'La vida feliz de mis jóvenes ricos': Luis Antonio de Villena en los gozosos años de placentero descuido
El narrador y poeta retrata en su nueva novela un espacio de libertad, decadente, liberado sexualmente, que existía en la Transición.
25 marzo, 2024 01:37Este volumen contiene dos textos de ficción, una novela (La vida feliz de los ricos) y una novela corta (Leopardos montaña arriba), declaradamente gais. Hasta hace poco convenía leer este tipo de libro con cuidado, porque podían condenarte por inmoral. Hoy podemos conocerlos sin prejuicios, incitados por la curiosidad e interés del tema. La mayoría de los lectores aceptan que la identidad sexual constituye un derecho individual. La lectura del libro me suscitó la curiosidad por saber qué añadía La vida feliz de los ricos a la temática de la narrativa española.
La respuesta me parece obvia: estas novelas exploran situaciones afectivas, históricas y culturales diferentes a las más habituales. Además, representan la conducta del gay masculino adulto en busca de su puesto en la sociedad y la proyección de la identidad humana, cuando el texto ofrece calidad. Y Luis Antonio de Villena (Madrid, 1951) escribe con la soltura y riqueza de un escritor, poeta, crítico y novelista de probado talento.
Un aspecto cansino de los comentarios sobre novela gay resulta la compulsión a buscar la presencia de lo homoerótico en textos clásicos, por eso prefiero la literatura como el texto presente que trata abiertamente de las relaciones homosexuales. De hecho, el libro relata los recuerdos de numerosas aventuras, especialmente encuentros amorosos, del joven Sito, el narrador y protagonista de La vida feliz...
Gracias a su amistad con un culto profesor de universidad, Leonardo M. Uzquieta, que imparte su docencia en España y en Estados Unidos, Sito entra en contacto con un grupo de señoritos homosexuales y comienza una vida de placentero descuido. Vive frecuentes encuentros sexuales asistidos por la marihuana, la cocaína y el alcohol, lo que, por cierto, permite a los personajes existir en una realidad paralela, en la que el goce sexual se erige como el objetivo único de las fiestas.
Varias relaciones personales acaban mal, como la de Leonardo con César, un bello joven de familia de cierta alcurnia, que termina suicidándose, porque el muchacho era para Leonardo un amante ocasional. Tras leer sucesivas descripciones del cuerpo de estos jóvenes, sus encuentros y desencuentros, uno tiene la sensación de que el acto sexual resulta "un gozoso e insignificante pasatiempo dorado" (p. 32).
Hasta hace poco convenía leer este tipo de libro con cuidado, porque podían condenarte por inmoral
El argumento de la obra me recordó una de las obras paradigmáticas de la novela gay, La línea de la belleza (2004), de Alan Hollingshurst, cuyo protagonista, Nick, se parece a Sito. Ambos se encuentran en una situación parecida: un joven de clase media encuentra su sitio entre gentes de una clase social superior, donde las personas se mueven con una mayor libertad personal. También el trasfondo ofrece algunas coincidencias: lo que allí es en parte la vida en tiempos de Thatcher, aquí viene representado por la época de Franco y la Transición.
Villena, sin embargo, deja claro en diversos momentos que su intención es retratar un espacio de libertad, decadente, liberado sexualmente, que existía en aquel tiempo paralelo a la política. "Ver la política como algo paralelo a la vida mismo no deja de ser un error grandísimo. Los políticos poseen una horrible y desagradable propensión al abuso y a ser cortos y miserables" (p. 86).
[Luis Antonio de Villena, una poética de la dignidad entre el desencanto y la belleza]
Pablo, el protagonista de Leopardos montaña arriba, es un estudiante de Filología Románica, parecido a Sito y desde luego al autor. La acción ocurre en diversos lugares –Italia España, México–, y ofrece la visión de un joven gay en busca desesperada de la felicidad. Sus explosiones de goce y erotismo, que a veces suscitan afectos y amores vienen siempre marcados por el tiempo y por la transitoriedad.