Ensayo

Caos y orden

Antonio Escohotado

5 diciembre, 1999 01:00

Premio Espasa de Ensayo. Espasa Calpe. Madrid, 1999. 390 páginas, 2.800 pesetas

Acierta Escohotado al criticar la decimonónica perspectiva según la cual el modelo neopositivista constituye la mejor manera de interpretar el mundo, pero lo que no queda claro es cómo los fractales o la teoría del caos se pueden aplicar a la mejora de la vida

Aunque Antonio Escohotado (Madrid, 1941) es conocido sobre todo por sus libros e intervenciones públicas en torno a la fenomenología de las drogas y a su consumo, sus ensayos vienen de lejos. Ya en 1971 publicó con enorme éxito La conciencia infeliz. Ensayo sobre la filosofía de la religión de Hegel. Desde entonces traductor de Hobbes y Newton, psiconauta -por utilizar un término que él recoge del querido Ernst Jönger- o profesor universitario, Escohotado no deja de sorprender tanto a sus nuevos lectores como a quienes le conocemos y seguimos con interés intelectual desde su retirada a Ibiza en unas ya lejanas navidades y posterior vuelta, por su capacidad para abordar objetos de reflexión cargados de interés, siempre distintos y siempre desde la disidencia. Escohotado es un excéntrico que, en una cultura tan poco dada a la extravagancia como la nuestra, merece una consideración añadida. enhorabuena al jurado que le ha concedido el premio Espasa Ensayo 1999.

Caos y orden es un texto que parece caer con naturalidad de la posición epistemológica y política del autor. Su primera parte constituye una revisión de los supuestos actuales de la ciencia. En ella se cuestiona la vieja pretensión de establecer un modelo físico-matemático capaz de explicar, predecir y gobernar el mundo. A la tradición marcada por Descartes, Galileo y Newton, Escohotado contrapone la teoría de la relatividad y ciertas formulaciones de la mecánica cuántica, a la postre también una formulación matemática. La debilidad del paradigma neopositivista que sustentó la investigación norteamericana posterior a la segunda guerra mundial, no sólo en las llamadas ciencias naturales sino también en las ciencias sociales, la ilumina Escohotado con varios ejemplos. El más significativo está tomado de la explosión del Challenger, ocurrida en 1986. A la investigación oficial fue llamado Richard Feynman (1918-1988), un físico excepcional e innovador que dio un empujón significativo a la mecánica cuántica -lo esencial de su obra está traducido al castellano- y que puso en evidencia las limitaciones de la NASA en tanto que consorcio de intereses financieros y políticos y en tanto que cristalización de una perspectiva científica obsoleta.

En la segunda parte del presente volumen, hecha la crítica a una ciencia en la que la idea de mecanismo parece conducir con naturalidad a suponer la existencia de un máximo y omnipotente constructor, y puestos los jalones de una nueva manera de entender la ciencia representada en la obra de Mandelbrot, Thom y Prigogine, Escohotado da un giro a su libro. Desde la reflexión sobre el nuevo paradigma apoyado en la teoría de las catástrofes (Thom), los fractales (Mandelbrot) y el análisis del intento de Prigogine de aliar las humanidades y el saber de las llamadas ciencias duras, Escohotado ve el mundo social abocado a una cultura más diversa, flexible y menos rígida en lo político, religioso y cultural. Pero para llegar hasta ahí se hace necesario un repaso histórico en el cual el comunismo se lleva el varapalo inicial pero no el único. Franco y Rockefeller son el contrapeso adecuado para generalizar la crítica. Marxistas, dictadores y propietarios de grandes corporaciones coinciden en desconfiar del individuo y de las urnas. J.P. Morgan, A. Carnegie y J. D. Rockefeller constituyen un buen ejemplo, a juicio del autor, de los "magnates bandidos del XIX norteamericano".

La clase política, cada vez más en función de las grandes corporaciones, cada vez más pendiente del capital financiero, es vista con desesperanza. Si en un primer momento el Partido Radical italiano despierta ilusión por su renuncia a convertir la actividad política en un modo de hacer dinero y por su intento de someter a referendum cuestiones importantes de la vida italiana, el paso del tiempo desveló que ciertos radicales podían ser tan corruptos como los políticos tradicionales y estar dispuestos como ellos a desgravar a los más ricos.
Acierta Escohotado al criticar la decimonónica perspectiva según la cual el modelo físico-matemático newtoniano o neopositivista constituye la mejor manera de interpretar el mundo y de hacer avanzar la ciencia, pero lo que no queda claro es cómo la posición de Prigogine, los fractales y la teoría del caos se pueden aplicar al análisis social y a la mejora de la vida humana. Se echa en falta la conexión entre la primera y la segunda parte. La casi total ausencia de referencias a autores españoles que tienen que ver con la masa de Caos y orden es difícil de entender.