Ensayo

El espejo de las ideas

Michel Tournier

7 febrero, 2001 01:00

Traducción de L.M. Todó. El Acantilado. Barcelona, 2000. 235 páginas, 2300 pesetas

Empezaré confesando que Michel Tournier (París, 1924) me parece, hoy, uno de los grandes novelistas vivos. Dos, al menos, de sus mejores novelas, lo garantizan: El rey de los alisos (1970) y Los meteoros (1975). Pero no es nada desdeñable, ni mucho menos, una obra menor -respecto a las referidas grandes novelas- a caballo entre el relato breve, el ensayo e incluso la prosa poética, nunca escasa de ideas. Ahí están El vuelo del vampiro (1981), Petites proses (1986), y el libro que hoy presento, publicado en francés en 1994. El espejo de las ideas parte de un concepto de la filosofía tradicional (de Aristóteles a Kant) según el cual el pensamiento actúa por "categorías", que son conceptos clave a partir de los cuales se generan todos los demás.
Tournier nos presenta aquí sus cien categorías o conceptos-clave, en un sistema binario, es decir, funcionando por oposición, aunque esta no siempre sea la esperable. Así "Ser" se opone a "Nada" (no a "No-ser") y "Dios" al "Diablo" y no al ateísmo, que sería la ausencia de Dios. Pero no pensemos, en ningún momento, que estamos ante un ensayo de filosofía académica. Estamos entrando en el mundo de Tournier a través de cien cortos capítulos que terminan siempre por una cita ilustre, directa o indirectamente relacionada con el tema tratado. Por ejemplo en El sauce y el aliso (dos plantas de muy diferente mundo simbólico) la cita final es el poema de Goethe, "El rey de los alisos", que Tournier tradujo ya en su novela homónima. Pero frente a esa larga cita, la mayoría son poco más que una frase o aforismo. Así la de Maurice Meeterlinck, el antaño célebre simbolista, que cierra el capítulo "El tiempo y el espacio: si los astros estuvieran inmóviles, el tiempo y el espacio no existirían".
Hay un cierto orden semántico en este libro, que empieza en "El hombre y la mujer" (para decir que el hombre tiene más de femenino, o de nostalgia de lo femenino, que la mujer de masculino) y se cierra -invocando a Parménides y a Heráclito, a Heidegger y a Sartre- con "El ser y la nada". Al principio de la lectura puede parecer que los cortos textos no son sino amenos apuntes a vuelapluma, con algunos timbrazos eruditos. Pero en seguida nos percatamos, entrando algo más en el conjunto -siempre sugeridor y ameno- que no sólo vamos viendo cómo se despliega, sin exhaustividad, un universo, sino que casi nunca falta alguna idea original, inquietadora, poco habitual, que quiere -como tantos libros buenos- abrirnos a más preguntas sin que dejen de existir respuestas. Así, si la "derecha" tradicionalmente se ha entendido como lo bueno y "la izquierda" como lo malo, ¿porqué "la famosa mano derecha depende de la mitad izquierda del cerebro"? Algunas reflexiones sabias, algunos apuntes de varia erudición y casi siempre una idea sugerente, atrevida, inquieta... Verdad que, como en todo francés de educación antigua (la cultura francesa fue enormemente centrípeta) casi todo está lleno en Tournier, casi en exclusividad, de autores franceses mayores o menores. Por fortuna aquí -ya que Tournier fue hijo de profesores de alemán- algo se deja ver esa otra cultura, pese al galocentrismo.
Posiblemente El espejo de las ideas (muy pulcramente traducido) sea un libro menor, pero es de esa clase de libros a los que la variedad con que se conjuga calidad y encanto, y la magia nunca abusiva del talento, siempre visible, del autor, los vuelven libros que no se puede abandonar. Que no se dejan abandonar. Talento, saber y prosa límpida. ¿Qué más pedir, si de tanto en tanto, brilla el relámpago?