barral, 2024. 264 páginas. 20,90 €

Entonces, ¿qué clase de novela es Baumgartner? Es amena. Es dulce. Es extraña. Pero quizá no tan extraña para los fans de Paul Auster (Newark, Nueva Jersey, 1947), que inmediatamente querrán localizar Baumgartner en su obra (ha escrito 20 novelas) y buscar hilos conductores y maniobras características. Hay muchos. Para empezar, tenemos un protagonista culto y serio y un apoderado del autor (Auster es un apellido en la novela).

Tenemos inestabilidades narrativas que nos hacen leer detenidamente desde el punto de vista de Baumgartner y luego desde el de un narrador externo como el de Cerdos en el espacio: “Quizá esta curiosa confabulación ayude al lector a comprender el estado de ánimo de nuestro héroe en ese momento concreto”.

Auster también intercala poemas y fragmentos escritos por Baumgartner y su difunta esposa, Anna; incursiones en el pasado de ambos; y extensas metáforas que es necesario desentrañar. De modo que, definitivamente, es una novela de Paul Auster. Aunque más tierna y menos juguetona que otras obras suyas.

En el fondo, Baumgartner trata de estados de ánimo enfrentados. Nuestro protagonista es un profesor de filosofía (para mayor claridad, le llamaré Sy, como hacen sus amigos) que perdió a su mujer hace casi diez años en un extraño accidente y que desde entonces se debate entre aferrarse a ella o dejarla ir, o incluso rechazarla. Se ha visto separado de algo esencial, pero sigue sintiendo su presencia, de forma muy parecida a la experiencia del síndrome del miembro fantasma, al que Sy dedica cierta erudición.

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Piensa en las madres y los padres que lloran a sus hijos muertos, en los niños que lloran a sus padres muertos, en las mujeres que lloran a sus maridos muertos, en los hombres que lloran a sus mujeres muertas, y en lo mucho que su sufrimiento se parece a las secuelas de una amputación, ya que la pierna o el brazo que faltan estuvieron unidos en otro tiempo a un cuerpo vivo, y la persona desaparecida estuvo unida a otra persona viva, y si uno es el que sigue vivo, descubrirá que la parte amputada de él, la parte fantasma de él, puede seguir siendo una fuente de dolor profundo e infame.

Con los 70 ya cumplidos, Sy tiene que enfrentarse a su propia mortalidad y a cómo se presenta el futuro para el tiempo que le queda. La novela nos explica qué piensa y, lo que es más importante, cómo piensa. La manera en que sus pensamientos se ensamblan y se desmoronan, y cómo producen una especie de poder acumulativo que se disipa con la misma fuerza ante las pequeñas intrusiones de la vida.

Baumgartner comienza con Sy quemándose la mano con el asa de una olla, cayéndose por las escaleras y olvidándose de llamar a su hermana. Intenta trabajar, pero el teléfono no para de sonar. La señora de la mensajería se presenta para entregar unos libros que Sy no quiere, pero que ha encargado solo para asegurarse de que ella va hasta su puerta.

En resumen: Sy es viejo, solitario, frágil, y su vida está protagonizada por estos pequeños acontecimientos en una constelación que esta mañana resulta lo suficientemente explosiva como para empujarle a salir de su bloqueo emocional. También empuja a la novela a ponerse en marcha para empezar a explorar y excavar en los recuerdos de Sy.

'Baumgartner' es una novela de paul auster, aunque más tierna y menos juguetona que otras suyas

Estas primeras páginas presentan algunos pasajes magníficos sobre su mujer. Hay un sorprendente fragmento escrito por ella sobre su primer amor. Y más adelante, uno sobre cómo ella y Sy se conocieron y finalmente decidieron casarse. Los fragmentos parecen cápsulas del tiempo para momentos culturales como el Nueva York de la década de 1970 o la angustia del reclutamiento para la guerra de Vietnam, y constituyen algunas de las secciones más memorables y conmovedoras de la novela.

Sy se plantea un nuevo amor. Resulta ser menos viejo y frágil de lo que parecía, e intenta vivir una segunda primavera. Pero, como en todas las cosas, se da cuenta de que el avance de la tarde ha ido un poco más rápido de lo que él había pensado, de que pronto llegará el momento en que el sol descenderá en un ángulo aún más agudo y el mundo sobre el que brilla se verá bañado por una belleza espectral de cosas que relucen y respiran, que se atenuará lentamente y desaparecerá en la oscuridad cuando caiga la noche.

Con ello, la novela empieza a perder parte de su urgencia. Llamémoslo una pausa entre capítulos para Sy, aunque su capítulo final no está claro. La novela no nos dice adónde va, sino que se decanta por la irresolución y la ambigüedad. Aun así, Auster nos deja dos metáforas finales sobre dónde ha estado Sy.

La primera reitera que el dolor es un conflicto interior que aniquila la mente y el corazón, y que solo deja tras de sí los lobos de la memoria, en busca de formas de seguir vivos. La segunda adquiere la apariencia de lo que bien podría ser el último libro de Sy, un experimento mental que utiliza el automóvil como representante de “la vida humana individual y colectiva”: mecánica, averías, anarquía y el fin de la autodeterminación.

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El proyecto es menos descabellado de lo que parece, y pone de manifiesto el frenesí con el que Sy trata de encontrar sentido y finalidad a lo que podría ser el ocaso de su vida como hombre de letras y árbitro de cómo debemos entender el mundo.

Hay muchos libros sobre el duelo, y es difícil decir qué tipo de conversación mantiene Baumgartner con ellos; cada duelo es diferente. Aun así, la experiencia de Sy me trae a la mente a C. S. Lewis, que a los 61 años perdió a su mujer a causa de un cáncer y escribió sobre la pérdida en Una pena en observación. Esto fue antes de que Elisabeth Kübler-Ross codificara el duelo en un famoso modelo de cinco etapas que ha sido objeto de debate desde entonces.

Se trata solo de un ser humano buscando a tientas el camino a seguir, sin un mapa. Como decía Lewis: “El duelo es como un largo valle, un valle sinuoso donde cualquier curva puede revelar un paisaje totalmente nuevo”. Baumgartner, con sus tranquilos y reflexivos rodeos, se lee de la misma forma.

© The New York Times Book Review. Traducción: News Clips