Historia de la matemática
Julio Rey Pastor y José Babini
3 enero, 2001 01:00Fue J. Rey uno de los más activos y emprendedores artífices del salto que nuestra matemática tuvo que dar en los primeros años del siglo XX para, saliendo de un letargo secular, intentar acercarse a las posiciones en que se desenvolvía la matemática europea
Año Mundial de la Matemática fue declarado por la Unesco el año 2000, y esto nos ha traído un cúmulo de actividades, ciclos de conferencias, publicaciones, coloquios, exposiciones, acercamiento en fin de la matemática a la sociedad, a veces mediante jornadas tan representativas como las organizadas por el Congreso y el Senado. No sé hasta qué punto habrán calado en el público no matemático estos esfuerzos en que muchos nos hemos visto involucrados pero de que se haya intentado da fe incluso un detalle tan anecdótico pero tan popular como la emisión de un sello de correos dedicado a esa celebración y cuyo motivo principal es la efigie todavía juvenil -unos treinta años- de la figura seguramente más valorada de nuestros maestros: don Julio Rey Pastor.Precisamente -y me atrevo a pensar que algo habrá tenido que ver la dedicación del año 2000 a la matemática, como así ha sido en otras publicaciones-, nos llega la reedición de una de sus obras que había visto la luz en Buenos Aires en 1951. Se trata de una feliz iniciativa que sin duda habrá complacido a no pocos estudiosos o aficionados a nuestra ciencia. Don Julio ha sido muy recordado durante este año y se echaba de menos una obra inencontrable ya pero con amplias resonancias entre los que la habíamos o bien manejado o bien solamente oído hablar de ella.
Fue Rey Pastor uno de los más activos y emprendedores artífices del salto que nuestra matemática tuvo que dar en los primeros años del siglo XX para, saliendo de un letargo secular, intentar acercarse a las posiciones en que se desenvolvía la matemática europea. No sé si acabaría satisfecho del resultado, porque en él la actitud crítica solía ser casi siempre fustigante y acerba, pero lo que no admite duda es que no escatimó esfuerzos para lograrlo. Y no sólo en España: a principios de los años veinte se trasladó a la Argentina y, alternando su labor allí y en Madrid, una nómina de discípulos suyos testimonian la consecución de sendas escuelas.
Discípulos en España fueron, entre otros, Ricardo San Juan y Sixto Ríos y en Argentina algunos españoles que allí arribaron, como Santaló y Pi Calleja, y argentinos otros, como González Domínguez o Calderón. Rebasada la etapa de investigación puramente científica se sumerge con igual empeño en problemas de la enseñanza, que entendía tan urgentes, dada nuestra precaria situación, y todavía, llevado de inagotable curiosidad, se adentra en temas tan variados como navegación, cosmografía, cartografía, filología o historia. Y aquí está para corroborarlo esta Historia de la Matemática que escribió en colaboración con su discípulo argentino José Babini.
Hoy tenemos a nuestro alcance bastantes y diferentes modelos que últimamente han proliferado de la historia de nuestra ciencia. No era así para muchos de nosotros cuando apareció la de Rey y Babini y por eso volvemos a saludarla con el gozo de reencontrar un viejo amigo. Y ¿cómo es? Desde luego no un recorrido exhaustivo por todos los detalles, nombres, teorías, desarrollos, biografías ni acumulación de datos. Es fundamentalmente una historia de las ideas matrices que han marcado decisivamente el desarrollo de la matemática. Casi podría tomarse por un manual que se lee sin esfuerzo por la concisión, claridad, precisión y elegancia que distinguen su composición. Para quien desee alguna información más específica sobre determinados puntos clave, unas notas complementarias los desarrollan con suficiente extensión; quizá es la parte más sustanciosa para el consultante que sea matemático. En cuanto a su recorrido, abarca desde los comienzos históricos hasta el primer tercio del siglo XX: Rey Pastor murió en 1962 y no pudo tener perspectiva mayor para una época más próxima; y si en la edición actual hay algunas referencias posteriores, véase en ello la mano de Babini. Felicitémonos, en conclusión, por este regalo que el año nos ha traído.
La misma editorial nos ofrece otro libro, El curioso mundo de las matemáticas, una abundantísima colección, recopilada sin sujetarse a ninguna norma clasificatoria, de textos científicos, fragmentos de biografías, anécdotas, dichos, problemas, paradojas, curiosidades, comentarios más o menos relacionados con las matemáticas, casi un fichero del que se puede echar mano bien para propia meditación como para ilustrar un tema, dar amenidad a una lección o verse estimulado a adentrarse en la lectura de un texto o el estudio de un problema. Habría, eso sí, que recomendar la corrección de algunas erratas y, sobre todo, la adaptación a la nomenclatura matemática en español de algunos de los términos aquí empleados.
Choca, por ejemplo, la traducción de nombres propios, como llamar "funciones de Fuchsian" a las fuchsianas o de Fuchs, y titular a Fhurston "medallista de campos" por haber sido merecedor de una "medalla a Fields" cuando Fields aquí no es "campos" sino el nombre de un matemático canadiense creador de un premio que se considera comparable al no existente Nobel en Matemáticas.