Un buen salvaje en sociedad: se reedita 'Frágil felicidad. Un ensayo sobre Rosseau', de Tzvetan Todorov
La editorial Gedisa trae de vuelta la obra en la que el búlgaro reconcilió las partes aparentemente contradictorias del pensamiento del ilustrado francés.
7 agosto, 2024 02:00Desde el siglo XVIII pesa sobre la obra de Jean-Jacques Rousseau (1712-1778) una de las más graves imputaciones posibles contra un pensador: la contradicción. ¿Es posible un acuerdo entre la doctrina del buen salvaje y la condena de la civilización en Discurso sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres (1754) y el proyecto político, civil, de El contrato social (1762)?
Al tiempo que publica el último de estos tratados, aparece su Emilio o de la educación, donde propugna una nueva pedagogía para nuevos ciudadanos… ¿Es posible combinar, sin descalabro mental, a este Rousseau con el posterior, el póstumo, autor de las Ensoñaciones de un paseante solitario, que solo concebía la felicidad en los jardines?
Este y otros cargos han caído sobre el autor. También es cierto que siempre ha contado con defensores. Estos le llaman por su nombre y hallan en él una fuente inagotable de inspiración. Así pues, ¿se contradice Jean-Jacques? ¿Podremos articular su buen salvaje, su voluntad general, su educación vanguardista y sus anhelos de prerromántico en un todo coherente?
Gedisa reedita hoy un texto en francés de mediados de los años 80 de Tzvetan Todorov (1939-2017) titulado Frágil felicidad. Un ensayo sobre Rousseau. Ahí se ambicionaba poner algo de orden en la filosofía práctica del clásico dieciochesco. En el prólogo, Todorov reconoce estar cansado de las escuelas y de los tecnicismos (otro más). En consecuencia, su ensayo interpretativo es claro, directo y coloca las notas rousseaunianas en el mismo cuerpo del texto.
Todorov considera que hay en su obra una frescura que se ha perdido entre los intelectuales contemporáneos. Los lectores de los trabajos de Todorov sobre literatura fantástica o la pintura holandesa saben de su solvencia, y del nervio de sus inquisiciones. Aquí lee a Rousseau con atención y claridad filológicas. Tampoco para él se contradice Jean-Jacques.
Todorov aprecia una riqueza y modernidad prodigiosas en la imagen del ser humano que plasma Rousseau
Para este intérprete, la obra total del filósofo contiene una vigorosa y matizada filosofía antropológica. Todorov aprecia una riqueza y modernidad prodigiosas en la imagen del ser humano que plasma Rousseau. Cada una de las posturas extremosas de este ha de entenderse, opina, como un ideal, un arquetipo, a veces extremo, que es preciso contextualizar, modular en un todo. El conjunto relativiza las partes.
Todorov matiza los exabruptos y distingue diferentes "vías" en Rousseau. Concretamente, cuenta tres: "El ciudadano", "El individuo solitario" y "El individuo moral". Se trata de las tres secciones de Frágil felicidad. La dialéctica de esta secuencia conceptual es: el nosotros, el yo y el yo en el nosotros.
El corazón de esta propuesta está en el tercer paso, centrado en el Emilio. En esta obra se pretende imbricar al yo en una comunidad unida, justa, por medio de una pedagogía. En su Emilio, Rousseau reconcilia las otras vías y dibuja, para Todorov, al hombre moderno con sus nuevas complicaciones.
Leamos al Premio Príncipe de Asturias: "El primer camino del hombre lo conducía a un 'todo social'; es el camino de 'socialismo', entendiendo la palabra en el sentido literal. El segundo trataba de encerrarlo en el 'todo individual'; era el del 'individualismo'. El tercer camino no tiene un nombre especial en Rousseau; en homenaje a Montesquieu, de quien Rousseau está curiosamente próximo, se lo podría llamar 'camino de la moderación'".