Recuerdo a Manolo Escobar con unas gafas 3D persiguiendo a unas mujeres de carne y hueso disfrazadas de indígenas. Lo vi con estupefacción cuando era unos años más joven en uno de esos programas de cámara oculta a famosos que se proyectaban el día de los Santos Inocentes en la televisión autonómica andaluza. Le hicieron creer a nuestra gloria nacional que todo lo que vería con esas gafas era irreal, que era una simulación hecha por ordenador, y en realidad no lo era…

Cuando vi semejante broma de mal gusto y al elegante Sr. Escobar metido en aquella trampa, lo primero que pensé es: “eso nunca me pasará a mí”, de forma que en aquel momento tomé la decisión tajante de que jamás en mi vida me pondría unas gafas de ese tipo. Pero los años pasan, y lo que para entonces no era más que una especie de utopía futurista, hace unos meses se volvió realidad con la presentación de las Apple Vision y la computación espacial.

Imaginen conmigo por un momento: estoy en mi estudio, rodeado de estanterías repletas de libros. Coloco unas gafas en mi rostro y, de repente, los libros cobran vida. Las palabras flotan en el aire, las ilustraciones se expanden en tres dimensiones, y puedo interactuar con la narrativa de formas que antes solo podía soñar.

Esta no es una escena de ciencia ficción; es el futuro inminente de la lectura. Como señaló Arthur C. Clarke en la conocida como su tercera ley: "Cualquier tecnología suficientemente avanzada es indistinguible de la magia" (Clarke, Los secretos del futuro, segunda edición revisada de 1973). Y es precisamente esta magia la que está a punto de transformar nuestra experiencia de lectura en formas que apenas comenzamos a vislumbrar.

La computación espacial se refiere a tecnologías que permiten la interacción con datos y sistemas digitales en un espacio físico tridimensional. Incluye la realidad aumentada (AR), la realidad virtual (VR), la realidad mixta (MR) y otros sistemas inmersivos. Estas tecnologías están cambiando cómo interactuamos con el mundo digital y tienen el potencial de ser una de las formas dominantes de interacción en el futuro, impulsadas por el aumento en el uso de dispositivos AR y VR.

Empresas como Apple, Microsoft, Meta (anteriormente Facebook) y Google están invirtiendo fuertemente en el desarrollo de hardware y software. Grandes avances en procesamiento gráfico, sensores, y la inteligencia artificial están haciendo que las experiencias de AR y VR sean más inmersivas y accesibles y sobre todo el desarrollo de gafas y lentes más ligeros, compactos y cómodos.

Aunque la computación espacial ha estado hasta el día de hoy enfocada sobre todo al ámbito de los simuladores, el entretenimiento y los videojuegos, sectores como la educación, la salud, la manufactura y el comercio minorista están adoptando estas tecnologías para mejorar la capacitación, la visualización de datos, la colaboración remota y las experiencias de compra.

La computación espacial, una tecnología que fusiona el mundo digital con nuestro espacio físico, está lista para revolucionar la industria editorial. Según un informe de la prestigiosa consultora tecnológica MarketsandMarkets, se espera que el mercado global de computación espacial crezca de $32.6 mil millones en 2022 a $116.7 mil millones para 2027. Este crecimiento exponencial no solo afectará a cómo consumimos contenido, sino también a cómo lo creamos y distribuimos.

El nacimiento del "libro espacial"

¿Cómo llamaremos a estas nuevas experiencias de lectura? ¿Libros inmersivos? ¿Narrativas espaciales? ¿Libros holográficos? Algunos plantean que esta tecnología terminará con la palabra "libro" e incluso con el discurso escrito. La terminología aún está en evolución, pero lo que es cierto es que estos nuevos formatos desafiarán nuestra concepción tradicional de lo que es un libro.

La evolución del concepto de libro no es nueva. Desde los rollos de papiro hasta los códices, desde los libros impresos hasta los e-books y audiolibros (libros digitales donde ya se prescinde de texto escrito por completo), la forma en que consumimos ideas, literatura y conocimiento ha estado en constante cambio.

Como señaló Marshall McLuhan, "primero moldeamos nuestras herramientas, y luego nuestras herramientas nos moldean a nosotros" (McLuhan, Understanding Media, 1964). El libro espacial es el siguiente paso en esta evolución, una herramienta que no solo cambiará cómo leemos, sino también cómo pensamos y nos relacionamos con la información.

El texto en la era espacial

A pesar de toda esta innovación, el texto escrito seguirá siendo el corazón de la experiencia literaria. Como dijo Jorge Luis Borges, "de los diversos instrumentos del hombre, el más asombroso es, sin duda, el libro" (Borges, El libro, 1978). En el libro espacial, el texto se convertirá en un elemento dinámico e interactivo, fusionándose con elementos visuales y auditivos para crear una experiencia multisensorial.

Imagine palabras que nos rodean y danzan por el salón de nuestra casa, que cambian de forma según la emoción de la narrativa, o que se revelan gradualmente a medida que el lector explora el espacio virtual tal como hacía Tom Cruise en la película Minority Report (Spielberg, 2002) manipulando datos en el aire con gestos. Así es como los lectores podrán interactuar físicamente con el texto, creando una conexión más profunda con el contenido.

Esta interactividad no se limita a la ficción. Suponga un libro de historia donde pueda "caminar" por la Biblioteca de Alejandría tomado del brazo por Hipatia, un libro de arte donde pueda conversar con Leonardo Da Vinci o un libro de ciencias donde pueda manipular moléculas en 3D. El potencial educativo es enorme.

Desafíos y oportunidades

Esta nueva era presenta tanto desafíos como oportunidades para el marketing editorial. Por un lado, tendremos que repensar completamente nuestras estrategias de promoción y distribución. ¿Cómo se "hojea" un libro espacial en una librería virtual? ¿Cómo se comparten fragmentos en redes sociales?

Por otro lado, las posibilidades de engagement son infinitas. Piense en campañas de marketing donde los lectores puedan sumergirse en un capítulo de muestra, interactuar con los personajes, o incluso co-crear contenido dentro del espacio narrativo. La línea entre el marketing y la experiencia del producto se volverá cada vez más borrosa, creando oportunidades para experiencias de marca verdaderamente inmersivas.

Un ejemplo fascinante de cómo esto podría funcionar lo vi en un informativo que abordaba esta cuestión tomando imágenes de una demostración de un prototipo de libro espacial.

Una editorial estaba promocionando una nueva novela de ciencia ficción de forma que los visitantes podían "entrar" en una escena clave del libro, interactuar con los personajes y explorar el mundo creado por el autor. La cola para probar la experiencia daba la vuelta al pabellón. "Esto no es solo marketing", decía el director de marketing de la editorial, "es una extensión de la experiencia narrativa".

El futuro de la diversidad

Se han hecho interesantes experimentos con personas disléxicas con reducida capacidad para mantener una lectura prolongada. Tras someterse a experiencias lectoras con un prototipo de libro espacial adaptativo, donde el texto se ajustaba automáticamente a su ritmo de lectura y ofrecía ayudas visuales contextuales, esas barreras desaparecían aumentando muy significativamente el tiempo de lectura y comprensión del texto.

Este potencial para la personalización y la accesibilidad podría democratizar la lectura de una manera sin precedentes. Imaginen libros que se adaptan no solo a las necesidades de personas con discapacidades, sino también a diferentes estilos de aprendizaje, preferencias culturales o incluso estados de ánimo.

Por supuesto, con gran poder viene gran responsabilidad. La implementación de libros espaciales plantea desafíos técnicos y éticos significativos. ¿Cómo garantizamos la privacidad de los lectores en un entorno tan inmersivo? ¿Cómo prevenimos la fatiga digital y protegemos la salud ocular? ¿Cómo preservamos la integridad artística de la obra original en un medio tan maleable?

Estas son preguntas que debemos abordar de manera proactiva. "La ciencia recoge conocimientos más rápido que la sociedad recoge sabiduría" decía Asimov en Los propios dioses (1972). Es nuestra responsabilidad como profesionales del sector editorial no solo promover esta nueva tecnología, sino también participar activamente en el diálogo sobre su implementación ética y responsable.

Libro espacial y libro tradicional

Estamos en un momento en que debemos reimaginar lo que significa "leer" en la era de la computación espacial. En una entrevista publicada en The Economist en 2003, el escritor William Gibson afirmaba ingeniosamente: "el futuro ya está aquí, solo que no está uniformemente distribuido”.

Nuestra tarea en el ámbito editorial es ayudar a distribuir ese futuro, asegurándonos de que la magia de la lectura no solo sobreviva, sino que florezca en esta nueva frontera digital.

El libro espacial no es el fin del libro tradicional, sino una expansión de lo que es posible en el arte de contar historias. Es nuestro deber como guardianes de la palabra escrita abrazar esta evolución, guiar a nuestros autores y lectores a través de ella, y asegurarnos de que, en este nuevo mundo de posibilidades infinitas, la esencia de lo que hace que un libro sea especial permanezca intacta.

El futuro de la lectura es espacial, es inmersivo, es mágico. En última instancia, nuestro objetivo como editores sigue siendo el mismo: conectar a los lectores con historias que los cautiven, los inspiren y los transformen. La computación espacial es simplemente una nueva y poderosa herramienta en nuestro arsenal para lograr ese objetivo.

El viaje apenas comienza, y promete ser una aventura que pondrá en aprietos a las editoriales que no se hayan preparado.

Raúl Alonso es Licenciado en Filosofía por la UNED y experto en Programación con tecnologías web por la Universidad de Alicante. Fundador y director de Editorial Cántico, se ha especializado en Marketing Digital e Inteligencia Artificial aplicada a la industria editorial.