Rosa Regàs. Foto cedida por la editorial Navona

Rosa Regàs. Foto cedida por la editorial Navona

Letras

'Un legado', de Rosa Regàs: la musa de la 'Gauche Divine' publica sus memorias

Las memorias de la escritora están marcadas por el desencanto político, sobre todo con Cataluña, y los ajustes de cuentas con algunos enemigos.

18 junio, 2024 02:16

"He sido desobediente por naturaleza". La autobiografía de Rosa Regàs (Barcelona, 1933), nacida de una larga charla con la periodista Lídia Penelo, es una reivindicación de su carácter libertario, que le llevó a despojarse del corsé que imponía la recalcitrante sociedad católica durante la primera mitad del siglo XX, a compaginar los estudios universitarios con la maternidad a comienzos de los años 50 y a separarse, años después, de su marido.

Un legado

Rosa Regàs

Ed. Lídia Penelo. Navona, 2024. 200 páginas. 22 €

Ganadora de los premios Nadal, Planeta y Biblioteca Breve, fundadora de la editorial La Gaya Ciencia y directora de la Biblioteca Nacional, Regàs creció en el seno de una familia acomodada de Barcelona, ciudad en la que nunca terminó de encajar, por más que conserve gratos recuerdos de la sala Bocaccio –"un milagro en pleno franquismo"–, en la que se sintió una "musa de la Gauche Divine".

Accedió al mundo editorial gracias a su ingreso en Seix Barral, época en la que hizo amigos irremplazables –Vázquez Montalbán, Juan Marsé, García Márquez, Vargas Llosa, Eugenio Trías…–, pero un desengaño la expulsó a Ginebra. Viajó por el mundo durante más de una década como trabajadora de las Naciones Unidas antes de regresar a España.

"Si volviera a tener 20 años, me nacionalizaría francesa; saldría de este país, que no tiene arreglo", afirma. Además de las jugosas anécdotas que contienen, como la de su primer encuentro con Dalí, surrealista e imperdible, las memorias de Regàs están marcadas por el desencanto con nuestro sistema político –muy crítica, sobre todo, con la Transición– y el resentimiento hacia Cataluña y el nacionalismo.

Un legado es también, de algún modo, un ajuste de cuentas: con Esther Tusquets, a la que hacían "mucho caso porque era muy rica", con Jorge Herralde, con El País… y hasta con el emérito, "a quien odio", leemos. Asegura que, a sus años, tiene dificultades para escribir; esta vez, sin embargo, no se ha guardado nada.