Foto: Almira Márquez.

Foto: Almira Márquez.

Letras

'Empeñados en ser felices' de Miguel Munárriz: recuerdos de un letraherido

El escritor presenta una emotiva biografía que plasma sus relaciones con destacados escritores y su esfuerzo por llevar la literatura al público. 

3 junio, 2024 01:27

El ámbito literario conoce diversos espacios de creadores, de editores, de lectores, el de la crítica, y también uno donde acomodamos a los facilitadores de una fructífera relación entre ellos. El escritor, lector, Miguel Munárriz (Gijón, 1951), un entusiasta de las artes, de la gran literatura, española, hispanoamericana y europea, lleva una vida dedicada a reconocer el talento y a buscar incluso en autores huraños su bonhomía, para que los libros lleguen al lector sin sobrecargas innecesarias.

Empeñados en ser felices

Miguel Munárriz

Aguilar, 2024. 376 páginas. 21,90€

Prefiere sacar la sonrisa a quienes llevan un sobrepeso de orgullo, utilizando el humor como correa de distribución que permite conocer al hombre tras el escritor. Y muy en especial, si una buena comida, cumplidamente asistida de vinos, facilita el encuentro.

Este libro contiene el abanico de relaciones establecido por Munárriz a lo largo de una vida al servicio de la cultura. Resulta imposible enumerar con detalle sus numerosos trabajos o posiciones de responsabilidad. El epicentro inicial de su trayectoria fue Gijón, o mejor dicho el Principado de Asturias, y su relación con un paisano, el poeta Ángel González.

Munárriz luchaba en los años ochenta para poner en marcha Luna de Abajo, “la modestísima y estética editorial de poesía que marcó el pulso de otras publicaciones” (p. 319), cuando el poeta asturiano que enseñaba literatura en la Universidad de Nuevo México, regresó a España en 1984, auspiciando con su palabra y presencia los esfuerzos literarios de sus coterráneos.

En torno a la persona y obra de Ángel González revuelve la primera parte del libro, y ahí van saliendo personas, escritores cercanos al gran lírico, como Alarcos Llorach, pues había entre Ángel y Emilio un cordón amistoso, trenzado de talento, de sabiduría, de ética y de empatía. Para quienes también les conocimos de cerca, estas páginas traspasan la emoción de una sincera creencia de que el mejor talento toca la esencia de lo humano.

El título del libro resulta muy apropiado, dados el buen ánimo y la mirada positiva hacia lo mejor de las personas

Munárriz ocupará importantes puestos, tanto como alentador cultural, preparando encuentros literarios en Oviedo, de poesía y de narrativa. Destaco el de director del suplemento cultural del diario El Mundo, La Esfera. Tampoco cabe olvidar, entre otros varios cargos, el de director de comunicación de las editoriales del grupo Santillana.

Este le permitiría conocer de cerca a numerosos escritores, españoles y extranjeros, como Paul Auster o Günter Grass, publicados por la empresa. Siempre, y por ello el título del libro resulta tan apropiado, su buen ánimo y la mirada positiva hacia lo mejor de las personas y obras comentadas te lleva en volandas. A veces te sientes incluso un poco aéreo, ingrávido, por la falta de mirada crítica.

Digamos también que cada pequeño capitulillo del libro ofrece un punto de luz, sobre unos ciento setenta autores y bastantes más títulos de los mismos. Menciono a Gil de Biedma, Ángel González, Ray Loriga, Rosa Montero, y tantos otros. Evoca asimismo recuerdos memorables de revistas y sus editores, Mihály Dés y Lateral, Juan Cueto y Cuadernos del Norte…

Se trata, pues, de un libro biográfico, que deja constancia de las relaciones emotivas entre los escritores y quienes los presentan al gran público. Transmisión que resulta frágil. Munárriz mismo lo constata, habla de una frase de Flaubert, “Madame Bovary c’est moi”, que Gustave nunca escribió y que probablemente nunca dijo.