Agustín Fernández Mallo disfraza con frialdad y filosofía unas emotivas memorias familiares
El vanguardista escritor cuenta en 'Madre de corazón atómico' la historia de sus padres con un enfoque analítico que esconde un fuerte flujo sentimental.
23 mayo, 2024 01:31El subtítulo, “Una historia verdadera”, de Madre de corazón atómico, la nueva novela de Agustín Fernández Mallo (A Coruña, 1967), da su clave general, tanto del argumento como de la forma. El contenido refiere la historia familiar del autor y lo hace desde la perspectiva de la autoficción, es decir, con el propio Fernández Mallo como protagonista y narrador en primera persona.
El punto de partida del recuento autobiográfico son los últimos días del padre de Fernández Mallo. El autor lo visita en el hospital donde está ingresado y el recuerdo retrospectivo de la muerte da comienzo a la narración: “Hoy, 25 de febrero de 2024, hace doce años que con 87 años de edad murió mi padre”. El relato rescata esos días finales y aquel crucial momento sirve a modo de palanca para recuperar la dilatada historia de su gente que enlaza al progenitor, a la madre y a las hermanas, y se remonta a los abuelos.
Un buen puñado de asuntos menudos se encadenan en tal crónica, pero uno de ellos funciona como motor narrativo un tanto tradicional de una novela, por otra parte, rupturista y anticonvencional. Se trata de un viaje que el padre, veterinario, realizó por Norteamérica para traer vacas de una raza selecta a su Galicia natal y que coincidió con las fechas previstas para el nacimiento del hijo. Medio siglo después el hijo-escritor rehace ese itinerario para recobrar aquella historia en toda su vivacidad puesto que los recuerdos del padre no son seguros al sufrir pérdida de memoria.
Una narración emotiva, pues en su frialdad analítica se cuela un fuerte flujo sentimental
Este doble episodio central –el viaje paterno reconstruido incluso con documentos gráficos y el del hijo tras las huellas de aquel– se abre a otras conexiones con la memoria doméstica que sirve como un amplio reflejo histórico trufado de materia inventiva en el que se rescata un arco temporal que va de la Guerra Civil a nuestros días. Viene a ser la crónica de una época convulsa a través de varios estratos generacionales, una especie de novela histórica, aunque Fernández Mallo evite los comodines habituales de este género.
Desarrollar este bloque anecdótico no constituye, sin embargo, el objetivo del vanguardista Fernández Mallo. Funciona solo como atrayente gancho narrativo donde se encaja un mosaico ensayístico que engloba cuestiones muy diversas.
La afición arraigada del autor a la idea sorpresiva, a la paradoja, a exhibir una visión inédita de la vida o a epatar con un juicio provocador llena la novela de pensamientos sorprendentes o enigmáticos: un ser querido “muere para renacer en ti de otra manera, resucita para ser otro en ti”; aunque “escribir ficciones y morir son cosas contrapuestas […], se hallan íntimamente ligadas”; “todo animal es un sintetizador vivo”; toda religión es la máxima teoría de la conspiración, “y el creyente, un perfecto paranoico inducido”.
El narrador cuelga estos y otros ingredientes especulativos en el árbol de la autobiografía con ambición filosófica de alcance antropológico. Su percepción del mundo se atiene a un riguroso positivismo materialista, ajeno a toda espiritualidad. Pero en la frialdad analítica y teorizante del relato se cuela un fuerte flujo sentimental y de ello resulta una narración –novela, ensayo o memorias, qué más da– bastante emotiva.