Image: Una inmensa prisión

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Ensayo

Una inmensa prisión

VV.AA.

3 julio, 2003 02:00

Locutorio de los internos del campo de Bram (Francia), donde fueron encarcelados numerosos refugiados españoles

Crítica. 358 pp, 18 e. Javier Rodrigo: Los campos de concentración franquistas. Siete mares. 251 pp, 18 e.

Como decía un personaje de Fernán-Gómez (Las bicicletas son para el verano) el fin de nuestra guerra civil no trajo propiamente la paz, sino la victoria. El triunfo de una parte de España sobre la otra conllevó para esta segunda la continuación de las penalidades de un modo distinto: en líneas generales, un sufrimiento menos llamativo o dramático que durante la contienda, pero más insidioso y miserable.

Para muchos, el país entero se convirtió en "una inmensa prisión". Con este significativo epígrafe se recogen las ponencias presentadas al Congreso sobre "los campos de concentración y el mundo penitenciario en España durante la guerra civil y el franquismo", celebrado en Barcelona en octubre de 2002. Son un total de once aportaciones sobre diversos aspectos de la represión franquista o del contexto en que se sitúa ésta (Leiberich), más el testimonio inicial de Nicolás Sánchez-Albornoz, que cuenta su experiencia como preso y obrero forzoso en el mausoleo de Cuelgamuros.

La primera parte de los susodichos estudios se centra en las características de los campos de concentración y de trabajo, con una obvia dedicación prioritaria al ámbito peninsular, aunque se complementa esa panorámica con unas aleccionadoras alusiones a lo que aconteció allende nuestras fronteras. Al fin y al cabo, como se señala en varias ocasiones, estamos hablando del modus operandi de un régimen totalitario semejante a los que surgieron por toda la geografía europea. Las comparaciones por ello no pueden ser más pertinentes. La segunda parte aborda lo que se denomina un tanto pomposamente "universo penitenciario franquista": para entendernos, se trata de las condiciones de vida en las cárceles de Franco.

Uno de los participantes en elCongreso, y en el libro al que hasta ahora nos hemos referido, Javier Rodrigo, es el autor de la otra obra que aquí vamos a comentar, también sobre los campos de concentración franquistas. Estamos ante una especie de adelanto de la tesis doctoral de este joven historiador, que pretende abarcar en estas páginas de modo sucinto tres aspectos fundamentales del tema: el origen de la política concentracionaria; la organización y estructura de los campos y, por último, los documentos, en especial las memorias, que nos permitan entender cómo sufrían la represión los desafectos al régimen.

Con esta última alusión nos adentramos en el meollo del asunto. Como recuerda Josep Fontana en el prólogo del primero de los volúmenes que comentamos, el movimiento nacional surgió con una vocación de limpieza ideológica, como un levantamiento que hallaba su razón de ser en la depuración de grandes sectores del "contaminado" pueblo español. También el mismo Rodrigo dedica un apartado a la "reeducación" y "regeneración" del prisionero. Lo peor era que esa retórica franquista, como tantas otras cosas del régimen, era el barniz que cubría otros propósitos parecidos, sólo que más primarios y brutales: pues la pretendida rehabilitación no iba más allá del sometimiento ideológico y hasta fáctico o cotidiano del discrepante, mediante la amenaza y la agresión.

Cuando se habla de campo de concentración, Auschwitz viene inevitablemente a colación. En ambos libros se deja bien claro que el caso español no tiene parangón alguno con el alemán: afortunadamente aquí no hallamos campos de exterminio ni la crueldad llevada al límite que caracterizó al Lager nazi. Eso no quiere decir que el cuadro resultante fuera aceptable desde una óptica humanitaria: la política penal del franquismo se nos presenta más bien como el reino de la arbitrariedad, la violencia y la corrupción.

Recuperar esa tenebrosa realidad es el objetivo básico de unos investigadores que entienden su tarea no sólo al modo académico convencional, sino también como ejercicio cívico de recuperación de la memoria desde unos postulados de izquierda, muy críticos con nuestro pasado reciente. No se busque por tanto en estas páginas una aproximación aséptica a un panorama sombrío, sino una actitud beligerante de denuncia de uno de los capítulos más vergonzosos de nuestra historia contemporánea.