Ensayo

Kubrick

MICHAEL HERR

24 octubre, 2001 02:00

Trad. Damián Alou. Anagrama, 2001. 126 págs. 1.500 pts

Hasta los incondicionales de Stanley Kubrick admiten que para disfrutar de sus películas se requiere, como mínimo, una cierta predisposición. De faltar ésta, con demasiada facilidad encuentra uno motivos para dar crédito a sus muchos detractores: los que, cada vez que pueden, acusan a Kubrick de frialdad, de rebuscamiento, de esteticismo. Lo que ninguno pone en cuestión, en fin, es que todas sus películas tienen un inconfundible toque personal. Y que todas juntas desprenden, de un modo u otro, un descorazonador pesimismo: describen la confabulación de todo lo peor del ser humano contra cualquier ilusión de felicidad, progreso o bondad de los corazones ingenuos.

Pesimista es también Michael Herr, el autor de este libro. A Kubrick le interesó de él su experiencia de primera mano de la guerra del Vietnam, que ya le había llevado a ser co-guionista de Apocalypse Now y lo señalaba como colaborador idóneo para la película sobre esa guerra que planeaba hacer el propio Kubrick, la que acabó llamándose La chaqueta metálica. Vietnam, el desengaño generacional respecto a lo mucho que prometían los años 60, y lo que el propio Herr llama la "idiotización de América"llevan al autor a un estado de ánimo muy parecido al que el propio Kubrick dejó expresado en su última y casi póstuma película, Eyes Wide Shut, estrenada a las pocas semanas de su muerte en marzo de 1999. A Eyes Wide Shut dedica Herr un rendido epílogo de 30 páginas, las mejores del libro. La amistad no le impide reconocer que la película incluye alguna escena tediosa, algún diálogo sin pulir, algún plano sin más justificación que el capricho del director.

Sin embargo, dice Herr, Eyes Wide Shut es una obra maestra. Y lo es por responder a lo que, de manera un tanto desordenada, exponen las páginas que preceden a este epílogo entusiasta: al carácter humanista de Kubrick, a la amplitud de sus intereses y a su visión, distante y comprometida al tiempo, de la naturaleza humana.

También Kubrick, según testimonia Herr, participaba de las debilidades de ésta. Podía ser tacaño y displicente, calculador y envidioso. Exigente, y hasta abusivo, con los propios amigos.