Image: Madame Mao

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Ensayo

Madame Mao

Anchee Min

4 octubre, 2000 02:00

Traducción de Aurora Echevarría. Mondadori. Barcelona, 2000. 317 páginas, 2.800 pesetas

Madame Mao cobra unas dimensiones shakesperianas en la lucha por el poder, la ambición y unos sentimientos amorosos que se pervierten con los años y las luchas

Hay seres que consideran que sólo son grandes si su vida se entrecruza con la historia. Seres cuya energía vital es una combinación entre un deseo firme que esculpe su voluntad y unas hazañas que configuran su destino. Hay seres que aprenden pronto qué es el dolor, y su existencia consiste entonces en una larga anestesia de la que nunca se recuperan, renuncian a comprender, por lo que nunca se dan por vencidos, aunque arrastren tras de sí un largo río de atrocidades.

Madame Mao, la última esposa de Mao Zedong, es tal vez una de las mujeres que han marcado la historia del siglo XX de una manera más terrible. Ya con anterioridad, el gran escritor albanés Ismaíl Kadaré en su novela El concierto, publicada en España en 1992, trata la figura de la mujer de Mao y la representa como un alter ego de Lady Macbeth de esta época. Efectivamente, en la trágica historia reciente de China, esta mujer cobra unas dimensiones completamente shakesperianas en la lucha por el poder, la ambición y unos sentimientos inicialmente amorosos que se pervierten con los años y las luchas por cobrar un protagonismo que le obsesiona desde la infancia.

Anchee Min (Shanghai, 1957) conoció desde muy joven a Madame Mao, debido a su talento artístico. A pesar de estar confinada desde los diecisiete años en un campo de trabajo, pudo dejarlo y ponerse a trabajar en unos estudios cinematográficos de Shanghai, en la ingente labor de rodaje de películas y óperas chinas revolucionarias, que fueron la gran obsesión de la mujer de Mao, y que controlaba personalmente. Min fija su residencia en 1984 en Estados Unidos y publica en 1994 un libro de memorias, La azalea roja, que le lleva a ser reconocida internacionalmente como escritora. Becoming Madame Mao, el título original de este libro que nos ocupa, muestra desde su enunciación todo el ejercicio de voluntad y determinación que desde niña realiza Yunhe, primitivo nombre de la esposa de Mao, desde 1919, fecha en la que nace, hasta su muerte, acaecida en 1991, pasando por 1934, cuando cambia su nombre por Lang Ping o 1938, año en que se hace llamar Jiang Qing. El nombre es un presagio, dice un antiguo proverbio. Y cada "bautismo" de la que será la señora Mao, marca distintas fases de su existencia. Min desgrana la vida de esta mujer desde dos voces que se alternan en la narración, planteada como un largo "flash back" de la protagonista, como una memoria final, desdoblada en un narrador omnisciente que marca el punto de vista objetivo, y la propia voz de Madame Mao, que urga en la memoria subjetiva y aporta el elemento novelesco de esta narración.

Desde la niña que se rebela y se quita las vendas de sus pies, que su desgraciada madre le ha impuesto para que siga los cánones de la belleza y pueda optar a una mejor posición social, hasta la huida del violento hogar paterno, pasando por un matrimonio de "salvamento", esta mujer se recorrerá su vida en una continua huida, buscando realizar su vocación de actriz y su amor por el mundo de la ópera. La falta de diferenciación entre realidad y ficción marcará toda su existencia, y a pesar de su pragmatismo y altas dotes de supervivencia, contemplará su vida como el lugar donde se sitúan escenarios múltiples, reales o teatrales, donde interpretar los distintos papeles de la ficción y de la realidad figurada que ella misma se irá asignando. Sus pasiones amorosas, sus sucesivos maridos, son como un entrenamiento continuo hasta llegar a la conquista del nuevo buda, un revolucionario llamado Mao. Su ambición, mezclada con el erotismo del poder y de los sentimientos amorosos, le incita a realizar todo tipo de acciones encaminadas a conservar a toda costa el "papel" de su vida: intentar ser la sucesora de Mao.

La llamada Revolución Cultural y toda la importancia de la propaganda y el terror impuesto en esos años están en la memoria de todos. Detrás de ello, se encuentra esta mujer, que revive en los argumentos de las óperas chinas, como Adiós a mi concubina, un nuevo sistema de poder absoluto. Pero Madame Mao siente, destronada de su poder, prisionera y abandonada por todos, que tiene que abandonar voluntariamente el escenario para siempre.