Kerri Maher: "EE.UU. era mucho más abierto y liberal en los setenta"
La escritora californiana se adentra en 'Al otro lado de la línea' en la historia del Colectivo Jane, que ayudó a miles de mujeres a abortar de manera ilegal.
28 abril, 2024 02:10Estos días, llega a las librerías Al otro lado de la línea (Navona), la última novela de Kerri Maher (California, 1975), en la que trata, ni más ni menos, que al Jane Collective, el grupo de mujeres abortistas en el Chicago de los años 70.
Esta vez, Kerri Maher, no aparece con el pelo corto y un precioso traje de lunares sino luciendo unos vaqueros con camiseta y una melena suelta. En esta ocasión, vuelve a la librería madrileña Amapolas en Octubre donde ya presentó hace dos años su aclamada novela La librera de París.
"¡Te has dejado el pelo largo!", le dice Laura Riñón, escritora y dueña de la librería nada más entrar en el local.
La librera de París fue para Kerri Maher el salto al reconocimiento internacional. Si entonces se trasladaba al París de los años 20 junto a Silvia Beach, en Al otro lado de la línea se adentra en los barrios de Chicago para revelarnos como un grupo de jóvenes madres montaron una clínica ilegal para ayudar a abortar a las mujeres que acudían a su consulta.
Un par de días antes, Laura Riñón le habló de esta novela a una clienta, y al pronunciar la palabra “aborto”, esta se dio media vuelta y se marchó. Pero una cosa es la aprobación y otra el conocimiento de los hechos que cambiaron de rumbo la historia. La novela de Kerri Maher se centra en uno de los avances sociales más importantes del movimiento de los derechos civiles de las mujeres.
Al otro lado de la línea es, sin duda, una novela controversial en la que la escritora toma posición en favor de esos derechos. Su obra se adentra en la historia del llamado Colectivo Jane, un grupo de jóvenes americanas que ayudó, fuera de la ley, a miles de mujeres que en los años 70 se enfrentaban a embarazos indeseados.
La librera de París se publicó en 2022, justo el año en el que se cumplía el centenario de la publicación del Ulises de James Joyce. Al otro lado de la línea también coincide en el tiempo con la sentencia que puso fin a las garantías federales de protección del derecho al aborto, anulando la sentencia sobre el caso Roe contra Wade, el 24 de junio de 2022. Deja la condición de si el aborto es legal o no, en manos de cada estado y revierte los casi 50 años de salvaguardas fundamentales para la protección del aborto en Estados Unido.
Pregunta. ¿Suerte o premeditación en el momento de la publicación?
Respuesta. ¡Pura casualidad! Como usted sabe, los libros tardan muchísimo en publicarse. Empecé a escribir La librera de París en 2018 y sabía que el centenario de Ulises se celebraría en 2022. En 2018 me vino la idea de escribir sobre el Colectivo Jane, pero no obtuve la aprobación de mi editor hasta 2020. ¡Es decir, mucho antes de que se revirtiera la ley del aborto! Lo cierto es que esta coincidencia no cambió tanto el libro sino la manera en la que se recibió. Ahora, la novela se enfrentaba a una realidad diferente.
P. Al otro lado de la línea se sitúa en 1972. Un año más tarde, la ley sobre el derecho al aborto fue aprobado en Estados Unidos. ¿Piensa usted que este movimiento feminista pudo ser el detonante de la ley?
R. No sé si Jane tuvo que ver con la ley que al cabo de unos meses se proclamó, pero sí que fue uno de los movimientos que la motivaron. Durante esos años setenta, existían movimientos clandestinos por todo el país: San Francisco, Nueva York... Los políticos lo sabían. Eran todos ilegales, y algunos francamente peligrosos. De hecho, la falta de seguridad fue otro de los detonantes.
»Pero Jane era un colectivo único en esta práctica ya que ofrecían una ayuda clínica completa para la salud de la mujer. Es decir, que su servicio fundamental era la de practicar abortos, de forma muy segura, pero no solo ayudaban a la mujer de esa manera, sino que se ocupaban de todas sus funciones ginecológicas en general.
P. ¿Por eso le pareció importante rescatar la historia del Colectivo Jane? ¿Para explicar quienes fueron, a lo que se enfrentaban y lo que querían reivindicar?
R. Sí. La historia real de este colectivo empezó en la Universidad de Chicago, gracias a estudiantes universitarias, de 19 o 20 años, activistas feministas que luchaban por los derechos civiles a las mujeres.
»Heather Booth fue una de las activistas más importantes de esa Universidad y su labor consistía en reclutar organismos seguros. Cuando alguien necesitaba un aborto, sabía que podía llamar a Heather. Desde su dormitorio en el campus de la universidad, Jane creció. Pronto, tuvo a varias personas contestando el teléfono, y otras tantas practicando abortos. Rápidamente, se dieron cuenta de que ellas mismas, aunque no fueran médicos, podían hacerlo mejor.
»Al cabo de unos años, consiguieron aprender todas las pautas necesarias, la higiene, los antibióticos que debían recetar, etc. Y acabaron practicando unos 11.000 abortos y con todas las garantías para la madre.
P. ¿Cómo fue la elaboración de su novela? ¿Qué parte tiene de verdad o ficción?
R. Aunque la historia de ese organismo es real, los personajes de Al otro lado de la línea son completamente ficticios. No existen casi documentos, ni pruebas, ya que ninguna de ellas podía guardar nada que las pudiera comprometer. En 2018, escuché hablar de ellas y me quedé boquiabierta. No me podía creer que mujeres como yo, habían conseguido montar ese engranaje ginecológico y practicar abortos de la manera que lo habían hecho.
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P. ¿Pudo entrevistar a alguna de las mujeres que estuvo involucrada?
R. Lo increíble es que cuando empecé la investigación sobre Jane, nadie a mi alrededor había oído hablar de ellas. A menos de estar en ese medio, o de haber sufrido una situación semejante, no era tan evidente saber de su existencia. Jane fue un grupo clandestino que buscaba la discreción y lo consiguieron. Pero después del fallo Dobbs [la decisión que echó por tierra el derecho al aborto a nivel federal en Estados Unidos, en 2022], hubo un resurgir de las historias de Jane y de su labor.
»Intenté hablar con uno de sus miembros, pero no lo conseguí ya que también estaba escribiendo un libro y no tenía derecho a compartir información. Lo que sí existe son dos ensayos de memorias, escritos por dos de sus miembros. También leí todos los documentos que encontré online y las entrevistas, lo que me permitió acumular información suficiente.
P. Es muy interesante los dos caminos narrativos que sigue su novela: Por un lado, el desarrollo del Colectivo Jane y, por otro, el embarazo de Verónica, su fundadora y personaje principal. ¿Piensa usted que la gestación o no de un bebé es el dilema, la elección más importante que debe tomar una mujer a lo largo de su vida?
R. Desde luego, es de los más importantes, sí. Sobre todo, el derecho a decidir. Si se quiere ser madre o no. Si es el momento adecuado en la vida o no lo es. Si puede hacer frente a los gastos. Esas decisiones son fundamentales.
»En cuanto empecé a escribir, supe que uno de los personajes principales, Verónica, debía estar embarazada. También que debía ya tener un niño mayor para que supiera lo que significaba la maternidad. Verónica es la fundadora y directora de Jane, lo hace de forma voluntaria y no recibe el menor salario. Quería escribir sobre los conflictos emocionales que subyacen a estas situaciones por las que, seguramente, muchos lectores habrán pasado y se sentirán identificados.
P. En la novela, Verónica hace referencia al amago de ley que casi salió aprobada en 1971 y que proponía protección para las mujeres y las familias con niños.
R. Efectivamente. Hubiera supuesto enormes diferencias para las familias con niños que trabajaban. La ley se aprobó en la Cámara y el Senado, pero Richard Nixon la apartó. Hoy, ni se plantea esa ley. De cierta manera, Estados Unidos era mucho más abierta y liberal en los setenta, que lo es hoy en día. No estaba polarizada.
P. ¿Piensa que el aborto tiene las mismas repercusiones que en los años setenta? ¿El mismo sentido o consecuencias?
R. Creo que, de cierta manera, sí, salvo que en esa época el aborto se consideraba un hecho fundamental para la liberación de la mujer. Hoy en día ese discurso ya no funciona. Ahora, cuando hablamos de aborto, es una parte de la cuestión sobre la salud reproductiva de la mujer, además de la mortalidad materna, la sanidad pública o privada, etc.
P. A pesar de que los capítulos llevan los nombres de personajes femeninos, todas ellas están casadas o en pareja. Los hombres, Doug, Matt o Gave, representan perfiles del padre. ¿Tiene el padre un rol en la concepción de un hijo o piensa usted que la decisión revierte exclusivamente en la madre?
R. La verdad es que no me quiero meter en ese tipo de preguntas que son tremendamente personales. Depende de tantos factores... No es tan simple. No hablamos de un mundo en el que todos somos buenas personas. A veces, el marido abusa de la mujer, o de los niños, por ejemplo. La verdad es que la novela está aquí para abrir este tipo de preguntas en el lector, pero no soy yo la que debo contestar a ellas.
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P. Es muy interesante el personaje del sacerdote en su novela ya que, contrariamente a lo que ocurre en la realidad, desafía las ideas de la iglesia, apoyando y ayudando al colectivo Jane. ¿Por qué ha querido usted dar esa visión más bien humanitaria de la Iglesia frente a la idea común?
R. No es la primera vez que escribo de forma positiva sobre la iglesia católica. Fui educada en el catolicismo y aunque en estos momentos no practique, me he encontrado gente maravillosa en la iglesia. Los curas o monjas que trabajan con la gente de a pie hacen una labor increíble para su comunidad.
P. La novela focaliza en las elecciones que debe establecer una mujer: ser madre o tener una profesión. ¿Piensa usted que hoy en día ese tema se ha despejado o, por el contrario, parece que la mujer sigue teniendo que escoger entre estos dos caminos?
R. ¿Conoce esa frase que dice “la mujer lo puede tener todo”? Me apetecía saber si podía o no usarla en mi novela y resultó que esa afirmación no aparece en el lenguaje común hasta los años ochenta. Se lo debemos a Ronald Reagan.
»Pero pienso que la idea de que las mujeres podían tener niños, una carrera exitosa y un matrimonio feliz, se originó en los años setenta y luego explotó en los ochenta. Aunque eso no sea cierto. Todas nosotras debemos plantearnos ese tipo de decisiones. Quizá los padres deberían ser tan responsables como las madres, pero es algo que no ocurre. Hacer que en este mundo las madres vayan a trabajar y los hombres se queden en casa, o hagan turnos entre uno y otro, ¿cuántas parejas conoce usted que lo practiquen?
»Lo cierto es que seguimos batallando entre ocuparnos de nuestros hijos y, a la vez, conseguir desarrollar una carrera profesional. Son elecciones difíciles ya que la sociedad en la que vivimos sigue educando a las mujeres para que se queden en casa con los niños.