Ana Blandiana

Ana Blandiana

Letras

Seis poemas para comprender a Ana Blandiana, Premio Princesa de Asturias de las Letras

Las coordenadas poéticas de la escritora rumana, represaliada durante el régimen de Ceaușescu, están marcadas por la derrota y la esperanza.

23 mayo, 2024 13:03

La escritora rumana Ana Blandiana ha sido reconocida con el Premio Princesa de Asturias de las Letras 2024. Según reza el acta del jurado, "su escritura, que aúna transparencia y complejidad, plantea preguntas fundamentales sobre la existencia del ser humano, en soledad y sociedad, ante la naturaleza y la historia. Ha mostrado con su poesía indómita una capacidad extraordinaria de resistencia frente a la censura".

Represaliada durante el régimen comunista de Nicolae Ceaușescu, Blandiana fue conocida por su poesía anticomunista al inicio de su trayectoria y se distinguió por una rebeldía que la condujo a vivir durante años como una exiliada dentro de su propio país. Cuando el régimen del dictador rumano atenuó su fuerza opresora, la escritura de la rumana se tornó más sencilla e irónica y evolucionó hacia una poesía más depurada.

Celebrada también por su obra narrativa —ensayos, cuentos, novelas, diarios...—, fue la poesía el género en el que se desempeñó con más intensidad. De esta selección, a cargo del poeta y traductor Jordi Doce, los dos primeros poemas que reproducimos forman parte de Mi patria A4, publicado por Pre-Textos; el tercero y el cuarto se integran en Un arcángel manchado de hollín, volumen editado por Galaxia Gutenberg que incluye tres poemarios; y los dos últimos, en prosa, están incluidos en Variaciones sobre un tema dado (Visor), que recopila composiciones de amor hacia su marido, que había fallecido.

[La escritora Ana Blandiana, Premio Princesa de Asturias de las Letras 2024]

Animal planet

Menos culpable, aunque no inocente,
En este universo donde
Las leyes de la naturaleza deciden
Quién debe matar a quién
Y el que más mata es el rey.
¡Con qué admiración se filma
Al león plácido y feroz que despedaza al cervatillo!
Y yo, al cerrar los ojos o al apagar el televisor,
Siento que participo menos en el crimen,
Aunque en la llama de la vida
Hay que verter siempre sangre,
La sangre de otro.

Con menos culpa, aunque no inocente,
Compartí mesa y mantel con los cazadores,
Sin embargo, me gustaba acariciar las orejas largas
Y sedosas de las liebres,
Arrojadas en un túmulo
Sobre el mantel bordado.
Culpable, aunque yo no fuera quien
apretara el gatillo,
Y me tapara los oídos,
Horrorizada por el ruido de la muerte
Y por el olor a sudor desvergonzado de los que dispararon.
Menos culpable, aunque no inocente,
Aún así, más inocente que tú,
Autor de esta perfección sin piedad,
Que has decidido todo
Y luego me has enseñado a poner la otra mejilla.

Panales

Tú no has nacido,
Sino que naces
A cada momento,
Y no intentas
Estar allí, cuando estás aquí,
O aquí cuando vas allí.
Tú eres la materia audazmente salvada
De una respiración en otra,
Sin la cual no existiríamos.
Y, en realidad, no somos
Más que restos, formas vacías
Panales de los que se ha escurrido
La miel de la Eternidad.

En el otro extremo

Todo está sin terminar.
¿O solo me lo parece a mí?
Esta hoja ¿no debería
terminarse de alguna forma?
O la mariposa
¿no debería completar de algún modo
El dibujo de sus alas?
Y las líneas en las palmas de mi mano
¿Son solo un esbozo de
Un cuadro apenas empezado?
Todo está por terminar
Expectante por llegar
A completarse
Lo cual es imposible adivinar
Desde la luz cegadora
Al otro extremo.

Omphalos

Una piedra es un Dios que
Se mueve tan despacio
Que mi ojo mortal
No reconoce el movimiento,
Así como no pedimos
A una ola, 
A una nube
Que entienda qué es el mar.
Cuándo todo se derrumba
Y luego se disuelve
En una mezcla tóxica
Del ayer y del mañana,
Una piedra es la semilla aún viva
Del mundo,
El sentido encogido que permanece, 
Omphalos y brote del que todo el
Universo asesinado
Crecerá otra vez, 
Cuando el Dios dividido por igual
Entre las piedras
Se erija en una barricada.

Poemas sin título de Variaciones sobre un tema dado

Si hubiera micrófonos en casa como antes, seguramente los vigilantes me tomarían por loca mientras me graban hablando contigo sobre toda clase de cosas, pidiéndote consejo, contándote las noticias del día, diciéndote te amo, así, en presente, y buenas noches antes de apagar la luz.
O si alguno de ellos fueran nuevos en su puesto y no supieran que te has ido, el hecho de que no me contestes les parecería sospechoso y supondrían que las pausas en la conversación corresponden a señales indescifrables para ellos.

Me pregunto si allí donde estás te sirve de algo lo que sabías aquí, 
o si tienes que volver a aprenderlo todo como el que llega al mundo y aprende a andar y a hablar. 
Quizás para llegar al otro mundo tengas que nacer de nuevo (llegar al mundo significa precisamente nacer) y (así como aquí no recordamos nada de lo que éramos antes de nacer) tampoco recuerdes nada allí del mundo que fue nuestro.
Y aún es mío.