Virginia Feito publica ‘Victorian Psycho’ tras el éxito de su debut: "No soy Bret Easton Ellis ni podría serlo"
- La autora madrileña que escribe en inglés intensifica el horror y el espanto en su segunda novela, que será adaptada a la gran pantalla.
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Sin haberlo previsto, nos vemos inmersos en una sesión de fotos de Virginia Feito (Madrid, 1988) en la sede de Penguin Random House. Veníamos a entrevistarla, claro, pero no contábamos con una situación menos embarazosa que cómica antes de empezar. Descubrimos, de paso, que se siente cómoda a pesar del nudo imperfecto de su corbata. Posa para las fotos con aplomo. Desde luego, no es la primera vez que se ve en estas lides, la cámara la quiere. Se desprende de la chaqueta marrón a cuadros y se cala una coqueta chistera que termina de apuntalar un vestuario con trazas decimonónicas.
"Vengo disfrazada de Dickens", bromea, pero la alusión nos recuerda al trasfondo de su nueva novela, Victorian Psycho, que publica Lumen este jueves tres años después del gran éxito que supuso su ópera prima, La señora March. Escrita en inglés y publicada inicialmente en Estados Unidos, llegó a España con la aclamación de la crítica anglosajona y convertida en best-seller. Como veremos en la conversación que sigue, el proceso de escritura de esta se convirtió en un verdadero tour de force para Feito, que, además de la presión y las inseguridades tras los fastos del debut, se complicó aún más la vida al ambientar la historia la Inglaterra victoriana.
Si La señora March era "brillante, oscura e hipnotizante", como apunta Isabel Coixet en una frase recogida en la faja de esta novela, Victorian Psycho es más retorcida y perversa. Sigue los pasos de Winifred Notty, una psicópata que acaba de entrar en una mansión familiar como institutriz. La escabrosa historia verá la luz en la gran pantalla gracias a la adaptación de Zachary Wigon, director de El templo (2022), y de la mano de A24, una de las productoras del momento en Hollywood. Margaret Qualley (La sustancia, 2024; Pobres criaturas, 2023) será la protagonista y la propia Feito se ocupará del guion.
Pregunta. ¿En estos momentos se dedica solo a la escritura?
Respuesta. Sí. Desde que dejé la publicidad. De momento no he vuelto, pero sigo conservando el e-mail de la empresa, por si acaso.
P. Porque es consciente de la volatilidad de esta profesión…
R. Sí, y de la suerte que tengo de dedicarme a ella exclusivamente, sé que no es lo común. No me acostumbro a nada, no os preocupéis [risas].
P. ¿Siente ese vértigo de la segunda novela tras el gran éxito de La señora March?
R. Sí, lo he sentido duramente. Al principio tal vez iba muy confiada, escribí un primer borrador que no servía y tuve que editarlo. Fue un proceso durísimo que duró años. Yo empecé a escribir Victorian Psycho en la pandemia, en 2020. He notado mucho esa presión, desde luego, no he podido evitar imaginarme al otro lado las caras decepcionadas de lectores, agentes y editores que les había gustado La señora March y no tenía por qué gustarles esta. Pero también, a la vez, he intentado callar esto, porque escribir con miedo o intentando gustar a alguien no es buena idea. Ha sido duro.
"No he podido evitar imaginarme, cuando escribía este libro, las caras decepcionadas de lectores, agentes y editores"
P. En una entrevista con El Cultural hace tres años decía que se encontraba escribiendo una nueva novela con "un miedo distinto, más jodido: a decepcionar". No parecía muy esperanzador, desde luego. Imaginamos que el resultado ha sido muy distinto.
R. Ahora sí estoy aliviada, ahora lo leo y me siento a gusto, tranquila, y hay momentos del libro de los que me siento orgullosa. Espero haber aprendido a no ser tan sensible ni tan miedica. No me lo puedo tomar todo así, hay cosas peores. Esto se editó mucho a partir de las sugerencias de mis editores y mi agente americanos. Ojalá para el siguiente no me asuste tanto. Me he vuelto un poco loca con este libro.
P. La primera crítica, bastante demoledora, llegó de su madre. ¿Cambió mucho la novela después de esa reacción?
R. Es verdad, a mi madre no le gustó nada. Quizás el espíritu no haya cambiado tanto, pero la he censurado bastante. Antes no había ni estructura, ni capítulos, ni desarrollo de los personajes… Y aunque empleaba la primera persona, también me metía en las historias de los demás, cosa que no tenía ningún sentido. Era totalmente desesperanzador, quizás también injusto para el lector, que no tenía nada a lo que agarrarse ni razón por la que le iba a importar esta historia. Al final se transformó en esto, que es ligeramente más… No sé qué palabra usar.
P. ¿Convencional?
R. Bueno…
P. Parece una consideración un tanto peyorativa, ¿no?
R. Sí, como si fuera uno más, ¿no? Bueno, podría ser convencional, un poco más fácil, menos duro…
P. Entendemos que cuando habla de la censura que ha aplicado sobre el texto no se refiere a cuestiones de índole social o política, sino al propio proceso creativo…
R. Claro. Me refiero a haber renunciado a esa escritura compulsiva, con esa visión tan abstracta. No estaba preparada para escribir el libro que tenía en mente, o al menos no supe hacerlo en ese momento. Igual es que ese no es mi estilo. Tal vez estaba intentando imitar a Bret Easton Ellis y yo no soy Bret Easton Ellis ni podría nunca serlo.
P. En todo caso, el título es un guiño a su obra más icónica. ¿En qué se parece Winifred Notty, de Victorian Psycho, al Patrick Bateman de American Psycho?
R. En mi opinión, no se parecen tanto. Winifred tiene más sentido del humor; Patrick Bateman nos hace mucha gracia, pero muy a su pesar y él no lo sabe. Creo que tienen en común una capacidad de observación del prójimo que roza lo obsesivo. Y, por supuesto, la ira, un elemento que comparten los psicópatas y los asesinos en serie: pueden ser muy encantadores en lo superficial hasta que les enfadas y el castigo es enorme. Por ejemplo, Ted Bundy, que parecía majísimo hasta que le tocabas los cojones.
"He subido mucho el volumen a muchos elementos que ya tenía 'La señora March', como el humor y la sátira, que aquí roza la parodia"
P. ¿Qué tiene Victorian Psycho que no tenga La señora March? ¿Hay nuevos elementos que hayan enriquecido su narrativa?
R. Estas sí son muy parecidas. Creo que he subido mucho el volumen a muchos elementos que ya tenía La señora March, como puede ser el humor y la sátira, que aquí roza la parodia. Además, sigo avanzando en la observación de la psicología humana en general y la femenina en particular. Lo que no había experimentado antes es la ambientación de una historia de época. Me he ahogado en los datos acerca de la época victoriana, ha sido otra razón por la que preocuparme. Como soy obsesiva, para cada frase que escribía tenía que documentar cada detalle. Llegó un punto en que me permití saltármelo un poco, porque así no fluía la prosa ni la historia.
P. De nuevo la mala de la historia es una mujer. ¿Hay aquí una intención de subvertir el cliché de la autora que escribe sobre mujeres buenas (sufridoras, heroínas…)? ¿Qué hay detrás de esta circunstancia?
R. En general, los personajes que más me fascinan son muy desagradables, pero el hecho de que sea una mujer me da más gusto todavía, porque hasta ahora ha estado menos permitido. Había una tradición de que la mujer tuviera que ser la pobrecita, la agradable, la víctima, la sufridora… Estaba un poco cansada. Más que nada, por no hacer lo mismo otra vez.
"Los personajes que más me fascinan son muy desagradables, pero el hecho de que sea una mujer me da más gusto todavía"
P. En cuanto a la decisión de emplear la primera persona, como antes citaba, ¿corresponde a un deseo de imprimir al relato una tensión más inquietante?
R. Claro. La idea de este libro era entrar en la cabeza de un psicópata y ver cómo de lejos podía llegar con eso. Es difícil, porque no puedes quedarte corto —estamos hablando de un psicópata—, pero tampoco quieres que sea pornográfico. Me parecía un reto interesante. En un momento del proceso de edición, cambié a la tercera persona y me di cuenta de que era un error.
P. ¿Se ve haciendo otro género que no sea terror?
R. No sé por qué, pero mi literatura siempre va a tener algo oscuro. No me veo escribiendo un drama o una comedia pura. Sin embargo, en cine me gustaría hacer guiones de comedia. Igualmente, tendría que tener algo oscuro, aunque sea humor negro.
P. Sigue negándose a traducir sus novelas...
R. Sí. Y menos mal, por cierto, porque esta además es de época. No sabe nadie el trabajo que ha hecho Gemma Rovira, lo que se lo ha currado. Si yo me volví loca con cada palabra en inglés, buscando si era apropiada para esa época, ella ha tenido que hacer el doble de trabajo. Por ejemplo, tuvimos una crisis con la palabra 'bebé' porque no se decía en esta época. El dilema era dejarlo para que no se confundiera el lector o prescindir de ella. Finalmente no aparece como tal, decidimos ir por lo históricamente correcto.
P. Me imagino que ha mantenido una relación muy estrecha con ella, que también tradujo La señora March.
R. Sí, sí. Y me encanta hablar con ella, las dudas que tiene… Además, era muy gracioso leer nuestras conversaciones por WhatsApp con un tono serio: "Cuando mata al bebé…" [risas] Y el historial de Google es terrible, imagínate. Menos mal que no lo he traducido yo, sería un drama. No tengo esa capacidad ni de lejos. Ha sido una experiencia maravillosa. Además, la novela respira de otra forma en otro idioma, es otro espíritu.
P. Esta novela, Victorian Psycho, tendrá una adaptación al cine. ¿En qué fase se encuentra la película y cómo ha sido la experiencia?
R. Zachary Wigon aparece porque leyó La señora March y le encantó. Además, apreció mucho esa característica tan visual y estaba interesado en colaborar. Cuando acabé el borrador de Victorian Psycho, quiso hacer la película, y vio que Margaret Qualley, a la que había dirigido en El templo (2022), podría ser esa increíble psicópata. Aparcamos, por tanto, el proyecto en el que estábamos y en mayo Zachary se vino a Madrid para empezar a trabajar en el guion.
»Cuando se lo pasamos a Margaret y aceptó, fue mucho más fácil conseguir productores y financiación. Ahora mismo está con el acento y haciendo su estudio del personaje. Creo que salió hace poco en Vogue Australia diciendo que estaba bebiendo mucho vino tinto como preparación. Yo también lo hice cuando escribí el libro [risas]. En principio, el rodaje arranca en marzo en Irlanda.
P. ¿Se apunta al rodaje?
R. ¡Me superapunto!
P. Porque quiere un cameo…
R. ¡Ojalá! Pero no pretendo cargarme el plano sobreactuando por detrás, así que no hace falta. Además, con la época es difícil porque yo llevo el pelo corto y moderno, el vestuario sería muy caro… Pero vamos, iré, porque además figuro como productora ejecutiva, sea lo que sea eso.
P. ¿Victorian Psycho ha sido también publicada antes en Estados Unidos, como ocurrió con La señora March?
R. Curiosamente, como La señora March fue muy bien, se publica aquí en enero y en Estados Unidos e Inglaterra, en febrero. Pero, como hice con la anterior, esta también la vendí antes en Estados Unidos. El mercado editorial español y el anglosajón son muy independientes. Entre el mercado británico y el americano sí que hay competencia. Los británicos no han podido sacarlo antes porque los americanos tenían prioridad. Es muy interesante ver todos estos hábitos editoriales. Por ejemplo, en Estados Unidos quizás querrían haberla publicado antes, pero coincidió con las elecciones y, por lo visto, en el sector literario americano solo se publican biografías políticas en esa época. ¡Nadie debe pensar en otra cosa! [risas]. Como publicista, me parece fascinante.
P. Si Victorian Psycho se escribió en el encierro de la pandemia y se publica ahora en 2025, ahora debería tener al menos tres novelas preparadas.
R. Pues no [risas], porque este me ha estado chupando la sangre desde entonces, me he quedado muy débil. Mi prioridad son ahora los guiones. En cuanto a proyectos literarios, técnicamente no hay nada en marcha. Es verdad que en el proceso de edición de este escribí uno de cero, pero lo tengo en un cajón porque creo que es demasiado parecido a La señora March. Hace tiempo que no me lo leo. Ya veremos.