Historias de zombis y fantasmas en la novela de una discreta Lorrie Moore
'Si este no es mi hogar, no tengo un hogar' aborda tanto la pérdida como la paciencia y la resistencia que se necesitan para tratar a los moribundos.
29 abril, 2024 02:26Hay un consejo literario muy conocido, a menudo atribuido erróneamente a Vladimir Nabokov, que dice lo siguiente: el trabajo del escritor consiste en subir al protagonista a un árbol y, una vez arriba, tirarle piedras. Esta máxima es acertada hasta cierto punto. Pero no dice qué debería ocurrir si el personaje muere y vuelve a la vida como árbol, o al menos como una variedad de zombi parecida a un árbol.
Esto es lo que ocurre en Si este no es mi hogar, no tengo un hogar, la nueva novela de Lorrie Moore (Glens Falls, Nueva York, 1957). El libro está ambientado en el periodo previo a las elecciones presidenciales de 2016, un año en el que el mundo se desmoronó para casi todos. Desde luego, fue así para Finn, un joven profesor de instituto.
El hermano de Finn, Max, está muriéndose en una residencia para enfermos terminales en el Bronx. El amor de su vida, una exnovia llamada Lily, se suicida. Pero, oh sorpresa, de alguna manera, ahí la tenemos después de su entierro, una muerta viviente, con tierra en la boca y gusanos retorciéndose en su cuello. Finn sigue enamorado de Lily. Lily sigue enamorada de Finn. Es perfecto. Comienzan un viaje por carretera.
Este es esencialmente el argumento de Si este no es mi hogar, no tengo un hogar, con un giro adicional. Moore hilvana en la historia una serie de entradas de diario, escritas como cartas de duelo, de la propietaria de una casa de huéspedes del siglo XIX. Aquí también hay dos muertes implicadas. Finn encuentra estos diarios en la casa, ahora un decrépito alojamiento turístico, y los roba. La historia de fantasmas comienza a trenzarse con la de zombis.
Incluso antes de su muerte, se decía que Lily guardaba cierto parecido con un manzano. Hermoso, en opinión de Finn, "hasta que empezaba a lanzarte sus manzanas, disparos fuertes que hacían daño, como los árboles de El mago de Oz. Si no se la comparara con un manzano a lo largo de la novela, se podría pensar en Lily como en un ginkgo de ensueño.
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Uno busca precedentes literarios. En la tercera novela de John Steinbeck, A un Dios desconocido (1933), un hombre habla con el espíritu de su padre muerto a través de un vetusto árbol. En una escena, este hombre también hace el amor con la tierra, como si fuera el naturalista y escritor Bill McKibben después de dos botellas de merlot. En la reciente y descaradamente apocalíptica novela de Sheila Heti, Color puro, una joven, también de luto por su padre muerto recientemente, entra en una hoja y permanece allí durante un tiempo, convirtiendo la luz del sol en un ligero almuerzo.
Los autores de reseñas de The New York Times nunca ponen notas a las novelas ni las etiquetan como "la selección de la crítica". Mis predecesores y yo hemos dicho lo que pensamos sin atajos disponibles. Mientras leía la nueva obra de Moore, sí pensé a veces en cómo la catalogaría.
John Berryman decía que hay dos maneras de clasificar a los escritores: en cuanto a talento y en cuanto a logro. Lorrie Moore tiene los dos. Es una original estadounidense. A lo largo de sus casi cuarenta años de trayectoria profesional ha publicado tres novelas anteriores (Anagramas [1986], ¿Quién mantendrá el hospital de rana? [1994], y Al pie de la escalera [2009]) y cuatro libros de cuentos. Estos relatos están reunidos en la que (hasta el momento) es su incuestionable obra maestra: Cuentos completos, de 2020.
Moore es una consumada usuaria de la lengua inglesa; sus absorbentes frases confirman y reconfirman la cordura de uno. Muchas de ellas hacen que te den ganas de enmarcarlas y colgarlas.
Pero cuando sus libros no funcionan, pueden parecer especialmente inútiles: recopilaciones de chistes desesperados, lanzados como si estuvieran en la sala de guionistas de Saturday Night Live, bolsas de palomitas con muchos granos sin explotar. Lo cual es una forma larga de llegar a entregar a hurtadillas lo que creo que son las primeras notas de mi carrera.
En comparación con el resto de obras de ficción publicadas en lo que va de año, Si este no es mi hogar, no tengo un hogar obtiene un sobresaliente fácil. Pero si empleamos como referencia los elevados estándares de la propia Moore, consigue como mucho un suficiente.
Algunas partes de Si este no es mi hogar, no tengo un hogar parecen haber sido escritas a altas horas de la noche
La novela comienza con una de las entradas del diario del siglo XIX. Es tan encantadora, taimada y sucia que uno puede reconocer: esto es lo que siempre he querido, una novela histórica moderna –una La última viuda de la Confederación lo cuenta todo o una Lincoln en el Bardo– de Lorrie Moore. La diarista está enamorada de un caballero que se hospeda en la pensión y de sus sensuales patillas. Él dice que ella posee belleza interior. "Ojalá aflorara hacia fuera", responde ella. "Es mejor que las cosas salgan a la superficie".
Te acomodas al tono de esta historia. Apártate, Hilary Mantel. Así de bueno es el comienzo. Hay algo de las recientes piruetas cósmico-circenses de Cormac McCarthy. Luego llega una historia diferente para sustituirla. Es como si volvieras a ser un niño y alguien te hubiera robado de repente el perrito caliente.
Moore dijo una vez que para escribir un relato corto hay que ser capaz de pasar la noche en vela.
Algunas partes de Si este no es mi hogar, no tengo un hogar parecen haber sido escritas a altas horas de la noche, en el buen sentido. La escritora lo pasa en grande describiendo a la muerta viviente Lily, sus ojos tan dorados como la grasa de un pollo, sus costillas como persianas venecianas, sus dientes como pequeñas nueces, con una tez que se asemeja a "la yema gris verdosa de un huevo demasiado cocido". Apesta a pescado y a queso, o a un ave de corral de la semana pasada.
Es una ruina impasible, pero no para Finn. Ella le otorga su esplendor pantanoso. Tienen sexo en el coche. Parece que les gusta. Este lector no dejaba de recordar las escenas de necrofilia de la espantosa, en todos los sentidos, Last Stories and Other Stories [Última historias y otras historias] (2014), de William T. Vollmann, en las que todo son entrepiernas cubiertas de maleza y pezones agrios que estallan en la boca de los amantes.
Lily tiene tan buen humor, y su charla es tan animada, que también recuerda al muerto viviente Griffin Dunne, medio consumido y serio, y sin embargo chocarrero, de la película Un hombre lobo americano en Londres".
Moore busca temas más profundos en esta novela, y por supuesto están ahí: es un libro sobre la pérdida, y sobre la paciencia y la resistencia que se necesitan para tratar a los moribundos con respeto, y sobre las variedades desaliñadas y multiformes del amor.
Pero incide más en los chistes. Cuando Finn empieza a explicar condescendientemente algo sobre la fosa de las Marianas, Lily le pregunta: "¿No saliste con una de ellas en el instituto?".
© The New York Times Book Review. Traducción: News Clips