'Objetivo: democracia': Juan Fernández-Miranda ofrece una versión vertiginosa del parto de la Transición
- El valor de este interesante volumen, galardonado con el Premio Espasa, es recordarnos que no hay destinos ineluctables, ni entonces ni ahora, cuando los mensajes pesimistas se hacen fuertes.
- Más información: Juan Fernández-Miranda gana el Premio Espasa con una crónica política de la Transición
En los últimos años vivimos con cierta sorpresa el retroceso democrático global. La democracia no solo no ha echado raíces allí donde creíamos que lo haría, sino que ha retrocedido o desaparecido de otros lugares donde la dábamos por supuesta, también en suelo europeo.
En este contexto, es bien interesante leer este libro del periodista Juan Fernández-Miranda (Madrid, 1979), adjunto al director de ABC, y que en ensayos anteriores ya ha mostrado un acrisolado conocimiento de la segunda mitad del siglo XX español. Es autor de El guionista de la Transición (2015), biografía de su tío-abuelo Torcuato Fernández-Miranda (cuyo papel es central en el relato de Objetivo: democracia), y coautor de Don Juan contra Franco (con Jesús García Calero, 2018) y El jefe de los espías (con Javier Chicote, 2021).
Es llamativo el contraste entre el desencanto democrático actual y el parto de la Transición y la vuelta de la democracia de entonces, que no se produjo en circunstancias fáciles, aunque existía un objetivo común que empujaba la nave. La época presionaba en una dirección que barrió dictaduras y descolonizó continentes en muy pocos años. En España había una esperanza, aunque “tupida por el aroma paralizante del miedo al pasado y a algo peor: a nosotros mismos”, escribe el autor.
Los hechos son conocidos: en noviembre de 1975 Franco muere tras casi cuatro décadas de dictadura, y no sólo muere en la cama, sino que lo hace habiendo designado sucesor en la figura de Juan Carlos de Borbón, saltándose la línea sucesoria de la dinastía que correspondía a don Juan (son muy amargas las cartas que el hijo envía al padre a su residencia de Estoril, y que Fernández-Miranda transcribe con generosidad).
En palabras del dictador, todo iba a quedar “atado y bien atado” gracias a la figura de su heredero y de las instituciones del Estado que había levantado casi ex novo desde 1939. El asesinato de Carrero Blanco en 1973 alteró el dramatis personae, pero no el guion de la obra.
Después vendrían la destitución de Arias Navarro y la designación de Adolfo Suárez, cuya labor de orfebrería política y jurídica para desmontar el franquismo de la mano del propio rey estuvo asesorada por Torcuato y su conocido “de la Ley a la Ley a través de la Ley”.
No se trata de una reescritura del relato de la Transición. Más bien al contrario. Objetivo: democracia es una crónica que, más que una actualización al calor de nueva información conocida, supone una versión accesible, a veces vertiginosa, del relato ortodoxo del éxito político del proceso (el que dio a conocer Victoria Prego en su mítica serie documental, en esencia).
Así como de los impedimentos que hubieron de sortear los diseñadores y ejecutores del cambio democrático. Hay aquí una primera lectura comparada con nuestro presente: entonces las cosas tampoco fueron nada fáciles y estuvimos muy cerca de retroceder o encallar en la recuperación de las libertades. La presión del Ejército por un lado, y la actividad terrorista de ETA o el FRAP y el GRAPO no pusieron fácil el cambio.
El valor de este interesante volumen es recordarnos que no hay destinos ineluctables. Ni entonces, cuando la democracia era el horizonte deseado, ni ahora, cuando los mensajes pesimistas se hacen fuertes y nos cuesta atisbar un futuro prometedor.