Aquellos tiempos con Gabo
Plinio Apuleyo Mendoza.
23 enero, 2002 01:00García Márquez, por Grau Santos
No es la primera vez que el periodista y escritor colombiano Plinio Apuleyo Mendoza (Tunja, 1932) escribe sobre la vida y la obra del Premio Nobel. Su amistad se inicia cuando "él debía tener unos veinte años y yo dieciséis", asegura en estas páginas, cuya portada dice: "Hallazgo de un García Márquez desconocido". No es del todo cierto, ya que, salvo alguna anécdota menos conocida, el perfil de Gabo mantiene su esquema tradicional.Pese al título, no nos hallamos ante una biografía del escritor, sino ante la narración fragmentada y no progresiva, de dos vidas paralelas, a la antigua usanza. El relato se inicia cuando ambos se conocen y el proceso vital de uno y otro queda trabado por múltiples experiencias comunes. La principal será su colaboración con la agencia de noticias cubana Prensa Latina, mas dicho paralelismo se quiebra cuando García Márquez consigue su gran éxito, Cien años de soledad. No faltará desde entonces y, pese a la amistad consolidada, alguna frase ácida que irá salpicando el texto. Por ejemplo, el García Márquez de hoy "ahora parece apreciar mejor que antes la música, los buenos cuadros, las mujeres bonitas, los buenos hoteles, las camisas de seda, los vinos, los caracoles al ajillo, el caviar (sí, el caviar)/ y toda la infinita y pecaminosa gama de quesos [...]. Sus nuevas relaciones se cosechan en el huerto de las celebridades: hombres públicos, o simplemente hombres ricos que se ofrecen el lujo de un amigo célebre".
Apuleyo Mendoza destruye los párrafos de su cuidada prosa e introduce, como excelente reportero y narrador que es, diálogos que hacen más fluida la narración. Teñida por la nostalgia, da noticia de los duros comienzos del escritor, especialmente en París, cuando fue clausurado el periódico "El Espectador", donde colaboraba, por el dictador Rojas Pinilla. Fruto de aquella crisis será El coronel no tiene quien le escriba. Sabremos, además, que inició primero la redacción de El otoño del patriarca, que interrumpiría para escribir Cien años de soledad. Apuleyo Mendoza vivió las experiencias, junto a García Márquez, de un viaje por la URSS y Alemania del Este: el desencanto del socialismo real y más tarde la problemática comunistización de Prensa Latina que culminó, tras la defenestración de su director, el argentino Masetti, cheguevarista, convertido al final en guerrillero y suicida, con la renuncia de ambos, cuando García Márquez se encontraba en Nueva York y decidió trasladarse con su familia a México. Pero si Gabo mantiene aún buenas relaciones personales con Fidel Castro, Apuleyo Mendoza se declara abiertamente anticomunista.
Las diferencias se acentuaron, cómo no, tras el "caso Padilla", cuando Apuleyo Mendoza residía en París, como secretario de redacción de la polémica revista "Libre", gracias a Gabo. Ya marcó diferencias el primer telegrama de protesta, dirigido a Fidel, que firmaron Julio Cortázar y Gabo, que nunca llegó a formalizarlo, ya que fue el mismo Apuleyo Mendoza quien lo hizo en su nombre y posteriormente se vio obligado a rectificar. Mayor interés tienen las notas familiares: la figura de Mercedes, la mujer de García Márquez y su matrimonio, convertido en hogar para Plinio, el papel del escritor venezolano Miguel Otero Silva ("ahora amigo de Gabo") y la estancia de ambos en Venezuela, donde observan la caída del director Pérez Jiménez y escriben el primer número de la revista "Momento" en libertad, del enloquecido propietario MacGregor. Serán, asimismo, testigos de excepción de las consecuencias de la caída de Batista y de los juicios revolucionarios, narrados en unas páginas espléndidas y dramáticas, las dedicadas al coronel Sosa Blanco, que acabaría siendo fusilado.
Reitera el autor que Gabo se traslada a México, desde Nueva York, en autobús, con su familia, con veinte dólares en el bolsillo y sin esperanzas de trabajo. Apuleyo Mendoza regresa a Colombia y reproduce fragmentos de algunas extensas cartas que le dirigió. La correspondencia del escritor, inédita, de aquellos años, podría aportar nueva luz a la interpretación de sus obras iniciales. Apuleyo Mendoza acentúa el papel caribeño de ambos, su nomadismo y el éxito del amigo al que acompañará cuando reciba el premio Nobel en Estocolmo en 1982. Algunos escritores de la juventud, como álvaro Cepeda; otros, como Cortázar, Franqui, Norberto Fuentes o Juan Goytisolo desfilan por sus páginas. Lo que se dice es siempre menos de lo que se conoce. Se insinúa. Mendoza, que llegó a ser embajador de su país, describe los personajes con delicadeza. Nos ofrece detalles valiosos sobre la financiación de la revista "Libre" y sobre momentos determinados, opiniones de García Márquez sobre múltiples cuestiones, aunque nadie pretenda descubrir claves para una biografía crítica, sino vidas paralelas, evocadas con nostalgia desde la amistad. Junto a El sabor de la guayaba (1982), amplio libro-entrevista ya clásico, que lo completa, Aquellos tiempos con Gabo resultará insustituible para los múltiples admiradores del genial escritor.