'Una historia particular', de Manuel Vicent: las brillantes memorias de un anarquista sentimental
El escritor y periodista repasa los hitos de su biografía y su filosofía de vida en un libro donde destaca su prosa colorista, original y siempre creativa.
9 junio, 2024 02:29Centenares, acaso miles, de páginas de Manuel Vicent (Villavieja, Castellón, 1936) tienen impronta autobiográfica. En alguna novela ha revivido, además, ciertos tramos de su vida. En Contra Paraíso recuperó el trecho que va del nacimiento al abandono del pueblo natal el año de la muerte de Manolete. En Tranvía a la Malvarrosa, un protagonista homónimo rescata su adolescencia y juventud hasta concluir la carrera de Derecho. Estas incursiones parciales adquieren ahora dimensión panorámica en Una historia particular al presentar Vicent la narración continuada de su entera vida.
Una historia particular se remonta a la infancia y se dilata hasta hoy mismo, cuando el autor, casi nonagenario, renuncia a los señuelos mundanales y asume haberse quedado a la orilla del río digital. En la cultura, “por nada del mundo” hará ya el sacrificio de leer Ulises de Joyce y vuelve a lo que le ha gustado, libros de aventuras que le trasladan a la adolescencia y clásicos (Ensayos de Montaigne, Tolstoi, Flaubert, Virgilio, Horacio…). Todo ello “sin nostalgia, solo un poco de melancolía”, actitud que galvaniza con una de esas sorprendentes apostillas suyas que libran al discurso de toda solemnidad: “como las gotas de angostura que impulsan hacia la perfección los martinis secos”.
Vicent arranca el chequeo existencial con una proclamación de su visión materialista del mundo: con solo cuatro mimbres (naces, creces, te reproduces y mueres) se teje cada historia personal, trufada “con toda una maraña de sueños y pasiones que el tiempo macera a medias con el azar”.
El relato va aislando hitos cronológicos en pequeñas secuencias que marcan experiencias significativas de la trayectoria del memorialista. Jalones de una vida pasan a ritmo rápido que imprime vivacidad a la rememoración: la pérdida de la fe y el sentimiento panteísta, el malestar con la familia, los estudios universitarios, la adopción de una estampa singular de escritor, el traslado a Madrid con la quimera de ser director de cine, el servicio militar, las colaboraciones en prensa, la relación con el arte, el laberinto de la ludopatía, el fin de la cutre dictadura y los nuevos aires políticos, o los muchos cambios del nuevo milenio.
El libro de Vicent se mueve entre la estampa impresionista y algún pasaje con auténtico diseño de cuento
Los recuerdos siguen el hilo temporal sin rigidez porque la memoria asociativa espolea un permanente ir y venir de la evocación. El relato da moderada importancia a lo noticioso y se mueve entre la estampa impresionista y algún pasaje con auténtico diseño de cuento.
La biografía se hilvana a partir de datos de significación privada, el peso de canciones y lecturas, o los perros y coches que han jalonado la vida. De la aleación de lo privado y lo público sale un vivo daguerrotipo histórico repleto de penetrantes observaciones (la revolución “del paladar” de los 80 o la Movida, que “en el fondo consistía en no estarse quieto”) en las que brilla el ingenio; en suma, una percepción subjetiva intransferiblemente singular.
El original retablo de época es inseparable de una peculiar filosofía de la vida que apiña variadas pulsiones: agnosticismo, placer y culpa, aguda sensorialidad, anarquismo sentimental, felicidad, escepticismo, vivencia punzante del tiempo… Este rico, paradójico y emocionante retrato de interiores lo plasma Vicent con esa brillante prosa suya, bella, colorista y musical, en todo momento creativa.