'Correspondencia' de Martin Heidegger y Karl Jaspers: el naufragio de una amistad
Herder publica las cartas que intercambiaron los dos filósofos, nutrida por un conjunto de notas que permiten entender mejor su confrontación a partir de la deriva nazi.
A expensas de que el estudio de Francisco Vázquez García, Heidegger en España, pendiente de publicación, pueda aportar otros matices al respecto, da la impresión de que durante la última década la recepción de la obra del gran pensador alemán ha ido perdiendo vigor teórico en nuestro país.
Si a finales de los 80 la aparición del libro de Víctor Farías Heidegger y el nazismo sirvió no sólo para reavivar la polémica en torno a la adhesión de Heidegger al NSDAP, sino también para incitar a un debate filosófico sobre su antimodernismo, hoy la hermenéutica académica convive con la aparición esporádica de documentos que corroboran los prejuicios raciales de Heidegger, como es el caso de los Cuadernos negros, sus apuntes personales de aquel oscuro período.
La correspondencia entre Heidegger y Jaspers no posee este carácter, pero se prestará a este tipo de lectura, sobre todo por el papel jugado por el segundo en el proceso de depuración del primero al término de la Segunda Guerra Mundial.
Los dos hombres se conocieron en 1920, en casa de Husserl. Aunque Jaspers era nueve años mayor que “el jovencito fenomenólogo”, pronto surgió entre ellos un sentimiento de afinidad por su convicción de que la filosofía debía adoptar nuevos aires frente a los viejos corsés cientificistas. Sin formación filosófica, Jaspers provenía del campo de la psiquiatría y había intentado plasmar algo así en su Psicología de las concepciones del mundo (1919).
Ambos andaban en busca de un esclarecimiento de la existencia de nuevo cuño y su rechazo al establishment académico fue el nexo para forjar una “comunidad de lucha” que las visitas de Heidegger a Heidelberg, de 1921 a 1933, pasando a menudo varios días en casa de Jaspers, contribuyó a reforzar.
Pero en el fondo había poco más. En 1921, Heidegger envía a Jaspers el borrador de su reseña de la Psicología, donde se emplea con rigor, desmenuzando las carencias del libro. Probablemente piensa ya en la alternativa que supondrá su obra magna.
Cuando se publica Ser y tiempo, Jaspers lo lee fragmentariamente y evita hacer un comentario detallado de un texto que ni entiende del todo ni responde a sus expectativas. Aun así, la amistad se mantiene y la correspondencia se multiplica, con hasta treinta cartas en 1928 del total de 155 que conforman un epistolario que llegaría hasta 1963.
En 1945, Jaspers espera de Heidegger una disculpa por el antisemitismo. Silencio
Entre 1933 y 1934, en el “año del rectorado”, se produce la crisis de su relación. Jaspers, cuya esposa era judía, pregunta a Heidegger cómo puede gobernar Alemania alguien tan ignorante como Hitler. Respuesta: “¡La cultura no importa! ¡Fíjese Ud. en sus maravillosas manos!”. Jaspers conoce entonces el informe Baumgarten: en él, Heidegger emplea jerga antisemita y desprecia “el círculo de intelectuales liberal-democráticos de Heidelberg” al cual pertenece su colega. Con todo, Jaspers procura contemporizar, impactado aún por la potencia del pensamiento heideggeriano.
Después, se suceden misivas de un diálogo imposible. En 1945, Jaspers espera de Heidegger una disculpa. Silencio. En 1948 escribe su carta más sincera, adjuntando copia de su informe a la comisión depurativa de la universidad de Friburgo, donde apoya que se le retire de la docencia unos años, pero no se la envía. La rehace en 1949 y, desde entonces, apenas 15 cartas entre ellos, llenas de equilibrios entre lo que dicen y lo que callan.
Por suerte, la edición de esta correspondencia, a cargo de Walter Biemel y Hans Saner, viene nutrida de un aparato de notas que nos ayuda a captar el rumor oculto de una confrontación rotunda entre dos personalidades filosóficas tan dispares: una confrontación que, a decir verdad, nunca tuvo lugar.