Image: El Trío Calaveras

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Ensayo

El Trío Calaveras

Eduardo Arroyo

10 abril, 2003 02:00

Eduardo Arroyo. Foto: M.R.

Taurus. Madrid, 2003. 200 páginas, 18 euros

Resulta difícil decir no ya qué es, sino de qué trata este libro apasionado y por momentos apasionante. El título mismo nos previene de esta dificultad, al colocar tres de los nombres eminentes de la cultura moderna bajo una expresión que remite más a una juerga nocturna que a un análisis erudito.

Pero es que en este caso nos encontramos ante una juerga erudita y ante el análisis de una cierta oscuridad. Humor y conocimiento mezclados en sus dosis justas para construir un libro personalísimo, que si bien retrata tres personajes, es sobre todo un retrato de su propio autor.

Sabemos que cuando Eduardo Arroyo inició en 1958 su exilio parisino, proyectaba convertirse en escritor. Sin embargo, desde su participación dos años después en el Salon de la Jeune Peinture, ya nunca abandonó los pinceles, ocupándose sólo ocasionalmente de escribir. O de escribir con pluma y papel, habría que precisar, porque el conjunto de su pintura tiene un marcado carácter literario, hasta llevarle a afirmar ante sus últimos cuadros que él en realidad, es y quiere ser un pintor de historia.

Es desde el cuadro con el que inició esta etapa de su trabajo, un lienzo gigantesco, como manda la tradición para estos casos, donde arranca la escritura de este libro. Parece claro que El paraíso de las moscas o el último suspiro de Walter Benjamin en Portbou, a pesar de sus colosales dimensiones no fue suficiente como para contener el caudal narrativo que manejaba el pintor. El resultado es El Trío Calaveras que, más que una narración o un ensayo, es una sucesión de escenas. En ellas se superponen fundamentalmente tres figuras, la de un pintor -Francisco de Goya-, un filósofo -Walter Benjamin- y un poeta -Lord George Byron-, subrayando así cierto rasgos comunes: la excentricidad, el viaje, la autodestrucción, que han dado lugar a la fisonomía más tópica del creador moderno. O de un cierto tipo de creador, el de linaje romántico, cuya herencia ha llegado hasta nosotros bastante desdibujada.

Aunque Goya, Benjamin y Byron son acaso las estrellas más brillantes de sus constelaciones respectivas, no son las únicas. Por eso el suicidio de Benjamin es sólo el primero de una larga retahila, que dibuja una falla aterradora en el paisaje intelectual del siglo XX en Europa. Por su parte Goya, que reinó por derecho propio en ese paraíso de las moscas al que no pudo llegar Benjamin, aparece aquí convertido en el emblema de una España que no se pinta negra, sino de color local, a veces rutilante de naranjas y rosados. Una España en la que la vida y la muerte suelen caminar abrazadas y que ha sido también uno de los polos sobre los que ha girado el imaginario europeo. Por último, comparece la figura de Byron, y en su compañía llegan algunos de los más extraños boxeadores que en el mundo han sido. La melancolía que rezuman muchas páginas de este libro sólo es tolerable por el humor que las salpica.

Y por ser el resultado de una lucha, aunque fracasada en ocasiones, por la libertad. Y esa la biografía íntima del arte moderno.